El ‘efecto Trump’ provoca una movilización sin precedentes de votantes latinos
Diversas iniciativas para elevar la participación de los latinos perciben una reacción contra el magnate y el Partido Republicano
Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles, El País
Desde el mismo día que lanzó su campaña, en junio del año pasado, Donald Trump se ha presentado como un duro contra la inmigración y especialmente contra los latinos. Sus insultos provocaron el verano pasado un movimiento de reacción de la comunidad latina que llevó incluso a actos de boicot económico contra el magnate. La duda es si eso se acabaría traduciendo en una reacción en las urnas si él fuera el candidato. Con las primarias medio decididas en ambos partidos y a cuatro meses de la proclamación definitiva de candidatos, algo empiezan a vislumbrar los más pegados al terreno. Faltan meses para que haya datos concluyentes, pero ya hay un efecto Trump que está movilizando a los latinos en números sin precedentes para votar y frenar su camino a la Presidencia.
El pasado jueves, varias organizaciones bajo el paraguas del Center for Community Change Action presentaron una iniciativa multimillonaria para hacer un esfuerzo definitivo de aquí a noviembre que aumente la participación de los latinos en las elecciones. Bajo la forma de un Super PAC (grupo de apoyo electoral en principio apartidista) tienen un presupuesto inicial de 15 millones de dólares para registrar minorías para votar, especialmente latinos. Entre los inversores del grupo está el multimillonario George Soros.
Sulma Arias, una de las coordinadoras de la iniciativa, afirma que Trump es “la gasolina que va a encender esta máquina”. “Estamos organizando una campaña integrada y sofisticada a un nivel que antes no se podía en los movimientos de base”, afirma. Van a concentrar sus esfuerzos en tres estados, Florida, Nevada y Colorado, donde la victoria puede caer de cualquier lado (swing states) y la población latina es muy importante. “La meta es demostrar que como inmigrantes no vamos a tolerar la retórica del Partido Republicano y vamos a demostrar que en estos tres estados tenemos el poder de votar contra esos valores”, dice Arias en conversación telefónica desde Washington.
Gracias a Trump, “está aumentando el coraje de la comunidad”. “Definitivamente, él ha galvanizado un efecto en el Partido Republicano en el que compiten a ver quién es más duro contra los inmigrantes”, dice Arias. “La gente está lista, pero esa rabia tenemos que moverla hacia algo positivo. La apuesta es canalizar ese coraje. El mensaje es que tenemos que salir a votar si no queremos a Donald Trump como presidente”.
Es una convención en la política norteamericana que los latinos han crecido tanto que si votan en bloque pueden decidir elecciones. Sin embargo, no es exactamente así. Los latinos en general solo se movilizan para las presidenciales y es difícil que lo hagan en primarias o en elecciones más locales. Mientras la participación electoral supera el 64% entre blancos y afroamericanos, entre los latinos está por debajo del 50%. En estas elecciones, se calcula que 27,3 millones de latinos tendrán derecho a voto, 4 millones más que en 2012. Una de las razones por las que la participación es baja entre los latinos es que el 44% de esta población son millenials, menores de 30 años, que vota por lo general menos. Cada 30 segundos, un latino cumple 18 años. Lo más preocupante para los republicanos es que el efecto Trump está llegando también a los jóvenes.
El pasado miércoles por la mañana, un grupo de estudiantes del instituto Alliance for Community Empowerment para comunidades desfavorecidas en Canoga Park, al norte de Los Ángeles, participaba en una discusión con este corresponsal sobre Trump. El 90% de los estudiantes eran latinos, algunos ciudadanos, otros no. Stephanie Tomasino, de 24 años, decía que “Trump es un ignorante y todos los que le apoyan son unos ignorantes”. Se siente afectada por lo que dijo de los mexicanos. Alexis Romo, de 18 años, decía que “Trump es listo”. “Le criticamos, pero lo que hace le funciona, porque le dejamos hacerlo. No vale con sentarse a hablar, hay que empezar un movimiento”.
“En mi casa hablamos mucho de política y Trump asusta a mi familia”, decía Danae Gallardo, de 20 años. Ella es beneficiaria del programa de protección contra la deportación DACA, aprobado por Obama. “No es solo los mexicanos, afecta a todos los demás”. Nélida de la Rosa, de 20 años, opinaba que Trump es “un hipócrita” porque “su familia eran inmigrantes”. De su familia, su tía es la única que puede votar “y dice que cualquiera menos Trump”. Nadie quiso defender al millonario. Julian Monroe, de 17 años, concedía que Trump sería “bueno en economía”, pero le considera un racista. Todos los estudiantes consultados quieren votar por Bernie Sanders, o le votarían si pudieran. Donald Trump ha conseguido colarse en las preocupaciones de los jóvenes latinos como quizá no haya hecho nunca otro candidato a la presidencia.
“Cada vez más jóvenes se están registrando para votar y se apuntan como voluntarios para registrar a otros. Esto nunca había pasado”, dice Ben Monterroso, de la organización Mi Familia Vota
El efecto Trump amenaza con ir más allá del candidato en concreto e impregnar cualquier carrera electoral para los republicanos. Marta Segura se presenta a la Asamblea estatal de California por el distrito 64, que incluye algunos de los barrios más deprimidos de Los Ángeles, como Watts, Compton o Wilmington. Hace dos décadas eran barrios de mayoría afroamericana, pero ahora son predominantemente latinos. Estos días está en plena campaña para conseguir el voto de sus vecinos y se ha encontrado en Trump un sorprendente aliado. “La gente está muy preocupada con eso”, afirmaba el jueves a EL PAÍS tras un acto de la Latino Chamber of Commerce de Los Ángeles. “Siempre están haciendo chistes de Trump. Tienen piñatas de Trump en sus casas”. En su campaña puerta a puerta por los barrios de South LA se ha encontrado con padres indocumentados que animan a sus hijos ciudadanos a votar: “Ahora sí se está registrando y movilizando la gente para asegurarse de frenar a Trump”.
Segura admite que Trump es un “regalo envenenado”. “Ha ayudado a mi campaña en el sentido de que si votan más latinos, me favorece”. Pero advierte de que “hay que continuar con la educación y la movilización después de las elecciones. Se puede conseguir un cambio duradero y no solo responder ante situaciones extremas”.
“Lo triste es que ha hecho falta un Trump para movilizarnos”, dice una estudiante latina de 24 años
Una situación parecida está percibiendo Jorge Nuño, empresario y organizador social del sur de Los Ángeles que esta semana ha empezado una campaña para registrar a gente para votar. “Es una oportunidad, la gente se ha movilizado”, dice Nuño. “Mi comadre que me limpia en la oficina dice que quiere votar porque ¡viene Trump! La gente está nerviosa”. Hasta el punto de que “gente que tenía planes de comprarse una casa empieza a dudar porque igual viene Trump”.
Una de las organizaciones con más experiencia e implantación nacional para animar a los latinos a votar es Mi Familia Vota. Su director, Ben Monterroso, afirma que “cada vez más jóvenes se están registrando para votar y se apuntan como voluntarios para registrar a otros. Esto nunca había pasado”. En lo que va de campaña, han visto aumentos del 30% en el registro de latinos respecto a 2012. En Nevada, un estado clave que puede caer de cualquier lado y donde los latinos son una quinta parte del electorado, el aumento está siendo del 60%. También han visto inmigrantes que, después de años sin interesarse por hacerse ciudadanos de Estados Unidos, se están apresurando a jurar la Constitución para poder votar en noviembre. Solo para poder parar Trump.
“Definitivamente, a nivel nacional nunca (los latinos) habíamos sido atacados de esta manera”, dice Monterroso. “Es preocupante que no haya habido una defensa de los inmigrantes por parte del Partido Republicano. Como decimos en mi pueblo: el que calla, otorga”. Monterroso cree que “hay que asegurarse de que no se queda en el efecto Trump. Hay que trabajar para que nuestra comunidad entienda que la única manera de parar a los republicanos es votar por candidatos que nos representen dignamente”. Mi Familia Vota se declara no partidista.
Trump aún no es el candidato. El ala más tradicional del Partido Republicano, el llamado establishment, promete dar la batalla hasta el final para impedirlo. Su principal temor desde el principio, que Trump sea un candidato que provoque una movilización de las minorías sin precedentes y les deje otros cuatro años fuera de la Casa Blanca, parece estar tomando forma. Como decía en el instituto de Canoga Park Ashley León, de 24 años, de padre colombiano sin papeles y madre mexicana: “Lo triste es que ha hecho falta un Trump para movilizarnos”.
Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles, El País
Desde el mismo día que lanzó su campaña, en junio del año pasado, Donald Trump se ha presentado como un duro contra la inmigración y especialmente contra los latinos. Sus insultos provocaron el verano pasado un movimiento de reacción de la comunidad latina que llevó incluso a actos de boicot económico contra el magnate. La duda es si eso se acabaría traduciendo en una reacción en las urnas si él fuera el candidato. Con las primarias medio decididas en ambos partidos y a cuatro meses de la proclamación definitiva de candidatos, algo empiezan a vislumbrar los más pegados al terreno. Faltan meses para que haya datos concluyentes, pero ya hay un efecto Trump que está movilizando a los latinos en números sin precedentes para votar y frenar su camino a la Presidencia.
El pasado jueves, varias organizaciones bajo el paraguas del Center for Community Change Action presentaron una iniciativa multimillonaria para hacer un esfuerzo definitivo de aquí a noviembre que aumente la participación de los latinos en las elecciones. Bajo la forma de un Super PAC (grupo de apoyo electoral en principio apartidista) tienen un presupuesto inicial de 15 millones de dólares para registrar minorías para votar, especialmente latinos. Entre los inversores del grupo está el multimillonario George Soros.
Sulma Arias, una de las coordinadoras de la iniciativa, afirma que Trump es “la gasolina que va a encender esta máquina”. “Estamos organizando una campaña integrada y sofisticada a un nivel que antes no se podía en los movimientos de base”, afirma. Van a concentrar sus esfuerzos en tres estados, Florida, Nevada y Colorado, donde la victoria puede caer de cualquier lado (swing states) y la población latina es muy importante. “La meta es demostrar que como inmigrantes no vamos a tolerar la retórica del Partido Republicano y vamos a demostrar que en estos tres estados tenemos el poder de votar contra esos valores”, dice Arias en conversación telefónica desde Washington.
Gracias a Trump, “está aumentando el coraje de la comunidad”. “Definitivamente, él ha galvanizado un efecto en el Partido Republicano en el que compiten a ver quién es más duro contra los inmigrantes”, dice Arias. “La gente está lista, pero esa rabia tenemos que moverla hacia algo positivo. La apuesta es canalizar ese coraje. El mensaje es que tenemos que salir a votar si no queremos a Donald Trump como presidente”.
Es una convención en la política norteamericana que los latinos han crecido tanto que si votan en bloque pueden decidir elecciones. Sin embargo, no es exactamente así. Los latinos en general solo se movilizan para las presidenciales y es difícil que lo hagan en primarias o en elecciones más locales. Mientras la participación electoral supera el 64% entre blancos y afroamericanos, entre los latinos está por debajo del 50%. En estas elecciones, se calcula que 27,3 millones de latinos tendrán derecho a voto, 4 millones más que en 2012. Una de las razones por las que la participación es baja entre los latinos es que el 44% de esta población son millenials, menores de 30 años, que vota por lo general menos. Cada 30 segundos, un latino cumple 18 años. Lo más preocupante para los republicanos es que el efecto Trump está llegando también a los jóvenes.
El pasado miércoles por la mañana, un grupo de estudiantes del instituto Alliance for Community Empowerment para comunidades desfavorecidas en Canoga Park, al norte de Los Ángeles, participaba en una discusión con este corresponsal sobre Trump. El 90% de los estudiantes eran latinos, algunos ciudadanos, otros no. Stephanie Tomasino, de 24 años, decía que “Trump es un ignorante y todos los que le apoyan son unos ignorantes”. Se siente afectada por lo que dijo de los mexicanos. Alexis Romo, de 18 años, decía que “Trump es listo”. “Le criticamos, pero lo que hace le funciona, porque le dejamos hacerlo. No vale con sentarse a hablar, hay que empezar un movimiento”.
“En mi casa hablamos mucho de política y Trump asusta a mi familia”, decía Danae Gallardo, de 20 años. Ella es beneficiaria del programa de protección contra la deportación DACA, aprobado por Obama. “No es solo los mexicanos, afecta a todos los demás”. Nélida de la Rosa, de 20 años, opinaba que Trump es “un hipócrita” porque “su familia eran inmigrantes”. De su familia, su tía es la única que puede votar “y dice que cualquiera menos Trump”. Nadie quiso defender al millonario. Julian Monroe, de 17 años, concedía que Trump sería “bueno en economía”, pero le considera un racista. Todos los estudiantes consultados quieren votar por Bernie Sanders, o le votarían si pudieran. Donald Trump ha conseguido colarse en las preocupaciones de los jóvenes latinos como quizá no haya hecho nunca otro candidato a la presidencia.
“Cada vez más jóvenes se están registrando para votar y se apuntan como voluntarios para registrar a otros. Esto nunca había pasado”, dice Ben Monterroso, de la organización Mi Familia Vota
El efecto Trump amenaza con ir más allá del candidato en concreto e impregnar cualquier carrera electoral para los republicanos. Marta Segura se presenta a la Asamblea estatal de California por el distrito 64, que incluye algunos de los barrios más deprimidos de Los Ángeles, como Watts, Compton o Wilmington. Hace dos décadas eran barrios de mayoría afroamericana, pero ahora son predominantemente latinos. Estos días está en plena campaña para conseguir el voto de sus vecinos y se ha encontrado en Trump un sorprendente aliado. “La gente está muy preocupada con eso”, afirmaba el jueves a EL PAÍS tras un acto de la Latino Chamber of Commerce de Los Ángeles. “Siempre están haciendo chistes de Trump. Tienen piñatas de Trump en sus casas”. En su campaña puerta a puerta por los barrios de South LA se ha encontrado con padres indocumentados que animan a sus hijos ciudadanos a votar: “Ahora sí se está registrando y movilizando la gente para asegurarse de frenar a Trump”.
Segura admite que Trump es un “regalo envenenado”. “Ha ayudado a mi campaña en el sentido de que si votan más latinos, me favorece”. Pero advierte de que “hay que continuar con la educación y la movilización después de las elecciones. Se puede conseguir un cambio duradero y no solo responder ante situaciones extremas”.
“Lo triste es que ha hecho falta un Trump para movilizarnos”, dice una estudiante latina de 24 años
Una situación parecida está percibiendo Jorge Nuño, empresario y organizador social del sur de Los Ángeles que esta semana ha empezado una campaña para registrar a gente para votar. “Es una oportunidad, la gente se ha movilizado”, dice Nuño. “Mi comadre que me limpia en la oficina dice que quiere votar porque ¡viene Trump! La gente está nerviosa”. Hasta el punto de que “gente que tenía planes de comprarse una casa empieza a dudar porque igual viene Trump”.
Una de las organizaciones con más experiencia e implantación nacional para animar a los latinos a votar es Mi Familia Vota. Su director, Ben Monterroso, afirma que “cada vez más jóvenes se están registrando para votar y se apuntan como voluntarios para registrar a otros. Esto nunca había pasado”. En lo que va de campaña, han visto aumentos del 30% en el registro de latinos respecto a 2012. En Nevada, un estado clave que puede caer de cualquier lado y donde los latinos son una quinta parte del electorado, el aumento está siendo del 60%. También han visto inmigrantes que, después de años sin interesarse por hacerse ciudadanos de Estados Unidos, se están apresurando a jurar la Constitución para poder votar en noviembre. Solo para poder parar Trump.
“Definitivamente, a nivel nacional nunca (los latinos) habíamos sido atacados de esta manera”, dice Monterroso. “Es preocupante que no haya habido una defensa de los inmigrantes por parte del Partido Republicano. Como decimos en mi pueblo: el que calla, otorga”. Monterroso cree que “hay que asegurarse de que no se queda en el efecto Trump. Hay que trabajar para que nuestra comunidad entienda que la única manera de parar a los republicanos es votar por candidatos que nos representen dignamente”. Mi Familia Vota se declara no partidista.
Trump aún no es el candidato. El ala más tradicional del Partido Republicano, el llamado establishment, promete dar la batalla hasta el final para impedirlo. Su principal temor desde el principio, que Trump sea un candidato que provoque una movilización de las minorías sin precedentes y les deje otros cuatro años fuera de la Casa Blanca, parece estar tomando forma. Como decía en el instituto de Canoga Park Ashley León, de 24 años, de padre colombiano sin papeles y madre mexicana: “Lo triste es que ha hecho falta un Trump para movilizarnos”.