ADIOS A UN GRANDE / Hasta siempre, Mariscal

Después de un accidente en la madrugada, murió Roberto Perfumo. Fue un zaguero completo, clave en el histórico Racing de Pizzuti, campeón de todo y en el River de Labruna, que terminó con 18 años de sequía del Millo en títulos locales.


Buenos Aires, Olé
"Póngalo igual, aunque esté lesionado. ¿Sabe lo que es para un delantero rival salir a la cancha sabiendo que enfrente está Perfumo?". El Coco Basile, compañero de zaga y amigo de toda la vida, le explicaba a Juan José Pizzuti que Roberto debía jugar siempre. Su sola presencia intimidaba a los adversarios y tranquilizaba a los suyos.


Perfumo fue un zaguero completo, inventado por Pizzuti. En Inferiores de Racing jugaba de seis, volante central de la época. Cuando los que usaban ese número bajaron a la línea defensiva, él se quedó en el medio, pero el técnico luego los convenció a él y Basile de formar la dupla central para el Racing del 66. El primer campeón del mundo de la Argentina, en el que Roberto debió acostumbrarse a esquemas muy ofensivos. Todos iban al ataque y quedaba muy desprotegido para los contraataques, por eso a veces abusaba del golpe fuerte, en una época en la que los referís no tenían el rigor disciplinario de ahora.

Pero Roberto, de joven, se acostumbró. Ya había tenido personalidad para bancarse el bochazo que le dieron en las Inferiores de River y ponía todo su temperamento y calidad, porque además de cortar ataques salía jugando y con visión de juego. Así, en 1966, el Gordo Muñoz le puso el apodo de Mariscal.

Ganó todo en Racing: torneo local, Libertadores e Intercontinental. Por aquella época nadie negaba que era el mejor zaguero del país. Se recuerdan tremendas batallas con Estudiantes, símbolo del contrapunto futbolístico con la Academia en aquellos años. Y una patada descomunal a Pachamé. Se ganó la convocatoria a la Selección Argentina. Tuvo un golpe fuerte: el empate ante Perú en cancha de Boca por las Eliminatorias de México 70. Por primera vez, la albiceleste quedó afuera de un Mundial por Eliminatorias. De todas maneras, vistió la camiseta nacional en dos campeonatos: Inglaterra 66 (en donde brilló) y Alemania 74.

El Cruzeiro de Brasil lo compró en 1971, año en que las transferencias eran mucho menos habituales que ahora, reservadas para cracks. Ganó tres veces el campeonato Mineiro y una vez la Copa Sul Minas. Debió acostumbrarse a otro estilo. "Si no devolvías una pared, después no te pasaban la pelota. Una derrota no se vivía como una tragedia", contó alguna vez. Compartió equipo con figuras históricas, como Tostao y Dirceu Lopes.

Volvió a la Argentina en 1975, llamado por Omar Labruna para terminar con la sequía de 18 años sin títulos de River, objetivo conseguido en el primer campeonato con Roberto con La Banda. El Feo apostó a la experiencia (32 años) del Mariscal para armar la pareja central con Héctor Artico, quien llegaba desde Talleres de Córdoba. Más tarde, a Artico lo reemplazó un tal Daniel Passarella, último campañero de zaga de Perfumo. Imposible olvidar a un mediocampo histórico: Jota Jota López, Merlo y el Beto Alonso.

Se recuerda una anécdota de Maradona: "Jugábamos Argentinos-River, voy para adelante a una pelota y Perfumo me pegó una patada terrible en la pierna. Volé y caí al piso con un dolor enorme. De repente veo que él me habla y me dice: 'Nene, ¿estás bien?'. Yo le digo: 'Sí, sí, señor'. Tenía un susto bárbaro". Roberto dejó el fútbol en 1978, con 38 años.

Pasaron los años y en muchas encuestas sobre la Selección Argentina de todos los tiempos fue incluido como uno de los mejores centrales. Y nadie duda de que en Racing fue el top de la historia en ese puesto.

Su carrera como entrenador la inició en Sarmiento de Junín en 1981. "En la primera práctica me temblaban las piernas la hablarles a los futbolistas", contó en una de sus columnas en Olé. No fue positiva esa experiencia: lo echaron por malos resultados y luego el equipo descendió a Primera B. Perfumo le inició juicio al club y eso tuvo un costo: un acuerdo entre las sombras de los dirigentes argentinos determinó no contratar a entrenadores que le hayan iniciado acciones legales a cualquier institución. Por años no dirigió y se alejó del rubro: puso una empresa textil en Mar del Plata.

En 1992 tuvo un sorpresivo regreso, cuando fue llamado por Juan Distéfano para Racing. "Tenía ganas", contó al asumir. Tuvo a cargo a Claudio García y Rubén Paz entre las figuras. Racing jugó buenos partidos y se recuerda una goleada a River en el Cilindro, pero el ansiado título no llegó y al tiempo debió dejar el plantel: había separado a Paz del equipo y los hinchas exigían el regreso del charrúa.

En 1992 dirigió a Olimpia de Paraguay, en 1993 fue contratado por Gimnasia y Esgrima de La Plata y obtuvo el único título oficial en la historia del club: la Copa Centenario, al vencer a River en la final. En aquel conjunto campeón ya se lucían los Mellizos Gustavo y Guillermo Barros Schelotto.

Tras alejarse del Tripero, no volvió a ponerse el buzo de entrenador. Se recibió de psicólogo social, dio charlas y trabajó en diversos medios de comunicación. Estuvo en el arranque de Hablemos de Fútbol, por ESPN, y también fue columnista de Olé con la contratapa de los martes. Durante la presidencia de Néstor Kirchner fue secretario de Deportes de la Nación y desde el 2009 formaba parte de las transmisiones televisivas como comentarista de Fútbol para Todos. Recientemente, acababa de iniciar un programa en radio Nacional junto a Horacio Pagani.

Se había iniciado en Arsenal, donde jugaba de lateral derecho. Vivía y sentía fútbol. Sabía transmitirlo. Tenía códigos, por eso nunca perdonó a un compañero de la Selección que difundió una incentivación. "En mi época, si llorabas por una patada, tus compañeros te cagaban a trompadas", recordaba.

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