El jefe sirio de Antigüedades asegura que el 80% de la ruinas de Palmira está en buen estado
Maamoun Abdulkarim estima que se podría reconstruir el yacimiento arqueológico en cinco años
Natalia Sancha
Beirut, El País
“Podemos asegurar que el 80% de las ruinas de Palmira están en buen estado”, ha confirmado en una conversación telefónica a EL PAÍS, Maamoun Abdulkarim, director general de Antigüedades y Museos en Siria. “He llorado dos veces en mi vida. Cuando fui padre y tras conocer la liberación de Palmira”, añadía un eufórico director al recibir los informes de su equipo, ya desplazado en el terreno.
Tras sobrevivir a más de 2.000 años con sus guerras desde el imperio romano al otomano, una quinta parte del yacimiento de Palmira ha sucumbido en pleno siglo XXI bajo el Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés). El califato se hacía el pasado mes de mayo con la novia del desierto y patrimonio de la humanidad, que este domingo fue finalmente liberada por las tropas regulares sirias junto con el apoyo de la aviación rusa.
Parte de esta “amarga victoria” en la reducción de daños, como la califica Abdulkarim, recae sobre la población local, un remanente de 15.000 de los 70.000 vecinos iniciales. “Tras la destrucción del Arco del Triunfo seis meses atrás, los funcionarios junto con la población local advirtieron a Daesh (acrónimo peyorativo en árabe para referirse al ISIS) que nuevos destrozos provocarían un levantamiento popular”, relata Abdulkarim.
En el intervalo de 10 meses, el ISIS ha destruido parte de los tesoros de la humanidad que albergaba este antiguo oasis. Paso obligado para las caravanas llegadas de Asia en su ruta hacia el Imperio Romano, Palmira alberga vestigios grecorromanos únicos. En agosto, el ISIS dinamitaba el templo de Bel, donde se veneró al más importante de sus dioses. Tan sólo han sobrevivido los muros exteriores y sus pórticos. La estructura más completa con la que contaba Palmira, 2.000 años de antigüedad, ya no preside la entrada del Tetrapylon, el corredor de 1.100 metros de largo escoltado por 750 columnas romanas. “¡Las columnas están intactas al igual que el ágora!”, espeta incrédulo por teléfono el director de antigüedades.
En 2010, hasta 150.000 turistas visitaban anualmente Tedmur, como se conoce a Palmira en árabe. Entonces, los visitantes recorrían a camello su espina dorsal, apuntalada por la hilera de columnas. Pero ya no podrán cruzar el Arco del Triunfo, el último en ser dinamitado por los yihadistas. “Nos llevará un año reconstruirlo, pero no es una misión imposible”, se muestra optimista Abdulkarim. A las pérdidas, que la directora de la UNESCO, Irina Bokova, ha tildado de “crímenes de guerra”, se suma el templete de Bal Shamin, datado del año 17 d.C. En él, las gentes imploraban al dios fenicio lluvias que regaran la desértica región. Los daños también se extienden a una decena de torres milenarias, entre ellas las de Elahbel, Iamliku y Kitot. En una evaluación preliminar, Abdulkarim celebró la recuperación de la estatua del León de Al-Lat, de 1.900 años y que se pensaba destruida, localizada a pocos metros de su pedestal.
Las imágenes satelitales auguraban otra grata sorpresa. El teatro romano, que cierra el Tetrapylon y donde en tiempos de preguerra los niños cargados con un enjambre de postales perseguían a los turistas, también ha sobrevivido al califato. Menos suerte ha vivido su museo.“Las caras están quemadas, pero no están muertas”, dice Abdulkarim en referencia a los bustos recuperados de las estatuas decapitadas por los terroristas en su interior.
Transcurridas tan solo 24 horas de la expulsión del ISIS, Abdulkarim ya ha comenzado a sentar las bases para la reconstrucción. “Me ha llamado Irina Bokova para felicitarme y me ha asegurado que la UNESCO está dispuesta a movilizar los recursos necesarios para su restauración”, señalo Abdulkarim, confirmando las declaraciones previas hechas por UNESCO. Unos recursos que habrán de concretar y cifrar en una reunión prevista para los próximos días y a la que atenderá el equipo sirio. “Si hay suficientes restos de piedras y están en buen estado, podremos reconstruir Palmira en cinco años”, calcula Abdulkarim. “Pero para eso necesitamos el apoyo de la comunidad internacional”, apostilla.
La recuperación de Palmira es una de las muchas batallas que libra este director. Quien habrá de proseguir su particular guerra, una paralela a la que asola al país desde un lustro y que se ha cobrado más de 270.000 vidas. Su labor es la de preservar las joyas sirias y de la humanidad. Las ciudades viejas de Alepo, Bosra y Damasco, las ciudades muertas del norte del país o el castillo del Crack de los caballeros, son otros de los seis sitios sirios catalogados como patrimonio de la humanidad por la UNECSO hoy en peligro. A la destrucción fruto de la guerra se suma el saqueo del país por parte de mercenarios del arte de las grandes mafias afincadas en Europa y Estados Unidos. Un pillaje que, en lo que respecta a las tumbas de Palmira, Abdulkarim espera poder valorar esta misma semana in situ.
Natalia Sancha
Beirut, El País
“Podemos asegurar que el 80% de las ruinas de Palmira están en buen estado”, ha confirmado en una conversación telefónica a EL PAÍS, Maamoun Abdulkarim, director general de Antigüedades y Museos en Siria. “He llorado dos veces en mi vida. Cuando fui padre y tras conocer la liberación de Palmira”, añadía un eufórico director al recibir los informes de su equipo, ya desplazado en el terreno.
Tras sobrevivir a más de 2.000 años con sus guerras desde el imperio romano al otomano, una quinta parte del yacimiento de Palmira ha sucumbido en pleno siglo XXI bajo el Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés). El califato se hacía el pasado mes de mayo con la novia del desierto y patrimonio de la humanidad, que este domingo fue finalmente liberada por las tropas regulares sirias junto con el apoyo de la aviación rusa.
Parte de esta “amarga victoria” en la reducción de daños, como la califica Abdulkarim, recae sobre la población local, un remanente de 15.000 de los 70.000 vecinos iniciales. “Tras la destrucción del Arco del Triunfo seis meses atrás, los funcionarios junto con la población local advirtieron a Daesh (acrónimo peyorativo en árabe para referirse al ISIS) que nuevos destrozos provocarían un levantamiento popular”, relata Abdulkarim.
En el intervalo de 10 meses, el ISIS ha destruido parte de los tesoros de la humanidad que albergaba este antiguo oasis. Paso obligado para las caravanas llegadas de Asia en su ruta hacia el Imperio Romano, Palmira alberga vestigios grecorromanos únicos. En agosto, el ISIS dinamitaba el templo de Bel, donde se veneró al más importante de sus dioses. Tan sólo han sobrevivido los muros exteriores y sus pórticos. La estructura más completa con la que contaba Palmira, 2.000 años de antigüedad, ya no preside la entrada del Tetrapylon, el corredor de 1.100 metros de largo escoltado por 750 columnas romanas. “¡Las columnas están intactas al igual que el ágora!”, espeta incrédulo por teléfono el director de antigüedades.
En 2010, hasta 150.000 turistas visitaban anualmente Tedmur, como se conoce a Palmira en árabe. Entonces, los visitantes recorrían a camello su espina dorsal, apuntalada por la hilera de columnas. Pero ya no podrán cruzar el Arco del Triunfo, el último en ser dinamitado por los yihadistas. “Nos llevará un año reconstruirlo, pero no es una misión imposible”, se muestra optimista Abdulkarim. A las pérdidas, que la directora de la UNESCO, Irina Bokova, ha tildado de “crímenes de guerra”, se suma el templete de Bal Shamin, datado del año 17 d.C. En él, las gentes imploraban al dios fenicio lluvias que regaran la desértica región. Los daños también se extienden a una decena de torres milenarias, entre ellas las de Elahbel, Iamliku y Kitot. En una evaluación preliminar, Abdulkarim celebró la recuperación de la estatua del León de Al-Lat, de 1.900 años y que se pensaba destruida, localizada a pocos metros de su pedestal.
Las imágenes satelitales auguraban otra grata sorpresa. El teatro romano, que cierra el Tetrapylon y donde en tiempos de preguerra los niños cargados con un enjambre de postales perseguían a los turistas, también ha sobrevivido al califato. Menos suerte ha vivido su museo.“Las caras están quemadas, pero no están muertas”, dice Abdulkarim en referencia a los bustos recuperados de las estatuas decapitadas por los terroristas en su interior.
Transcurridas tan solo 24 horas de la expulsión del ISIS, Abdulkarim ya ha comenzado a sentar las bases para la reconstrucción. “Me ha llamado Irina Bokova para felicitarme y me ha asegurado que la UNESCO está dispuesta a movilizar los recursos necesarios para su restauración”, señalo Abdulkarim, confirmando las declaraciones previas hechas por UNESCO. Unos recursos que habrán de concretar y cifrar en una reunión prevista para los próximos días y a la que atenderá el equipo sirio. “Si hay suficientes restos de piedras y están en buen estado, podremos reconstruir Palmira en cinco años”, calcula Abdulkarim. “Pero para eso necesitamos el apoyo de la comunidad internacional”, apostilla.
La recuperación de Palmira es una de las muchas batallas que libra este director. Quien habrá de proseguir su particular guerra, una paralela a la que asola al país desde un lustro y que se ha cobrado más de 270.000 vidas. Su labor es la de preservar las joyas sirias y de la humanidad. Las ciudades viejas de Alepo, Bosra y Damasco, las ciudades muertas del norte del país o el castillo del Crack de los caballeros, son otros de los seis sitios sirios catalogados como patrimonio de la humanidad por la UNECSO hoy en peligro. A la destrucción fruto de la guerra se suma el saqueo del país por parte de mercenarios del arte de las grandes mafias afincadas en Europa y Estados Unidos. Un pillaje que, en lo que respecta a las tumbas de Palmira, Abdulkarim espera poder valorar esta misma semana in situ.