Sampaoli: Las críticas en Argentina llegan a Messi y le incomodan
Buenos Aires, Goal.com
No le seduce la élite: quiere ganarle a la élite. Habla de la importancia de disfrutar. Quiere que Messi sea feliz en Argentina.
No para. Apenas se apaga el grabador de una hora de nota, apoya las manos en una baranda de un hotel en el centro porteño y dice: "Durante la nota, pensaba en la frase 'Como un ciego imaginar te necesito', de Los Piojos". No para, nunca para: tres segundos después, comenta fascinado lo que le gustó el DVD del recital del Indio Solari que le regalaron hace unos días. No para, nunca, nunca, nunca: "Me encanta el último disco de Don Osvaldo".
Todo es rock, pero es más porque, mientras, comenta los dos partidos que se jugaron de la Champions League a la tarde y dos goles hizo Messi y Bayern Munich sigue jugando muy bien. Y en la oración siguiente, de repente, cita a Juan Domingo Perón para hablar de liderazgos. Jorge Sampaoli tiene una cabeza que nunca descansa.
-¿El fútbol le gusta más ahora o cuando era un pibe en Casilda?
-Mucho más antes. No disfruto mucho del fútbol. Cuando quiero disfrutar algo voy al cine. El único equipo que por ahí me genera algo es Bayern Munich, que es el único que me estimula colectivamente a disfrutar de algo. Veo individualidades talentosas en muchos partidos, pero no veo equipos que me generen expectativas.
-¿Por qué se ve tanto fútbol ahora?
-Yo no veo tanto fútbol. Veo partidos. La globalización te hace ver siete horas de partidos y quizás nada de fútbol. Por ahí, yo encuentro mejores cosas para el fútbol desde ver una película. Porque, quizás, ahí encuentro una apertura de algo que yo necesitaba para un equipo.
-¿Como qué?
-Cuando uno viene de una crisis con un determinado equipo, por ahí, se obsesiona con ver los partidos que fallaron y obsesionarse con mirarse no hace bien. Y sí hace bien mirar un drama, que te permite, desde otra distancia, pensar para diagnosticar y tomar la decisión correcta. Porque, a veces, si un grupo está mal la solución no es pensar en entrenar más. Capaz hay algo diferente.
-¿Entonces no se trata solo de diseñar tácticas sino de manejar emociones de un grupo y desde ahí generar un estilo?
-El entrenador tiene que estar más preparado que nunca porque los tiempos indican que el fútbol no es tan necesario como lo era en la antigüedad donde el juego era absoluto. Hoy hay diferentes estimulaciones que hacen que el profesional sea oficinista y no un jugador. Hay otras tentaciones, que generan que se juegue por obligación y no por alegría.
-¿Y cómo se cambia eso?
-Hay que ver cómo volver a construir un contexto para que el fútbol vuelva a ser lo que era.
-¿Qué contexto?
-Nosotros tenemos una profesión que nos permite ganar plata disfrutando de lo que hacemos. Muy poca gente puede hacer eso. Hay obligaciones que indican que uno trabaja de lo que puede y no de lo que disfruta. En el fútbol somos gente privilegiada y hay que disfrutar de la profesión.
-Está ahora en Buenos Aires, una ciudad que es muy dura con Messi. ¿Qué le diría a un tipo en la calle que critica a Messi?
-Creo que el que no reconoce a Messi como el mejor jugador es necio. Lo que le diría es que Leo no encuentra la misma versión en Argentina que en Barcelona porque, a lo mejor, acá no encuentra un disfrute. Habría que lograr, para que Leo se sintiera querido, que le aceptaran que puede jugar bien o jugar mal. Nosotros tenemos que estar orgullosos de tener al mejor del mundo. Si no lo disfrutamos, no va a haber nada que nos reconforte. Yo te puedo asegurar que todos esos comentarios a Messi le llegan y lo incomodan y esa incomodidad llega a la cancha.
-Cualquier tipo que camina por la calle diría que Messi es feliz.
-No creo que todo el mundo disfrute el fútbol. El fútbol atraviesa momentos, por ejemplo, con esto de las redes sociales, que no están bien.
No le seduce la élite: quiere ganarle a la élite. Habla de la importancia de disfrutar. Quiere que Messi sea feliz en Argentina.
No para. Apenas se apaga el grabador de una hora de nota, apoya las manos en una baranda de un hotel en el centro porteño y dice: "Durante la nota, pensaba en la frase 'Como un ciego imaginar te necesito', de Los Piojos". No para, nunca para: tres segundos después, comenta fascinado lo que le gustó el DVD del recital del Indio Solari que le regalaron hace unos días. No para, nunca, nunca, nunca: "Me encanta el último disco de Don Osvaldo".
Todo es rock, pero es más porque, mientras, comenta los dos partidos que se jugaron de la Champions League a la tarde y dos goles hizo Messi y Bayern Munich sigue jugando muy bien. Y en la oración siguiente, de repente, cita a Juan Domingo Perón para hablar de liderazgos. Jorge Sampaoli tiene una cabeza que nunca descansa.
Por eso, no se sorprende ni un poco cuando se le plantea el tema de la entrevista: "Queremos hablar de la imaginación y de la creatividad en el fútbol". Y el entrenador, uno de los más cotizados del mundo, mueve los dedos, construye silogismos y da una clase de filosofía.
-¿Qué es la imaginación?
- Por ahí, la imaginación, como definición de la misma palabra, tiene que ver con los sueños. Porque vos cuando imaginás te ponés en un escenario que todavía no pasó y para generar que eso suceda te trasladás a lugares impensados. El tipo que imagina es el que va atrapando una ilusión para que pase.
-¿Y cómo se aprende a imaginar?
- Mi aprendizaje tiene que ver con la calle y con lo diario. Cuando uno va prestándole atención a mucha gente de distintos lugares que te van alimentando la mente. Los entrenadores trabajamos de trasladar emociones. Para hacerlo, vos necesitás tener el sentimiento entrenado.
-¿Y qué ejercita?
-Analizando diferentes personalidades que no tienen que ver solamente con el fútbol. Busco gente que pudo revelarse ante historia que ya estaba escrita. Por eso hoy no me genera tanta curiosidad hablar con el mejor técnico de fútbol sino con el entrenador de Golden State (Steve Kerr), que modificó algo que parecía inmodificable en la NBA, como el estilo. O con un entrenador de balonmano en España que ha generado una revolución por la modificación de la forma.
-Entonces no alcanza sólo con ver partidos.
-Hay que ver otras cosas. Hoy ser dogmático te perjudica un montón. Si yo solo entro a una iglesia católica, me estoy perdiendo de muchas cosas. Porque no me tengo que encerrar en una sola visión. Tengo que tener muchas para poder entender a todo el grupo con el que trabajo.
-¿El fútbol está hoy más de la imaginación o del conservadurismo?
-La histeria con la que se juega en la actualidad por tener resultados inmediatos genera que el talento, la creatividad y la imaginación estén totalmente bloqueados. Ante esa necesidad, uno está oprimido y eso hace que no pueda brotar lo mejor del talento.
-Es curioso: fue campeón con Chile donde la obsesión por ganar no era simplemente materia del fútbol sino directamente de la sociedad chilena. ¿Cómo pudo trabajar, entonces, con los jugadores?
-Obviando todo el entorno y explicándoles que no había tanta necesidad de que este grupo tuviera que ganar la Copa. Porque Chile en cien años no la había ganado nunca. Ponerse esa mochila encima era ridícula y la íbamos a sufrir. Queríamos respetar una idea. La obligación era no ganar de cualquier forma sino el disfrute. Y eso fue generando que el equipo se construyera como obligación una forma de jugar y no que tenga directamente la única perspectiva de ganar el torneo porque eso era totalmente suicida.
-Da la sensación que en el fútbol la imaginación es cosa de los jugadores y que los entrenadores están como en una tarea más matemática, más fría.
-No. Tiene mucho de creatividad. Cuando quiero estimular ese punto tan mágico que es la imaginación, yo a veces me guío hablando con un ciego. Porque el ciego tiene que andar imaginando todo el tiempo y estimula otros sentidos como el oler. Entonces, el que no ve está imaginando la cara de con quién está hablando. Nosotros tratamos de seducir a través de la impronta o de la creatividad y, en eso, ver cómo los movimientos individuales potencian a los movimientos de los otros. Hay que lograr que los jugadores no se neutralicen sino que se potencien. Lograr momentos de posesión tienen que ver con armar la estructura de que un jugador se sienta cómodo en un grupo, que entienda que no tiene que tratar de recibir todas las pelotas, sino quizás preocuparse por ocupar un espacio que es una constante desde donde dañar a un rival. Eso se hace a través de mostrar, por ejemplo, que el egoísmo no importa y remontar al momento amateur en que nadie se creía lo que va pasando ahora. Todo eso requiere de imaginación.
- Por ahí, la imaginación, como definición de la misma palabra, tiene que ver con los sueños. Porque vos cuando imaginás te ponés en un escenario que todavía no pasó y para generar que eso suceda te trasladás a lugares impensados. El tipo que imagina es el que va atrapando una ilusión para que pase.
-¿Y cómo se aprende a imaginar?
- Mi aprendizaje tiene que ver con la calle y con lo diario. Cuando uno va prestándole atención a mucha gente de distintos lugares que te van alimentando la mente. Los entrenadores trabajamos de trasladar emociones. Para hacerlo, vos necesitás tener el sentimiento entrenado.
-¿Y qué ejercita?
-Analizando diferentes personalidades que no tienen que ver solamente con el fútbol. Busco gente que pudo revelarse ante historia que ya estaba escrita. Por eso hoy no me genera tanta curiosidad hablar con el mejor técnico de fútbol sino con el entrenador de Golden State (Steve Kerr), que modificó algo que parecía inmodificable en la NBA, como el estilo. O con un entrenador de balonmano en España que ha generado una revolución por la modificación de la forma.
-Entonces no alcanza sólo con ver partidos.
-Hay que ver otras cosas. Hoy ser dogmático te perjudica un montón. Si yo solo entro a una iglesia católica, me estoy perdiendo de muchas cosas. Porque no me tengo que encerrar en una sola visión. Tengo que tener muchas para poder entender a todo el grupo con el que trabajo.
-¿El fútbol está hoy más de la imaginación o del conservadurismo?
-La histeria con la que se juega en la actualidad por tener resultados inmediatos genera que el talento, la creatividad y la imaginación estén totalmente bloqueados. Ante esa necesidad, uno está oprimido y eso hace que no pueda brotar lo mejor del talento.
-Es curioso: fue campeón con Chile donde la obsesión por ganar no era simplemente materia del fútbol sino directamente de la sociedad chilena. ¿Cómo pudo trabajar, entonces, con los jugadores?
-Obviando todo el entorno y explicándoles que no había tanta necesidad de que este grupo tuviera que ganar la Copa. Porque Chile en cien años no la había ganado nunca. Ponerse esa mochila encima era ridícula y la íbamos a sufrir. Queríamos respetar una idea. La obligación era no ganar de cualquier forma sino el disfrute. Y eso fue generando que el equipo se construyera como obligación una forma de jugar y no que tenga directamente la única perspectiva de ganar el torneo porque eso era totalmente suicida.
-Da la sensación que en el fútbol la imaginación es cosa de los jugadores y que los entrenadores están como en una tarea más matemática, más fría.
-No. Tiene mucho de creatividad. Cuando quiero estimular ese punto tan mágico que es la imaginación, yo a veces me guío hablando con un ciego. Porque el ciego tiene que andar imaginando todo el tiempo y estimula otros sentidos como el oler. Entonces, el que no ve está imaginando la cara de con quién está hablando. Nosotros tratamos de seducir a través de la impronta o de la creatividad y, en eso, ver cómo los movimientos individuales potencian a los movimientos de los otros. Hay que lograr que los jugadores no se neutralicen sino que se potencien. Lograr momentos de posesión tienen que ver con armar la estructura de que un jugador se sienta cómodo en un grupo, que entienda que no tiene que tratar de recibir todas las pelotas, sino quizás preocuparse por ocupar un espacio que es una constante desde donde dañar a un rival. Eso se hace a través de mostrar, por ejemplo, que el egoísmo no importa y remontar al momento amateur en que nadie se creía lo que va pasando ahora. Todo eso requiere de imaginación.
-¿El fútbol le gusta más ahora o cuando era un pibe en Casilda?
-Mucho más antes. No disfruto mucho del fútbol. Cuando quiero disfrutar algo voy al cine. El único equipo que por ahí me genera algo es Bayern Munich, que es el único que me estimula colectivamente a disfrutar de algo. Veo individualidades talentosas en muchos partidos, pero no veo equipos que me generen expectativas.
-¿Por qué se ve tanto fútbol ahora?
-Yo no veo tanto fútbol. Veo partidos. La globalización te hace ver siete horas de partidos y quizás nada de fútbol. Por ahí, yo encuentro mejores cosas para el fútbol desde ver una película. Porque, quizás, ahí encuentro una apertura de algo que yo necesitaba para un equipo.
-Cuando uno viene de una crisis con un determinado equipo, por ahí, se obsesiona con ver los partidos que fallaron y obsesionarse con mirarse no hace bien. Y sí hace bien mirar un drama, que te permite, desde otra distancia, pensar para diagnosticar y tomar la decisión correcta. Porque, a veces, si un grupo está mal la solución no es pensar en entrenar más. Capaz hay algo diferente.
-¿Entonces no se trata solo de diseñar tácticas sino de manejar emociones de un grupo y desde ahí generar un estilo?
-El entrenador tiene que estar más preparado que nunca porque los tiempos indican que el fútbol no es tan necesario como lo era en la antigüedad donde el juego era absoluto. Hoy hay diferentes estimulaciones que hacen que el profesional sea oficinista y no un jugador. Hay otras tentaciones, que generan que se juegue por obligación y no por alegría.
-¿Y cómo se cambia eso?
-Hay que ver cómo volver a construir un contexto para que el fútbol vuelva a ser lo que era.
-¿Qué contexto?
-Nosotros tenemos una profesión que nos permite ganar plata disfrutando de lo que hacemos. Muy poca gente puede hacer eso. Hay obligaciones que indican que uno trabaja de lo que puede y no de lo que disfruta. En el fútbol somos gente privilegiada y hay que disfrutar de la profesión.
-Está ahora en Buenos Aires, una ciudad que es muy dura con Messi. ¿Qué le diría a un tipo en la calle que critica a Messi?
-Creo que el que no reconoce a Messi como el mejor jugador es necio. Lo que le diría es que Leo no encuentra la misma versión en Argentina que en Barcelona porque, a lo mejor, acá no encuentra un disfrute. Habría que lograr, para que Leo se sintiera querido, que le aceptaran que puede jugar bien o jugar mal. Nosotros tenemos que estar orgullosos de tener al mejor del mundo. Si no lo disfrutamos, no va a haber nada que nos reconforte. Yo te puedo asegurar que todos esos comentarios a Messi le llegan y lo incomodan y esa incomodidad llega a la cancha.
-Cualquier tipo que camina por la calle diría que Messi es feliz.
-No creo que todo el mundo disfrute el fútbol. El fútbol atraviesa momentos, por ejemplo, con esto de las redes sociales, que no están bien.
-¿Por qué las redes sociales?
-Las redes sociales para mí son redes antisociales. Porque las redes te acercan al lejano y te alejan del cercano. Entonces, se generan cosas como con Messi, que tiene todo el tiempo la exigencia de miles de mensajes en Twitter o en Facebook. Si el jugador no se abstrae de eso, es imposible que sea feliz por más que haga cuatro goles por partidos. Eso te genera una incomodidad diaria porque, aunque quieras alejarte, alguien te hace saber que están hablando de vos.
-Las redes sociales para mí son redes antisociales. Porque las redes te acercan al lejano y te alejan del cercano. Entonces, se generan cosas como con Messi, que tiene todo el tiempo la exigencia de miles de mensajes en Twitter o en Facebook. Si el jugador no se abstrae de eso, es imposible que sea feliz por más que haga cuatro goles por partidos. Eso te genera una incomodidad diaria porque, aunque quieras alejarte, alguien te hace saber que están hablando de vos.
-¿Y cómo trabajá contra eso?
-Trato de desarrollar lo que hago en el fútbol de manera de competir con las redes sociales. Seducir a través de lo que a mí me agrada que es el juego en sí. Decirles que estamos en un proyecto que va a tratar de que cada entrenamiento les genere una sonrisa. Después el tiempo dirá si esa manera de seducción es capaz de ganarle a las redes. Yo pienso en pensar en el fútbol, en disfrutar a través del pensamiento sobre cómo generar una gambeta, en entender que el fútbol es más que noventa minutos de entrenamiento. Es otra cosa. Son otras sensaciones. Es imaginar.
-Trato de desarrollar lo que hago en el fútbol de manera de competir con las redes sociales. Seducir a través de lo que a mí me agrada que es el juego en sí. Decirles que estamos en un proyecto que va a tratar de que cada entrenamiento les genere una sonrisa. Después el tiempo dirá si esa manera de seducción es capaz de ganarle a las redes. Yo pienso en pensar en el fútbol, en disfrutar a través del pensamiento sobre cómo generar una gambeta, en entender que el fútbol es más que noventa minutos de entrenamiento. Es otra cosa. Son otras sensaciones. Es imaginar.
-¿Por qué pone tanto énfasis en la seducción?
-Es que mi carrera fue así porque yo venía de Casilda, habiendo fracasado como jugador, y yo tenía que imaginar cómo llegar a dirigir un Mundial. Esa búsqueda por la seducción se generó desde cuando yo era chico y jugaba a hacerme reportajes a mí mismo. O se genera tratando de convencer a alguien al que le debés plata de que te preste algo más. Son situaciones para estimular la seducción. Uno tiene que ser un conquistador. Yo digo, siempre, que el mejor abogado es el que sabe qué piensa el jurado y no el que estudia leyes. En mí, es tener la claridad de con quién voy a hablar y de la manera en que voy a seducir. Por eso, a veces, escuchar un discurso de Perón es mucho mejor que ver un partido de fútbol.
-Entonces, ser entrenador requiere de un gran manejo de información. Si te volvieras el técnico de la selección de Finlandia, tendrías que estudiarte todo de ese país.
-Hay que escuchar música de Finlandia y hay que saber quién es el mejor cineasta de Finlandia. Si yo quisiera dirigir esa selección, tendría que ser un finlandés más. Si voy, quiero saber qué sienten, qué disfrutan, cómo lloran.
-Es que mi carrera fue así porque yo venía de Casilda, habiendo fracasado como jugador, y yo tenía que imaginar cómo llegar a dirigir un Mundial. Esa búsqueda por la seducción se generó desde cuando yo era chico y jugaba a hacerme reportajes a mí mismo. O se genera tratando de convencer a alguien al que le debés plata de que te preste algo más. Son situaciones para estimular la seducción. Uno tiene que ser un conquistador. Yo digo, siempre, que el mejor abogado es el que sabe qué piensa el jurado y no el que estudia leyes. En mí, es tener la claridad de con quién voy a hablar y de la manera en que voy a seducir. Por eso, a veces, escuchar un discurso de Perón es mucho mejor que ver un partido de fútbol.
-Entonces, ser entrenador requiere de un gran manejo de información. Si te volvieras el técnico de la selección de Finlandia, tendrías que estudiarte todo de ese país.
-Hay que escuchar música de Finlandia y hay que saber quién es el mejor cineasta de Finlandia. Si yo quisiera dirigir esa selección, tendría que ser un finlandés más. Si voy, quiero saber qué sienten, qué disfrutan, cómo lloran.
-¿Cómo se dio esa adaptación cultural siendo argentino en Chile?
-Era una cultura que, en el contexto de la historia de mi país, yo no hubiera imaginado dirigir. Nunca me imaginé llegar a Chile. El fútbol me llevó a esos lugares y yo en vez de rechazarlos pensé en colonizarlos. Todo fue una larga historia de aprendizajes. Como tengo que seguir aprendiendo ahora.
-Era una cultura que, en el contexto de la historia de mi país, yo no hubiera imaginado dirigir. Nunca me imaginé llegar a Chile. El fútbol me llevó a esos lugares y yo en vez de rechazarlos pensé en colonizarlos. Todo fue una larga historia de aprendizajes. Como tengo que seguir aprendiendo ahora.
-¿Por qué entrenadores que dicen que son ofensivos terminan siendo defensivos en partidos importantes?
-El miedo a perder hace que suceda eso. El miedo genera que vos no puedas afrontar situaciones que querrías pero que terminás reprimiendo. Eso genera que vos por ahí no logres disfrutar algo que querías que era dirigir un clásico y lo perdéis por el miedo a perder.
-El miedo a perder hace que suceda eso. El miedo genera que vos no puedas afrontar situaciones que querrías pero que terminás reprimiendo. Eso genera que vos por ahí no logres disfrutar algo que querías que era dirigir un clásico y lo perdéis por el miedo a perder.
-¿Qué piensa del miedo?
-Si tuviera miedo no hubiera salido de la comodidad en la que estaba y no me hubiera ido a tratar de conquistar un lugar donde yo no tenía ni nombre. Y logramos ganarles a equipos grandes despertando la rebeldía de gente que por ahí vivió mucho tiempo sometida.
-Es difícil pensar ese miedo en la selección argentina cuando todo el público parece decidido a ganar o ganar.
-Me pone triste cuando veo jugar a la Selección y no está llena. Voy a Perú o a Chile y la cancha explota con un nacionalismo desmedido. Me duele que en mi país no respete ni se valore a la Selección como se merece. En Argentina, lo peor que pasa es que la gente la va a querer cuando gane y no para que gane.
-Si tuviera miedo no hubiera salido de la comodidad en la que estaba y no me hubiera ido a tratar de conquistar un lugar donde yo no tenía ni nombre. Y logramos ganarles a equipos grandes despertando la rebeldía de gente que por ahí vivió mucho tiempo sometida.
-Es difícil pensar ese miedo en la selección argentina cuando todo el público parece decidido a ganar o ganar.
-Me pone triste cuando veo jugar a la Selección y no está llena. Voy a Perú o a Chile y la cancha explota con un nacionalismo desmedido. Me duele que en mi país no respete ni se valore a la Selección como se merece. En Argentina, lo peor que pasa es que la gente la va a querer cuando gane y no para que gane.
-¿Esto pasa por no ganar?
Hay un desencanto que habría que analizar. Es desde hace mucho tiempo. Tuvimos al mejor jugador en su momento, tenemos al mejor jugador ahora y parece que no lo queremos disfrutar. Yo creo que el jugador lo siente. Lo internaliza. Sabe que la gente no le da el apoyo que realmente merece. Que por ahí tenía la Selección del 86. Sería bueno volver a encantarnos con la bandera.
Hay un desencanto que habría que analizar. Es desde hace mucho tiempo. Tuvimos al mejor jugador en su momento, tenemos al mejor jugador ahora y parece que no lo queremos disfrutar. Yo creo que el jugador lo siente. Lo internaliza. Sabe que la gente no le da el apoyo que realmente merece. Que por ahí tenía la Selección del 86. Sería bueno volver a encantarnos con la bandera.
-Todos saben que sos un fanático del rock, ¿qué tan importante es?
-El rock me emociona. Todas las letras de los grupos que me gustan me brotan en momentos en que me tienen que brotar. El otro día, justamente, fui a dar una charla donde me presentaron en un colegio diciendo que “Chile logró un triunfo, después de tanto tiempo, a través del esfuerzo”. Y yo paré a la maestra y le dije una frase de la Bersuit: “El esfuerzo te afea”. Ganamos porque no nos obligamos a hacer algo.
-El rock me emociona. Todas las letras de los grupos que me gustan me brotan en momentos en que me tienen que brotar. El otro día, justamente, fui a dar una charla donde me presentaron en un colegio diciendo que “Chile logró un triunfo, después de tanto tiempo, a través del esfuerzo”. Y yo paré a la maestra y le dije una frase de la Bersuit: “El esfuerzo te afea”. Ganamos porque no nos obligamos a hacer algo.
-¿Guardiola es el técnico con más imaginación?
-Sí, es una persona que para mí tiene una gran imaginación porque maneja muy bien el disfrute de los jugadores.
-Sí, es una persona que para mí tiene una gran imaginación porque maneja muy bien el disfrute de los jugadores.
-¿El disfrute tiene que ver con la manera en que juegan sus equipos?
-Sí, porque el disfrute tiene que ver con la creatividad. La creatividad de poner a Robben y a Douglas Costa abiertos un partido y cerrados en otro y que los jugadores sepan que van ahí por algo. Él cambia los volantes externos por internos, pone a Lahm de contención o de central, y van los jugadores y juegan. Guardiola tiene una claridad conceptual como para que los jugadores entiendan y no lo tomen como una obsesión.
-Sí, porque el disfrute tiene que ver con la creatividad. La creatividad de poner a Robben y a Douglas Costa abiertos un partido y cerrados en otro y que los jugadores sepan que van ahí por algo. Él cambia los volantes externos por internos, pone a Lahm de contención o de central, y van los jugadores y juegan. Guardiola tiene una claridad conceptual como para que los jugadores entiendan y no lo tomen como una obsesión.
-El próximo desafío de Guardiola es Manchester City, ¿cuál es su próximo desafío?
-Me gustaría seguir colonizando lugares. Tratando de cambiar historias. Aprender de otras culturas. Hoy me genera mucho más un desafío de ese estilo que ir a un grande de Europa. Mi mayor ejercicio tiene que ver con tratar de cambiar historias. No me seduce tanto la elite sino ganarle a la elite desde otro lugar.
-Me gustaría seguir colonizando lugares. Tratando de cambiar historias. Aprender de otras culturas. Hoy me genera mucho más un desafío de ese estilo que ir a un grande de Europa. Mi mayor ejercicio tiene que ver con tratar de cambiar historias. No me seduce tanto la elite sino ganarle a la elite desde otro lugar.