Luis Enrique Ferrer: "Al régimen cubano se le acabó el discurso ideológico y sólo le queda el terror"

Natán Skigin
La visita de Barack Obama produjo un terremoto político en la Cuba comunista. Fue la primera visita de un presidente norteamericano a la isla en 88 años y, no sólo se reunió con Raúl Castro, sino también con opositores. Más aún, alentó a los disidentes a expresarse libremente.


Sin embargo, muchos demuestran su escepticismo respecto a la apertura democrática que la normalización de las relaciones. "No esperamos que el cambio dependa de negociaciones con Estados Unidos", asegura a Infobae Luis Enrique Ferrer, quien recibió la mayor pena en la Primavera Negra del 2003, cuando se produjo una serie de arrestos contra opositores al régimen castrista.

Con su hermano, José Daniel Ferrer, el líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), tiene una suerte de pacto: Luis Enrique es la voz del grupo que más preocupa al oficialismo fuera de la isla; José Daniel, en cambio, lucha desde adentro.

–¿Cree que el acercamiento entre EEUU y Cuba implicará cambios democráticos?

–En eso somos claros: no esperamos que el cambio dependa de negociaciones con EEUU. Es el pueblo cubano el que debe resolver su situación, porque debe tener voz, expresarse, asociarse, reunirse y cambiar su realidad. La dictadura trata de impedir todo esto y trata de sembrar esto del diferendo Cuba-EEUU, como que el problema que hay en la isla es por el embargo. El problema real que hay en Cuba es el de gobierno versus pueblo cubano.

–¿Por qué?

–El gobierno trata de controlar al pueblo por todos los medios, que ejerce un chantaje social sobre la población, que tiene un control absoluto sobre los medios de prensa, sobre las leyes y sobre todas las cosas. Incluso deciden hasta qué comen en su casa, porque ellos deciden si te venden o no un producto. Ese gobierno con un control absoluto contra un pueblo que sí anhela cambios, que quiere libertad, prosperidad y vivir en paz con el resto del continente, incluyendo a los norteamericanos. No por gusto la mayoría termina migrando a los EEUU. Es decir, no es un problema Cuba-EEUU, sino entre el gobierno de Cuba con el pueblo cubano. La dictadura se ha arropado bajo un color ideológico por conveniencia y oprime a todos los demás. Incluso a los que tienen la misma ideología pero que no simpatizan con ellos porque creen que no están haciendo lo correcto.

–Con frecuencia, la UNPACU denuncia arrestos de disidentes por parte del régimen. ¿Cuántos se producen a diario?

–En 2014, los arrestos de la oposición fueron entre 400 y 500 por mes. En 2015 eso se duplicó a alrededor de 1.000 por mes. En este 2016 estamos hablando de alrededor de 1.500. Por lo tanto, se está multiplicando. Esto depende también del pueblo cubano, que cuando está pasivo y aguanta todo lo que hace la dictadura sin reclamar derechos, el gobierno no se ve tan obligado a reprimir porque tiene todo bajo control y puede vender una imagen más bonita al exterior. En estos momentos, con la creciente oposición que hay en Cuba visible en las calles, el régimen se ve obligado a aumentar su represión, ya no puede tratar de engañar y de vender una imagen falsa, porque el pueblo sí quiere cambio. UNPACU, la organización más representativa, con mayor cantidad de miembros y la que más arrestos denuncia, es una muestra de la cantidad de cubanos que ven nuestro camino hacia la libertad como algo viable y por eso lo apoyan. Y como son tantos los que se están sumando, el régimen teme y reprime como única arma para controlar.

–Suele decirse que, además de la represión, se requiere cierto consenso para dominar a la población.

–Ya al régimen se le acabó el discurso ideológico y en estos momentos lo único que emplea es el terror, la fuerza bruta, los arrestos. La Policía te da una golpiza brutal, te llevan para un calabozo y te ponen en libertad cuando ya no te quedan huellas. Pero también luego intentan controlar tu vida, a tu familia, expulsan a tus hijos de las escuelas, de las universidades, te echan de los centros de trabajo, no te dejan vivir honradamente. No dan permiso para ejercer como cuentapropista, es decir, tener un pequeño negocio que permita sustentar a tu familia, buscan aislarte del resto de la sociedad y reprimen a los seres queridos para tratar de ablandarte por esa vía para que nos veamos obligados a retroceder en nuestras demandas de libertad y derechos humanos.

"Hasta que no haya elecciones libres no va a haber un cambio en Cuba"

–A veces con cierto anhelo, hace tiempo se anuncia el fin del régimen. Desde adentro, ¿cuáles son los signos más visibles de esto?

–El régimen está en crisis desde el derrumbe del bloque comunista de Europa del Este. El fin del apoyo de la Unión Soviética fue el primer signo de esta crisis. El primer síntoma fue el económico. Un pueblo que tenía el plato de comida asegurado gracias a la manutención de los soviéticos dejó de tenerlo. Esa hambruna y miseria tan grande empezó a despertar a mucha gente del sueño controlado totalmente, cuando no tenían ningún acceso a la prensa libre del mundo exterior, cuando el único contacto era entre los cubanos comunistas y Europa del Este. Y había que ganárselo. En esa época empieza la apertura al mundo porque el régimen se vio obligado a aceptar el turismo del mundo libre, de los países que llaman capitalistas, malos y asesinos. Ese turista fue el que empezó a interactuar con el cubano y a mostrar que había otro mundo más allá del que el cubano hasta entonces conocía.

–¿Fue sólo una crisis económica?

–Tras la crisis económica se produjo una crisis de valores, que decayeron y empezó a aparecer la doble moral que es, en realidad, no tener moral. Así el cubano empezó a subsistir, con un discurso en privado y otro en público. Gracias a la apertura al exterior y a internet, el pueblo empezó a despertar. Eso ha ido cambiando y, hoy en día, muchos ya se expresan con libertad en las calles.

–Entre muchos, hay dos factores que pueden jugar un papel importante en el cambio. En primer lugar, la crisis económica con la consecuente apertura al mundo capitalista y, en segundo, la edad de los líderes, de Raúl y Fidel Castro. ¿Son estos elementos determinantes?

–Claro que sí. Tanto las primeras víctimas como los victimarios de la Revolución están envejeciendo. Hay una nueva generación en ambos lados. Jóvenes a los que la jerarquía comunista ha tratado de inculcarle la misma ideología, pero ellos no ven las cosas de la misma manera y son los que están en el cambio generacional en la cúpula, ocupando los nuevos puestos.

–¿Y en la oposición?

–Dentro de la oposición también hubo un cambio de generación. Los más jóvenes no vivieron el terror en carne propia de la primera etapa del comunismo en Cuba y no tienen un temor tan grande como lo tienen los viejos. Lo que les queda es la transmisión de sus padres de que no se metan porque los van a encarcelar y desaparecer, pero los jóvenes tienen nuevas expectativas y no tienen el terror tan metido en la cabeza como para que eso los paralice. Por lo tanto, estos jóvenes son más dinámicos y demuestran su deseo de cambio. Es decir, el cambio generacional es fundamental y va a contribuir mucho. Son los mismos jóvenes los que están despertando a los viejos, diciéndoles: "Óyeme, tú querías algo en tu tiempo, luchaste por ello. Nosotros creemos que es el momento de buscar algo nuevo. El futuro que me heredaste fue un futuro de miserias, sin libertades y derechos, y nosotros queremos tener ello".

–Usted mencionaba la doble moral. ¿Cómo es el caso de los cubanos que cruzaron a Estados Unidos pero se dicen comunistas?

–Esa es una de las grandes muestras de la doble moral. Son personas que para sobrevivir en Cuba, en un sistema que premia según la fidelidad y apoyo hacia los líderes, para poder vivir mejor se sumaban a las filas del comunismo. Pero cuando los premiaron con algún viaje al exterior, jamás regresaron y se quedaron en EEUU. Declaran que su simpatía con el comunismo y allí tienen libertad de hacerlo. En Cuba no tenían libertad de decir lo contrario. Esas personas demuestran que, aún cuando siguen creyendo en el comunismo, no quieren vivir el comunismo que hay en Cuba. Por lo tanto, hay una contradicción. Pero también están los que nunca creyeron en el comunismo, fingieron serlo y, en cuanto les dieron una oportunidad, se fueron a EEUU, donde son anticomunistas. Muchas veces se cree en una cosa pero, para sobrevivir, hay que mostrar otra. Y muchos sólo se expresan libremente cuando están afuera del país.

–Quedan dos años de Raúl Castro en el poder, según lo que él mismo anunció. ¿Qué futuro vislumbra en Cuba?

–Que se quite o no a Raúl de la presidencia que ellos mismos se dieron, porque nadie los eligió, no es lo que va a cambiar o no en Cuba. Puede darse que se retire de la presidencia en 2018, pero que ponga a (el vicepresidente primero, Miguel) Díaz-Canel, un hombre más joven y con una imagen menos brutal pero que él simplemente haga lo que quiera Raúl Castro. Por lo tanto, mientras no se celebre un proceso de elecciones libres, donde las diferentes tendencias políticas estén representadas y la prensa tenga libertad para llegarle al pueblo con su mensaje, no se va a producir ningún cambio, aún cuando Raúl Castro ya no esté en el poder.
"El acercamiento con EEUU no va a traer cambios democráticos"

–¿Podrá la oposición llegar a una estrategia común contra los Castro?

–Creemos que sí. Hay cosas en las que se trabaja en conjunto pese a tener ideologías distintas. Aún con estas diferencias, quieren lo mismo para Cuba: tener un Estado de Derecho, democracia para proponer al pueblo quién quiere que los gobierne. La cuestión está en que deben darse las condiciones, como pasó en Venezuela, donde ahora hay una Asamblea con mayoría opositora pero con distintas agrupaciones y con matices políticos, pero que se pusieron de acuerdo para poder sacar al país de la posición en la que lo han sumido. En el caso de Cuba va a ser algo igual. Va a haber un momento donde se va a sumar más del 90% de la oposición.

–¿Qué se necesita para eso?

–Debe haber una nueva ley electoral, necesaria para crear las condiciones para el cambio de gobierno. Queremos cambiar la Constitución que dice que el Partido Comunista es el órgano rector de la sociedad cubana para que haya un espacio para que los diferentes sectores de la sociedad puedan verse representados.

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