El Gobierno de Colombia inicia un proceso de paz con el ELN
La negociación con la segunda guerrilla se produce después de casi dos años de conversaciones
Javier Lafuente
Bogotá, El País
Colombia enfila el camino hacia la paz con las dos guerrillas del país. El Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el segundo movimiento armado, acordaron este miércoles iniciar un proceso de paz que se complementará con el que asoma a su final con las FARC tras más de tres años de conversaciones en La Habana. De lograrse un pacto con ambas guerrillas, la violencia que ha asolado a Colombia durante más de 50 años –con cerca de ocho millones de víctimas- quedará reducida a las bandas criminales vinculadas al narcotráfico y al paramilitarismo aún presente en muchas zonas del país.
Las negociaciones con el ELN, cuyo inicio no se concretará hasta que la guerrilla libere a todos los secuestrados en su poder, se celebrarán principalmente en Ecuador aunque habrá sedes paralelas en Venezuela, Chile, Cuba y Brasil. El anuncio supone un espaldarazo para el presidente, Juan Manuel Santos, en un momento delicado de su gestión. La no consecución de la firma de la paz con las FARC el pasado 23 de marzo, fecha acordada por el mandatario y la guerrilla en septiembre, incrementó aún más el escepticismo sobre este proceso. Además, el anuncio de los nuevos diálogos se produce unos días antes de la marcha convocada para este sábado en Colombia contra la gestión de Santos y su apuesta por la paz con las FARC. Las concentraciones están respaldadas y alentadas por el Centro Democrático, el principal opositor al proceso, liderado por el expresidente Álvaro Uribe.
Los puntos de la agenda de negociación prácticamente son los mismos que con las FARC, aunque el Gobierno ha aceptado una mayor participación ciudadana, uno de los reclamos de los elenos. Aunque Santos ha querido dar trascendencia a las conversaciones y ha recalcado la historia propia que tiene el ELN, se ha mostrado tajante a la hora de hablar de justicia. El presidente colombiano ha asegurado que no se va a crear otro tribunal especial de paz, por lo que los guerrilleros del ELN serán juzgados de la misma forma que se ha acordado con las FARC.
La negociación con el ELN había supuesto un quebradero de cabeza para el Gobierno de Santos. Las autoridades colombianas estiman que la guerrilla cuenta con unos 1.300 miembros aunque algunos analistas creen que la cifra asciende hasta 2.000. Pese a ser número inferior a los cerca de 6.500 que se presupone a las FARC-, el ELN había intensificado sus ataques en los últimos cinco años. De no lograrse un acuerdo con esta guerrilla, el posconflicto en Colombia podría tener consecuencias inesperadas. Las operaciones contra la guerrilla en zonas compartidas con las FARC obstaculizarían la verificación del cese al fuego. El temor a que el ELN ocupe los espacios dejados por las FARC era también mayúsculo. Los principales riesgos se concentrarían en aquellas regiones donde operan los frentes más beligerantes, el circuito conocido como ABC (Arauca, Boyacá y Casanare), Norte de Santander, Chocó, Cauca y Nariño.
EL ELN nació en 1964, casi a la par de las FARC, con una ideología que mezcla cristianismo, marxismo y nacionalismo radical. La extorsión y los secuestros, que se cuentan por miles, han sido su fuente de financiación principal, aunque en los últimos años los vínculos con el narcotráfico han ido a más. Hasta ocho presidentes han intentado en vano iniciar un proceso de paz con el ELN, una guerrilla que ha tenido un componente político mucho más marcado que el de las FARC.
Santos anunció el inicio de conversaciones exploratorias durante la campaña para su reelección presidencial, en mayo de 2014. Si con las FARC se tardó seis meses en formar la mesa negociadora, con el ELN no ha sido posible hasta ahora. Los primeros diálogos se celebraron en Ecuador y Brasil, de forma alterna, pero ya en el verano de ese año el lugar de Brasil lo ocupó Venezuela. Noruega, Chile y Cuba también han acompañado el proceso.
El papel que debía jugar o no Venezuela ha sido uno de los mayores obstáculos para conseguir que, finalmente, se iniciase la negociación con el ELN. La guerrilla ha insistido en que Caracas fuese la sede principal de las conversaciones. Allí, según las autoridades colombianas, se resguardan los miembros de la dirección, que siempre han encontrado el apoyo del Gobierno bolivariano, tanto con Hugo Chávez como con Nicolás Maduro. De hecho, los frentes más activos de la guerrilla siguen estando en las regiones fronterizas. Para el Gobierno colombiano este planteamiento era impensable por las tensas relaciones que mantienen actualmente Bogotá y Caracas a raíz de la crisis fronteriza y ante la inestabilidad política de Venezuela. Finalmente, Ecuador será la sede central, aunque habrá otras en Venezuela, Chile, Brasil y Cuba, para tratar de conectar ambos procesos de paz.
Otro de los aspectos que ha retrasado el arranque de las conversaciones han sido las grietas dentro del Comando Central, la dirección elena, en donde había ganado peso Gustavo Aníbal Girondo, alias Pablito, en detrimento del líder de la guerrilla, alias Gabino. Pablito es el comandante del Frente Domingo Laín, con gran poder en Arauca y la frontera con Venezuela, el bloque más rico gracias a la extorsión, el secuestro y los vínculos con el narcotráfico. Desde finales de 2014 es, además, parte del Comando Central (Coce), quien toma las decisiones de la guerrilla. Aunque no ha estado presente en las conversaciones exploratorias, su poder hace mella. Solo así se entiende, dicen quienes están al tanto del proceso, el endurecimiento durante muchos meses del las posturas del líder de la delegación elena, alias Antonio García, acompañado en los encuentros, entre otros, por otro miembro del Coce, Pablo Beltrán, de perfil más moderado. El equipo del Ejecutivo lo ha liderado Frank Pearl, también negociador del Gobierno con las FARC.
Javier Lafuente
Bogotá, El País
Colombia enfila el camino hacia la paz con las dos guerrillas del país. El Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el segundo movimiento armado, acordaron este miércoles iniciar un proceso de paz que se complementará con el que asoma a su final con las FARC tras más de tres años de conversaciones en La Habana. De lograrse un pacto con ambas guerrillas, la violencia que ha asolado a Colombia durante más de 50 años –con cerca de ocho millones de víctimas- quedará reducida a las bandas criminales vinculadas al narcotráfico y al paramilitarismo aún presente en muchas zonas del país.
Las negociaciones con el ELN, cuyo inicio no se concretará hasta que la guerrilla libere a todos los secuestrados en su poder, se celebrarán principalmente en Ecuador aunque habrá sedes paralelas en Venezuela, Chile, Cuba y Brasil. El anuncio supone un espaldarazo para el presidente, Juan Manuel Santos, en un momento delicado de su gestión. La no consecución de la firma de la paz con las FARC el pasado 23 de marzo, fecha acordada por el mandatario y la guerrilla en septiembre, incrementó aún más el escepticismo sobre este proceso. Además, el anuncio de los nuevos diálogos se produce unos días antes de la marcha convocada para este sábado en Colombia contra la gestión de Santos y su apuesta por la paz con las FARC. Las concentraciones están respaldadas y alentadas por el Centro Democrático, el principal opositor al proceso, liderado por el expresidente Álvaro Uribe.
Los puntos de la agenda de negociación prácticamente son los mismos que con las FARC, aunque el Gobierno ha aceptado una mayor participación ciudadana, uno de los reclamos de los elenos. Aunque Santos ha querido dar trascendencia a las conversaciones y ha recalcado la historia propia que tiene el ELN, se ha mostrado tajante a la hora de hablar de justicia. El presidente colombiano ha asegurado que no se va a crear otro tribunal especial de paz, por lo que los guerrilleros del ELN serán juzgados de la misma forma que se ha acordado con las FARC.
La negociación con el ELN había supuesto un quebradero de cabeza para el Gobierno de Santos. Las autoridades colombianas estiman que la guerrilla cuenta con unos 1.300 miembros aunque algunos analistas creen que la cifra asciende hasta 2.000. Pese a ser número inferior a los cerca de 6.500 que se presupone a las FARC-, el ELN había intensificado sus ataques en los últimos cinco años. De no lograrse un acuerdo con esta guerrilla, el posconflicto en Colombia podría tener consecuencias inesperadas. Las operaciones contra la guerrilla en zonas compartidas con las FARC obstaculizarían la verificación del cese al fuego. El temor a que el ELN ocupe los espacios dejados por las FARC era también mayúsculo. Los principales riesgos se concentrarían en aquellas regiones donde operan los frentes más beligerantes, el circuito conocido como ABC (Arauca, Boyacá y Casanare), Norte de Santander, Chocó, Cauca y Nariño.
EL ELN nació en 1964, casi a la par de las FARC, con una ideología que mezcla cristianismo, marxismo y nacionalismo radical. La extorsión y los secuestros, que se cuentan por miles, han sido su fuente de financiación principal, aunque en los últimos años los vínculos con el narcotráfico han ido a más. Hasta ocho presidentes han intentado en vano iniciar un proceso de paz con el ELN, una guerrilla que ha tenido un componente político mucho más marcado que el de las FARC.
Santos anunció el inicio de conversaciones exploratorias durante la campaña para su reelección presidencial, en mayo de 2014. Si con las FARC se tardó seis meses en formar la mesa negociadora, con el ELN no ha sido posible hasta ahora. Los primeros diálogos se celebraron en Ecuador y Brasil, de forma alterna, pero ya en el verano de ese año el lugar de Brasil lo ocupó Venezuela. Noruega, Chile y Cuba también han acompañado el proceso.
El papel que debía jugar o no Venezuela ha sido uno de los mayores obstáculos para conseguir que, finalmente, se iniciase la negociación con el ELN. La guerrilla ha insistido en que Caracas fuese la sede principal de las conversaciones. Allí, según las autoridades colombianas, se resguardan los miembros de la dirección, que siempre han encontrado el apoyo del Gobierno bolivariano, tanto con Hugo Chávez como con Nicolás Maduro. De hecho, los frentes más activos de la guerrilla siguen estando en las regiones fronterizas. Para el Gobierno colombiano este planteamiento era impensable por las tensas relaciones que mantienen actualmente Bogotá y Caracas a raíz de la crisis fronteriza y ante la inestabilidad política de Venezuela. Finalmente, Ecuador será la sede central, aunque habrá otras en Venezuela, Chile, Brasil y Cuba, para tratar de conectar ambos procesos de paz.
Otro de los aspectos que ha retrasado el arranque de las conversaciones han sido las grietas dentro del Comando Central, la dirección elena, en donde había ganado peso Gustavo Aníbal Girondo, alias Pablito, en detrimento del líder de la guerrilla, alias Gabino. Pablito es el comandante del Frente Domingo Laín, con gran poder en Arauca y la frontera con Venezuela, el bloque más rico gracias a la extorsión, el secuestro y los vínculos con el narcotráfico. Desde finales de 2014 es, además, parte del Comando Central (Coce), quien toma las decisiones de la guerrilla. Aunque no ha estado presente en las conversaciones exploratorias, su poder hace mella. Solo así se entiende, dicen quienes están al tanto del proceso, el endurecimiento durante muchos meses del las posturas del líder de la delegación elena, alias Antonio García, acompañado en los encuentros, entre otros, por otro miembro del Coce, Pablo Beltrán, de perfil más moderado. El equipo del Ejecutivo lo ha liderado Frank Pearl, también negociador del Gobierno con las FARC.