Jugó Las Palmas, ganó el Madrid

Dos cabezazos, de Ramos y Casemiro, desfiguraron la realidad. El equipo de Zidane estuvo a merced de los canarios muchos minutos. Ramos, expulsado, y Pepe, bajas ante el Sevilla.


Madrid, As
No le alcanzaron a Las Palmas su virtuosismo y su buenos principios. Ganó el Madrid, al que cada partido de Liga le resulta un marrón, una ocasión para ensuciar su imagen. Keylor Navas fue el último refugio a su pereza. Dos cabezazos de Ramos y de Casemiro engañaron al marcador pero no a la realidad, que apunta a tormento.


Jugó Arbeloa de lateral izquierdo con Marcelo sano y Nacho disponible. Y James, Kroos y Danilo se quedaron en el rincón de pensar, buscando su limpieza física y anímica. Definitivamente el Madrid ha hecho de esta Liga una pretemporada, en la que se reparten minutos, se reparan músculos (los de Bale, principalmente), se persiguen goles (de Cristiano) y se ensaya no se sabe bien qué, prácticas saludables pero que no tienen que ver con competir. Otra cosa es que la inercia (y la suerte), con jugadores superiores, le lleve lejos, pero donde no hay necesidad difícilmente habrá virtud.

El partido le dejó tres puntos canjeables por nada y varias advertencias. La primera, que es peligroso salir con la cabeza en otra cosa. A Las Palmas, un equipo que cocina su juego a fuego lento, puntada a puntada, le faltó tino en los muchísimos momentos de hipotensión del Madrid. Keylor sobrevivió a manos a manos ante Willian José y Nili y Momo se empachó de balón casi en el área pequeña. El Madrid sólo fue mejor a balón parado. Vivió de las desatenciones ajenas.

Repitió Lucas Vázquez, que es un extremo de seda, pero al que su condición de canterano le obliga a pagar cada oportunidad con sudor. Al que es de la familia se le pide primero pintar casas antes de pintar cuadros. Hace lo uno y lo otro. Y entre kilómetro y kilómetro, le dio medio gol a Cristiano y filtró un gran taconazo a Isco. En cuanto la BBC pierda una sigla, por lesión, ahí está él con la escopeta cargada.

Bale anda midiendo sus sóleos. Este curso, por primera vez desde que llegó al Madrid, ha dejado detalles de jugador de época, pero su condena muscular es larga. Dos zapatazos lejanos y un aprobado raspado.

Ramos recuperó la salud e hizo un tanto (segundo de la temporada) que desenredó el encuentro, con un cabezazo impetuoso muy de su estilo; Casemiro dejó algunas dudas como centrocampista de cierre pero resultó determinante, e Isco ofrece un punto más de intensidad que James, aunque anda más corto de gol y, en ocasiones, se abraza tanto a la pelota que acaba confundido. Arbeloa, como se esperaba, fue un lateral de cercanías y tampoco Carvajal alargó su recorrido. Cristiano, que nunca tuvo más justificación para jugar en beneficio propio, tiene tardes en que ve borrosa la portería. Esta fue una de ellas.

De Las Palmas hay que aplaudir su fidelidad al fútbol de toque reposado y exquisito que está en su ADN desde siempre y que cuesta mantener cuando el agua alcanza el cuello. Momo fue quien más propuso y su juego de ataque tuvo cierta gracia. Sobre todo al comienzo y en la segunda mitad, cuando el Madrid se acostó peligrosamente en el gol de Ramos. Keylor tuvo que agigantarse ante Willian José y Nili. Para entonces Zidane había retirado a Isco para darle dureza al equipo con Kovacic. Enfadó al primero y no fue solución el segundo, que regaló el empate, aunque Casemiro reparase la avería en dos minutos. Por partidos como este el francés se siente en funciones. Por partidos como este la Undécima no está al alcance de la vista.

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