Rousseff asegura que no va a renunciar
La presidenta de Brasil afirma que no existen bases para su destitución, como piden los opositores
Raquel Seco
São Paulo, El País
“No tengo cara de quien va a renunciar”. Los periodistas y los asesores recibieron con risas la enérgica afirmación de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, este viernes en una rueda de prensa en Brasilia. Pero, fuera, el ambiente es de todo menos risueño. Rousseff y su padrino político, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, enfrentan estos días los peores momentos de la crisis que arrecia desde hace un año.
Rousseff, amenazada por una petición para su destitución debido a supuestas maniobras fiscales irregulares, respondía así, de forma velada, a Aécio Nieves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el rival que derrotó en las elecciones de 2014. Esta semana, el senador aseguró que Rousseff ha perdido las "condiciones mínimas" para gobernar y sugirió que la renuncia sería "un gesto magnánimo, un gesto generoso para que Brasil inicie una nueva etapa en su historia". No es el único que piensa así. El domingo, movimientos sociales y políticos de oposición planean una gran manifestación en decenas de ciudades brasileñas, lo que puede empeorar aún más el panorama para la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT), que ya sufre con pocos apoyos en la Cámara de Diputados y una bajísima popularidad entre los brasileños (un 11%, según las últimas encuestas).
"Solicitar mi renuncia es reconocer que no existe base para el impeachment. Inténtenlo, y nosotros vamos a discutir con el país entero por qué quieren quitar [del poder] a un presidente legítimamente electo", advirtió Rousseff. Algunos medios brasileños anunciaron este viernes que ya está "resignada" ante la posibilidad de tener que abandonar el poder. "Yo no estoy resignada con nada. No tengo esta postura ante la vida", subrayó.
La presidenta también defendió a Lula da Silva, acorralado por las acusaciones de corrupción, y sobre el que ahora pesa una petición de prisión preventiva (aunque con unas bases legales dudosas, según expertos). Fuentes del Gobierno aseguran que Rousseff le ha ofrecido al expresidente un ministerio. Si Lula aceptara, quedaría aforado y solo podría ser juzgado por el Tribunal Supremo. "Tendría orgullo de tener a Lula en mi Gobierno, él haría una inmensa contribución. Pero no voy a discutir con usted si él va a estar o no", se limitó a comentar la mandataria.
Raquel Seco
São Paulo, El País
“No tengo cara de quien va a renunciar”. Los periodistas y los asesores recibieron con risas la enérgica afirmación de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, este viernes en una rueda de prensa en Brasilia. Pero, fuera, el ambiente es de todo menos risueño. Rousseff y su padrino político, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, enfrentan estos días los peores momentos de la crisis que arrecia desde hace un año.
Rousseff, amenazada por una petición para su destitución debido a supuestas maniobras fiscales irregulares, respondía así, de forma velada, a Aécio Nieves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el rival que derrotó en las elecciones de 2014. Esta semana, el senador aseguró que Rousseff ha perdido las "condiciones mínimas" para gobernar y sugirió que la renuncia sería "un gesto magnánimo, un gesto generoso para que Brasil inicie una nueva etapa en su historia". No es el único que piensa así. El domingo, movimientos sociales y políticos de oposición planean una gran manifestación en decenas de ciudades brasileñas, lo que puede empeorar aún más el panorama para la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT), que ya sufre con pocos apoyos en la Cámara de Diputados y una bajísima popularidad entre los brasileños (un 11%, según las últimas encuestas).
"Solicitar mi renuncia es reconocer que no existe base para el impeachment. Inténtenlo, y nosotros vamos a discutir con el país entero por qué quieren quitar [del poder] a un presidente legítimamente electo", advirtió Rousseff. Algunos medios brasileños anunciaron este viernes que ya está "resignada" ante la posibilidad de tener que abandonar el poder. "Yo no estoy resignada con nada. No tengo esta postura ante la vida", subrayó.
La presidenta también defendió a Lula da Silva, acorralado por las acusaciones de corrupción, y sobre el que ahora pesa una petición de prisión preventiva (aunque con unas bases legales dudosas, según expertos). Fuentes del Gobierno aseguran que Rousseff le ha ofrecido al expresidente un ministerio. Si Lula aceptara, quedaría aforado y solo podría ser juzgado por el Tribunal Supremo. "Tendría orgullo de tener a Lula en mi Gobierno, él haría una inmensa contribución. Pero no voy a discutir con usted si él va a estar o no", se limitó a comentar la mandataria.