Los Warriors de Curry igualan otro récord de Michael Jordan

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Otro récord ante el espejo de Michael Jordan y los Bulls de la temporada 1995-96: ya 44 victorias como local en Regular Season para los Warriors, todas desde que perdieron contra los Bulls (prórroga incluida: 111-113) el 27 de enero de 2015. En esta temporada el total es 26-0 (29-0 los Spurs) y el 72-10, el meollo del asunto, está cada día un poco más a tiro: ahora 55-5 tras 60 partidos, terreno que nadie había pisado jamás, y con 15 de los últimos 22 restantes en su pista, donde pueden llegar a 45 triunfos consecutivos, y apropiarse en exclusiva de otra marca histórica, el lunes ante los Magic. Aquellos Bulls, intocables hasta anteayer, marchaban tras 60 partidos 54-6, justo antes de perder el siguiente para el 54-7. Si los Warriors ganan a los Lakers el domingo (¿y cómo no van a ganarles?) tendrán dos de diferencia en el mano a mano: ante el espejo, veinte años después.


¿Es importante? Lo es. No en noviembre o diciembre, sí ahora. No lo es más que ser campeón, resulta obvio, pero lo es: semejante cita con la historia no compensa una lesión grave o una quema de cartuchos excesiva de cara a los playoffs. No dejan de repetirlo los adalides de la burocracia competitiva y es otra obviedad. Pero los Warriors no están ni manejando de forma irresponsable el reparto de minutos ni arriesgando más allá de lo que conviene: si el deporte también es estado de ánimo, y vaya si lo es, mal haría Steve Kerr en no atender al impulso huracanado de su equipo y al deseo de sus jugadores. Ninguno de los principales en edad de conservarse de forma meticulosa, por cierto y por las comparaciones con los Spurs. Que son otro monstruo, sí, pero un monstruo muy diferente.

Así que 55-5 con siete triunfos seguidos desde la paliza en Portland post All Star Weekend. En este tramo han sorteado una gira peliaguda, un partido trampa contra los Hawks sin Curry ni Iguodala y dos contra los Thunder, a los que han metido un 3-0 en sus duelos directos de la temporada. Ya no habrá más… en Regular Season. Esta vez, sin los vaivenes del primer cruce y sin la épica del segundo, los Warriors (121-106) ganaron por inercia, por colectivo, por conciencia de su propio juego y por ese estado de ánimo que tantas veces empuja más que las piernas. Los Thunder, en back to back y tercer partido fuera de casa en cuatro días, acabaron agotados físicamente y, sobre todo, drenados mentalmente, sin energía para competir cuando aparecieron los cuchillos largos en el Oracle. Es un equipo ahora mismo tocado, con un balance de 2-6 desde el All Star en un tramo en el que encaja más de 111 puntos de media y en el que se ha llevado dos derrotas seguidas especialmente dolorosas, de la remontada de los Clippers a la de los Warriors, mucho menos larga y mucho más plácida, en dos últimos cuartos seguidos en los que han encajado un parcial de 74-36. Los Thunder han perdido ya diez partidos en los que han entrado ganando al último cuarto. Una cuestión de ejecución que va atacando a la confianza. Especialmente a la colectiva. Y están, por cierto, 1-6 ante los Warriors desde el inicio de la pasada temporada.
A los Warriors les acaba sobrando tiempo

En el minuto 31 los Thunder dominaban 71-80 en un Oracle mudo y ante unos Warriors congelados, con lapsus extraños en defensa y sin apenas movilidad en ataque, un tramo de tercer cuarto local horrendo tras un primer tiempo de máxima presión (63-61), en el que los dos equipos se medían y todo el mundo esperaba a que empezaran a pasar cosas de verdad. Cosas: en el minuto 45 los Warriors ganaban 109-97 tras un parcial de 38-17 en 14 de juego real. Dio la sensación de que, sencillamente, unos se ponían a jugar y los otros dejaban de hacerlo. El despegue llegó sin Dray Green (14 puntos, 8 rebotes y 7 asistencias), Klay Thompson (21 puntos) ni Stephen Curry, que estaba jugando un muy mal segundo tiempo sin el tobillo al 100% pero que apareció para poner la puntilla con dos triples fabulosos y unas cuantas cositas más. Al final, piedra sobre piedra, claroscuros y un 5/15 en triples... pero 33 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias.

Durante dos cuartos y medio, los Thunder cambiaron mucho en defensa para trabajar las líneas de tiro de los Splash Brothers (6/22 total en triples, algunos fallos en tiros abiertos que meten siempre) y avanzaron reboteando mucho, sacando tiros libres y poniéndose en manos, con buenos tramos de Ibaka, de Kevin Durant. Westbrook no estuvo en partido casi nunca, primero porque corrió poco y después porque quiso correr mucho. Un despliegue sin resaca de lo de L.A. que, una vez más, se esfumó cuando llegó la hora de la ejecución en máxima presión.

En realidad cuando quisieron los Warriors, que no usaron a Iguodala (duda hasta última hora por problemas musculares) como perro de presa de Durant hasta casi el final. Con él y un trabajo espléndido de un Livingston que fue héroe nada silencioso (11 puntos, 8 asistencias, 3 robos), los Warriors empezaron a defender y sumar sin parar mientras su rival (10-0 clave para el 109-97) se enfangaba primero y se desmayaba después, esta vez sin demasiado atisbo de rebeldía. Durant terminó con 32 puntos, 10 rebotes, 9 asistencias... y 9 pérdidas, incapaz de seguir generando cuando el rival le emboscó con defensores rápidos y agresivos. Sin él, que no pudo hacer más, desapareció el juego en estático de los Thunder, engullido por la claustrofobia en campo cerrado que oprimió a Westbrook: 22 puntos (con maquillaje final), 6 rebotes, 7 asistencias… pero 8/24 en tiros y 1/8 en triples, la mayoría mal seleccionados. Desangelado, destemplado y en la picota tras lo que pasó contra los Clippers y lo que se dijo después, no fue el día del base cuando su equipo necesitó que apareciera y lo fue todavía menos cuando se empeñó en aparecer aunque su equipo no le necesitara. No en versión heroica, al menos.

Esas contradicciones de final de partido que siguen siendo un sudoku que los Thunder no resuelven, ni con Brooks ni con Donovan, contrastan con la facilidad con la que los Warriors viven dentro de los partidos en sus peores tramos y se escapan en cuanto entran mínimamente en calor. Con titulares o suplentes, esta vez sin exhibición exterior (11/34 en triples) y con solo un puñado de grandes minutos defensivos… Da lo mismo, y por eso están 55-5. Porque es un equipo que esconde en su interior muchos equipos o, lo que es lo mismo, un millón de formas de ganar. Al contrario que los Thunder: 3-0 en esta Regular Season, cuestión de lógica.

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