El peligroso renacer de la extrema derecha en Alemania

Dario Mizrahi
Tras protagonizar el fenómeno político más aberrante de la historia de la humanidad, Alemania vivió una inigualable regeneración. Con el correr de las décadas, se fue transformando en uno de los países más democráticos, inclusivos y tolerantes de Europa.


La canciller Angela Merkel dio una potente muestra de ese espíritu en septiembre de 2015, cuando se comprometió a recibir a cientos de miles de refugiados que llegaron al continente huyendo de las tragedias humanitarias de Siria e Irak. Sin embargo, los conflictos desatados por ese proceso de apertura alentaron a pequeños grupos neonazis y xenófobos que, de a poco, empezaron a salir de las sombras.

La concurrencia a movilizaciones de la extrema derecha llegó en 2015 a su punto más alto en una década. Con 59.345 personas en el año, la cifra triplicó la de 2014, según una investigación realizada por el periódico británico The Independent con datos del Parlamento alemán. Lo preocupante es que desde 2009, cuando se registraron 34.702 manifestantes, el número venía en franco retroceso.

El pasado miércoles 16, el gobierno federal prohibió a un grupúsculo neonazi llamado "Los Lobos Blancos del Terror", acusado de incitar a la violencia contra los inmigrantes y la policía. Si bien no tenían más de 25 integrantes, la decisión oficial es una muestra de que el incremento de estas expresiones preocupa a las autoridades.

El dato más alarmante de todos fue el resultado de las elecciones realizadas el pasado domingo en tres importantes estados. La revelación de los comicios fue Alternativa para Alemania (AfD por su sigla en alemán), un partido nuevo que, si bien no se reivindica como neonazi, agita consignas que promueven el resentimiento y el chauvinismo, y bordean el racismo.

"Con AfD, Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) y otros grupos y eventos, ciertamente hemos visto un avance de las movilizaciones de extrema derecha en Alemania a lo largo de los últimos dos años. Hoy es muy difícil estimar cuán lejos puede llegar este proceso y cuáles serán sus consecuencias de largo plazo", dijo a Infobae el sociólogo Johannes Kiess, profesor de la Universidad de Siegen.

¿Qué es AfD y hasta dónde puede llegar?

"Los resultados recientes en los tres parlamentos provinciales han sacudido al sistema de partidos. Es la primera vez en la historia de Alemania desde la posguerra que un partido populista de derecha consigue semejante éxito. Es muy probable que en los próximos años logre afianzarse y que entre en el Bundestag (el Parlamento Nacional) en 2017", explicó Matthias Freise, profesor del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Münster, consultado por Infobae.

AfD salió segundo en Sajonia-Anhalt con el 24% de los votos. Quedó tercero en Baden-Württemberg, donde obtuvo el 15% de los sufragios, y en Renania Palatinado, con el 12,6 por ciento. Estos números evidencian que ya no se trata de un fenómeno marginal, sino de algo que llegó para quedarse.

"Es la primera vez desde la posguerra que un partido populista de derecha consigue semejante éxito"

Para Stefan Luft, profesor de ciencia política de la Universidad de Bremen, hubo giro a la izquierda de la Unión Demócrata Cristiana (CDU por su sigla en alemán), el partido de Merkel, que históricamente se ubicó en la centroderecha del espectro ideológico. Esto dejó disconforme a parte de sus votantes, que quedaron disponibles para una opción más claramente conservadora.

"En muchos países europeos hay partidos de derecha, pero ellos no tienen la historia de Alemania. Sin embargo, por el momento no se puede establecer una línea directa entre el nazismo y AfD. Hay que ver si vuelve a fortalecerse el poder de integración del resto de los partidos. Si no, las fuerzas radicales continuarán ganando popularidad", dijo Luft a Infobae.
Frauke Petry, actual líder del partido
AP

AfD se fundó el 14 de abril de 2013. Al comienzo, el eje de sus propuestas estaba puesto en el rechazo a la integración europea. Pero con la crisis de los refugiados fue deslizándose hacia posiciones más críticas de la inmigración y de los extranjeros.

"Es un partido de extrema derecha, con un estilo político ultranacionalista. Desde el punto de vista económico se opone a las políticas sociales y está dispuesto a estimular el odio hacia todo tipo de minorías. El hecho de que ahora se centren en los refugiados por una cuestión estratégica no debería ocultar que sus verdaderos enemigos son el islam, el movimiento LGBT y otros grupos minoritarios", contó Kiess.

"Se diferencia de los partidos clásicos de extrema derecha, como el Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD en alemán), en el lenguaje que utiliza y en el modo en que se presenta. Por eso, la mayoría de los analistas lo clasifican como populista de derecha. El giro al populismo es un fenómeno común en los partidos derechistas europeos. Es algo que ha ocurrido con el Frente Nacional en Francia", agregó.

Dos grandes interrogantes entraña el avance de AfD. Hasta dónde puede llegar su radicalización ideológica y la agresividad de sus propuestas, y cuál es su techo electoral, si es que tiene.

"Es nacionalista de derecha, y en parte extremista, pero definitivamente no es un nuevo partido nazi —dijo Freise—. En cuanto a su magnitud, las encuestas estiman que puede alcanzar un máximo de 20% a escala federal. Personalmente, creo que va a estar en torno al 15% en los comicios del año próximo. Pero si la pregunta es si tiene una chance realista de llegar a ser gobierno en algún estado o a nivel nacional, la respuesta es no. Todas las fuerzas democráticas están unidas y no veo posibilidades de que sea lo suficientemente fuerte como para alcanzar la mayoría".

Pegida y los movimientos neonazis
"Mucho más peligrosos son los grupos de jóvenes extremistas que se afianzan cada vez más en la parte este de Alemania (en la ex República Democrática Alemana), alterando la vida cotidiana. En distintos puntos del país se están desarrollando áreas en las que tienen prohibido el ingreso las personas no blancas", apuntó Freise.

"Temo que las violaciones xenófobas, como los ataques a campos de refugiados, se incrementarán en el futuro. La situación se puede volver aún más precaria si la crisis se sale de control o si se produce algún ataque terrorista. En algunas regiones del país podría ser el disparador de una ola de violencia contra los extranjeros y de un fortalecimiento de la extrema derecha. A pesar de todo, creo que Alemania seguirá siendo un país democrático", agregó.

Los analistas coinciden en que partidos como AfD, si bien suponen un riesgo por su discurso violento, no representan la mayor amenaza. A fin de cuentas, juegan dentro del sistema político ordinario. El gran desafío de las autoridades es contener las expresiones más inorgánicas de este fenómeno, que no están sujetas a ningún límite.

"Mucho más peligrosos son los grupos de jóvenes extremistas que se afianzan en la parte este de Alemania"

Es el caso de Pegida. Este movimiento nacido en Dresde es expresamente xenófobo y, como su nombre lo indica, centra sus ataque en la población musulmana.

"Las manifestaciones racistas contra los solicitantes de asilo comenzaron en 2014. Desde entonces asistimos a distintos fenómenos. Uno de ellos es Pegida, que es capaz de movilizar a algunas miles de personas cada lunes, con picos de 25 mil asistentes. Los participantes de estas protestas están muy en contra de los musulmanes, de los inmigrantes y de su integración. Lutz Bachmann sigue siendo el líder del grupo incluso después de que se difundiera una foto suya posando como Adolf Hitler", explicó el sociólogo Fabian Virchow, profesor de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Düsseldorf , en diálogo con Infobae.

"Al principio —continuó—, los ciudadanos comunes no participaban de estos mítines organizados por neonazis, pero esto ha ido cambiando. Hay un incremento en el nivel de violencia. Por ejemplo, están creciendo los incendios intencionales en campos de refugiados".

Las causas detrás de estas amenazas
"La razón superficial del éxito de las nuevas fuerzas de extrema derecha es la crisis de refugiados. La canciller Merkel decidió abrir las fronteras el verano pasado. Entraron al país más de un millón de personas, la mayoría provenientes de Siria, Irak y Afganistán. Esto causó un desafío sin precedentes para los municipios alemanes, que deben alojarlas e integrarlas al mercado de trabajo, algo que es en extremo difícil", afirmó el politólogo de la Universidad de Münster.

AfD y los grupúsculos más extremistas se nutrieron de los miedos de mucha gente que rechaza a los refugiados y a los inmigrantes por igual, porque cree que pueden destruir la cultura nacional. Este sentimiento es particularmente fuerte en el este de Alemania, donde la población sigue siendo muy homogénea, y no está acostumbrada a convivir con otras culturas.

"Sabemos por los sondeos de opinión —dijo Virchow— que cerca del 10% de los alemanes tienen una cosmovisión de extrema derecha. En la mayoría de los casos ignoran las elecciones o votan a partidos de la derecha democrática. Además, los prejuicios y estereotipos contra los gitanos y los musulmanes son compartidos por entre el 30 y el 40% de la población".

La reciente y masiva afluencia de inmigrantes y solicitantes de asilo disparó estos temores, que de todos modos ya estaban presentes en el país. Por eso, hay razones más profundas que los explican.
"Desde hace algunos años la sociedad alemana viene desarrollando tendencias muy peligrosas. Mientras que el 75% de la población vive relativamente bien, cerca del 25% está en condiciones precarias. Se amplió la brecha entre ricos y pobres, especialmente en el este, donde mucha gente siente que no tiene perspectivas de futuro", concluyó Freise.

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