Bayern clasificó tras vencer a Juventus en épica batalla

En una actuación para el recuerdo, Morata abatió al Bayern. Allegri le quitó inexplicablemente y despertó a la fiera alemana. Un gol de Thiago en la prórroga decidió el duelo.


Munich, As
Fue una tragedia española. Un gol de Thiago invalidó una actuación de Morata, interrumpida lastimosamente por Allegri, que quedará en la memoria colectiva. También salvó la reputación de Guardiola, que necesita una Champions, porque ganar la Bundesliga es no pasar del cinco.


Hay cosas que ni los tiempos ni los malos tiempos (esos que le han sobrevenido al fútbol italiano) cambian. En el calcio, un empate es un arma y un gol, un imperio. Sucedió que a los cinco minutos Alaba y Neuer se atarugaron, Lichtsteiner les limpió la pelota y lo dejó en la red Pogba. Y por esa puerta llegó la Juventus a la perfección. La perfección a su manera, naturalmente. En Italia, busquen el glamour en sus museos, sus trajes y sus coches. En el fútbol son primer productor de siderurgia. Y ocurrió también que un gol convierte al Bayern en la fiera que fue siempre. No hay peor temporal que el que desata en su estadio cuando le acompaña la fe.

El Bayern quedó endeudado y aturdido por el gol de Pogba. Propuso el partido en el área grande de Buffon y no le sirvió. Nadie como la Juventus tiene tanta sangre de reptil como para sentirse confortable tan cerca de su portero, incluso cuando le faltan Dybala, Marchisio y Chiellini. En realidad, el Bayern no tiene depredadores naturales en la Bundesliga y en cuanto aparecen en Europa, superada la fase de grupos, le cogen desacostumbrado, sin soluciones. Le ha pasado a Guardiola en tres temporadas consecutivas y habría de hacérselo mirar Ancelotti el próximo curso.

La Juventus practicó una defensa activa impecable y a la cabeza de la manifestación un Morata en primera figura. Le anularon injustamente una vaselina estupenda tras error de Neuer. Fue antes de que firmara la jugada de la temporada. Aprovechó un error de Álaba y en 60 metros y a la velocidad del sonido despachó al propio Alaba, a Benatia, a Kimmich y a Lahm con un autopase para acabar envolviendo el pase a Cuadrado, que de un quiebro mandó al suelo al propio Lahm y superó a Neuer. Una obra de arte y un castigo a los pies de madera de la zaga bávara. También un recordatorio para el Madrid. Firmó una jugada de Cristiano, se movió como Van Basten y se vació como Di María. Un parque de atracciones en un solo futbolista.

Antes del descanso, Buffon y Neuer aplacaron la remontada y la sentencia con dos milagros, y después de él Guardiola fue cambiando el equipo sin que cambiara nada. Lo cambió Allegri, que retiró a Morata en un ataque de entrenador inexplicable. Sólo él sabe por qué le administró ese analgésico al Bayern, que entonces sí fue la fuerza de ocupación que acostumbra. Quiso entrar por las buenas y por las malas. Y en dos cabezazos, uno de Lewandowski y otro de Müller, este en el descuento, se agarró a su séptima vida. Lo arregló al estilo alemán: a martillazos. Y Thiago, la última bala de Guardiola, y Coman le quitaron a Morata el premio que mereció.

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