Cruyff, el gran maestro de la nueva quinta de entrenadores
Barcelona, AS
Hay técnicos que, por su discurso y clarividencia, actúan de oráculos para sus jugadores y les despiertan la pasión por ser entrenador. Johan Cruyff fue uno de ellos. Su filosofía ha impregnado a una nueva hornada de técnicos, todos ellos hijos de las ideas innovadoras y atrevidas del técnico de Ajax y Barcelona, rompedoras a finales de los 80. Van Basten, Rijkaard, Stoichkov, Koeman, Valverde, Lopetegui, Milla, Celades, Abelardo, Unzué, Óscar García, Bakero, Sergi, Ferrer, Carreras, Roura, Soler, Alfaro, Onésimo, Luis Enrique o Guardiola: discípulos de Cruyff y ahora difusores de sus pensamientos desde el banquillo.
Y eso que el holandés nunca se sacó el carnet de entrenador y la RFEF se lo tuvo que conceder en una votación extraordinaria de su junta directiva. El propio Cruyff tenía muy clara su postura. “¿Qué me va a enseñar un profesor sobre técnica? Siempre me negué a hacer el curso. Por eso me inventé el cargo de director técnico, para dirigir sin carné”. Sus ideas no estaban en los libros, sino en su cabeza. Cruyff era un visionario.
Milla es uno de los más gráficos, y resumió recientemente la influencia del holandés en todos los entrenadores que han bebido de sus fuentes. “Lo que te marca es su concepto de dominar el juego desde la posesión, ser protagonista y llevar la iniciativa”, consignas que, en aquella época, no eran la tendencia. Cruyff convirtió el rondo en el eje principal de los entrenamientos, la posesión en la mejor manera de defender, primó los jugadores inteligentes por encima del resto, puso los extremos a banda cambiada e innovó con una disposición táctica en la que los triángulos y los rombos eran las figuras geométricas por excelencia, así siempre los jugadores encontraban, al menos, dos líneas de pase que daban fluidez al juego. Conceptos que, actualmente, son el pan de cada día en cualquier equipo. Bakero lo percibió desde el primer día. “En España nos basábamos en el esfuerzo, correr y la fuerza. Él nos enseñó que el fútbol era la inteligencia y controlar el juego”.
Para Guardiola, su mentor siempre será el pionero. Su grandeza fue la de ser el primero. “Todos tenemos la capacidad de hacer las cosas, pero si uno viene a decir que hay que hacer esto a partir de la nada... Yo no hubiera sido capaz de construir algo desde el inicio”, comentó después de haber dejado el club azulgrana.
Cruyff dejó numerosas enseñanzas y anécdotas, como en aquel encuentro ante el Atlético de Madrid en el que al entrenador se le preguntó por Manolo, delantero rojiblanco, y contestó: “Como siempre se desmarca, pues no lo marcaremos”. O también su mentalidad, siempre ganadora, algo que inculcó al Barcelona y a sus jugadores, quienes ahora siguen viendo el fútbol con los ojos de Cruyff.
Hay técnicos que, por su discurso y clarividencia, actúan de oráculos para sus jugadores y les despiertan la pasión por ser entrenador. Johan Cruyff fue uno de ellos. Su filosofía ha impregnado a una nueva hornada de técnicos, todos ellos hijos de las ideas innovadoras y atrevidas del técnico de Ajax y Barcelona, rompedoras a finales de los 80. Van Basten, Rijkaard, Stoichkov, Koeman, Valverde, Lopetegui, Milla, Celades, Abelardo, Unzué, Óscar García, Bakero, Sergi, Ferrer, Carreras, Roura, Soler, Alfaro, Onésimo, Luis Enrique o Guardiola: discípulos de Cruyff y ahora difusores de sus pensamientos desde el banquillo.
Y eso que el holandés nunca se sacó el carnet de entrenador y la RFEF se lo tuvo que conceder en una votación extraordinaria de su junta directiva. El propio Cruyff tenía muy clara su postura. “¿Qué me va a enseñar un profesor sobre técnica? Siempre me negué a hacer el curso. Por eso me inventé el cargo de director técnico, para dirigir sin carné”. Sus ideas no estaban en los libros, sino en su cabeza. Cruyff era un visionario.
Milla es uno de los más gráficos, y resumió recientemente la influencia del holandés en todos los entrenadores que han bebido de sus fuentes. “Lo que te marca es su concepto de dominar el juego desde la posesión, ser protagonista y llevar la iniciativa”, consignas que, en aquella época, no eran la tendencia. Cruyff convirtió el rondo en el eje principal de los entrenamientos, la posesión en la mejor manera de defender, primó los jugadores inteligentes por encima del resto, puso los extremos a banda cambiada e innovó con una disposición táctica en la que los triángulos y los rombos eran las figuras geométricas por excelencia, así siempre los jugadores encontraban, al menos, dos líneas de pase que daban fluidez al juego. Conceptos que, actualmente, son el pan de cada día en cualquier equipo. Bakero lo percibió desde el primer día. “En España nos basábamos en el esfuerzo, correr y la fuerza. Él nos enseñó que el fútbol era la inteligencia y controlar el juego”.
Para Guardiola, su mentor siempre será el pionero. Su grandeza fue la de ser el primero. “Todos tenemos la capacidad de hacer las cosas, pero si uno viene a decir que hay que hacer esto a partir de la nada... Yo no hubiera sido capaz de construir algo desde el inicio”, comentó después de haber dejado el club azulgrana.
Cruyff dejó numerosas enseñanzas y anécdotas, como en aquel encuentro ante el Atlético de Madrid en el que al entrenador se le preguntó por Manolo, delantero rojiblanco, y contestó: “Como siempre se desmarca, pues no lo marcaremos”. O también su mentalidad, siempre ganadora, algo que inculcó al Barcelona y a sus jugadores, quienes ahora siguen viendo el fútbol con los ojos de Cruyff.