El misterio de los cuerpos que aparecen en Río

Cadáveres y extremidades emergen de las aguas frente a la urbe con cierta regularidad

María Martín
Río de Janeiro, El País
Un brazo emergió hace un par de semanas de las aguas de la Bahía de Guanabara, futuro escenario de las competiciones de vela durante los Juegos Olímpicos, que se celebrarán en agosto en Río de Janeiro. La extremidad, ensangrentada, flotaba en el agua rodeada de una espuma espesa del color de un capuchino. La escena es macabra, porque si uno se fija, en ella también se dibujaba lo que parecía una cabeza, pero pocos en esta ciudad se conmocionaron. Un hombre se topó con aquello, lo fotografió, lo envió a un periódico y declaró: “Ya vi otros cuerpos flotando otras veces. Uno el año pasado y otro hace cinco años”. La policía dijo que iba a investigar. Y el caso acabó ahí.


No es la primera vez que en la Ciudad Maravillosa se ve algo así. En 2013, unos barrenderos encontraron dos brazos embadurnados de arena en la famosísima playa de Ipanema. Durante casi dos años, un periodista local insistió para que la Policía Civil le informase de quién eran aquellos brazos y cómo llegaron hasta allí, pero lo único que consiguió es que el gabinete de prensa lo bautizase, por su incomprendida perseverancia, con el apodo de “el reportero de los brazos”.

El brazo fue el último de los problemas que afronta la Bahía de Guanabara, destino final del alcantarillado y la basura de millones de personas. La naturaleza, por suerte, se encarga periódicamente de recordar a las autoridades que incumplieron la promesa de descontaminarla antes de los Juegos. Esa misma semana, después de unos días de fuertes lluvias, una enorme marea de desperdicios, cajas de huevos, troncos de árboles y decenas de botellas de plástico recaló frente al novísimo Museo del Mañana, obra del arquitecto español Santiago Calatrava y una de las últimas millonarias inauguraciones de la ciudad olímpica. La postal del Río de Janeiro de hoy estaba al completo: un carísimo museo, una plaza recién reformada con vistas al mar, majestuosos transatlánticos llenos de turistas atracados en sus diques y un espectacular basurero flotante.

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