Nada puede con Messi

Hat-trick del argentino y desastrosa actuación de Bikandi, que dejó al Rayo con nueve y concedió un tanto del Barça en fuera de juego. Rakitic y Arda completaron la manita.



Madrid, As
Cuando se citan en el Barça y el Rayo Vallecano de Paco Jémez en cualquier campo uno se imagina a Lord Alfred Tennyson en la grada tomando notas rememorando la Carga de la Brigada Ligera, ese ataque suicida de la caballería inglesa en la batalla de Balaclava contra las tropas rusas en el Valle de la Muerte. El Rayo no entiende de medias tintas. O triunfa a lo grande o se pega el mayor costalazo de la historia del fútbol. Pero en vez de dirigir la carga Lord Cardigan la dirige un Paco Jémez al que no le importa perder efectivos en cada ataque. La nobleza es lo primero y más vale ser acribillado de pie que vivir de rodillas detrás de un parapeto. El problema está cuando la artillería rival la dirige un tal Leo Messi que es el líder de un equipo que pasó por Vallecas goleando 1-5 y que se dispara hacia el título de Liga enviando un mensaje claro a sus rivales. Si vosotros apretáis, yo más.


El Barça de Luis Enrique suma ya 35 partidos sin conocer la derrota. No tenía pinta antes de empezar el partido ante el Rayo que el equipo blaugrana fuera a cortar su racha en el campo del Rayo, pero mucho menos cuando, al igual que le pasó ante el Real Madrid, el Rayo acabó con 9 futbolistas después de las expulsiones de Llorente e Iturra.

A favor del Rayo hay que decir que ni en inferioridad renunció a su idea de juego y siguieron los jugadores de Jémez cargando contra la portería de Bravo con un espíritu que hubiera emocionado a Tennyson. Y con el mismo escaso éxito que los de la Brigada Ligera.

Necesitó el Barcelona un minuto de despiste de sus rivales (el que va del 22 al 23) para dar el partido por sentenciado. Un error catastrófico del portero Juan Carlos cuando salió a buscar un centro templadito de Sergi Roberto le permitió a Rakitic marcar el primer tanto y un contragolpe en el que Neymar estaba en posición dudosa le permitió a Messi marcar el 0-2 con el que se llegó al final de la primera parte justo después de que Llorente se excediera en una acción contra Rakitic y se ganara una roja de manual.

La segunda parte ya fue un monumento al romanticismo. El Rayo, con un jugador menos, decidió presionar la salida de balón del Barcelona con cinco jugadores plantados en la mitad del campo barcelonista en un planteamiento tan hermoso como suicida. Messi tardó siete minutos en marcar e tercer gol, pero ni ese tanto, que daba por archivado el duelo, cambió el plan heroico de los locales que obtuvieron su premio con el tanto de Manucho.

Puestos a morir con grandeza, el portero local le paró un penalti (mal señalado) de Iturra sobre Busquets que le costó la roja al jugador del Rayo. La parada de Juan Carlos a Suárez, que sigue preso de una ansiedad goleadora que le atenaza, no cambió el rumbo del encuentro y Messi y Arda completaron la goleada ante un Rayo que volvió a caer. De pie, como le hubiera gustado a Tennyson cuando narraba cabalgadas imposibles de caballerías que únicamente buscaban una bella muerte ante rivales sin piedad.

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