Varias cartas revelan la intensa amistad entre Juan Pablo II y una filósofa estadounidense
El Pontífice y Anna-Teresa Tymieniecka, casada y con tres hijos, estuvieron escribiéndose durante años
Patricia Tubella
Londres, El País
La mujer de la fotografía que acompaña a un todavía energético Karol Wojtyla en una de sus excursiones campestres —él ataviado con pantalón corto y camiseta, ella con una recatada falda larga— llegó a ser descrita por el futuro papa como “un regalo de Dios”. Anna-Teresa Tymieniecka, filósofa estadounidense de origen polaco, casada y con tres hijos, mantuvo a lo largo de más de tres décadas una estrecha amistad con una de las figuras más influyentes del siglo XX, tal y como revela una colección de fotografías y sobre todo de intercambios epistolares entre ambos que acaba de salir a la luz.
Los documentos permanecen depositados desde hace ocho años en la Biblioteca Nacional de Polonia, cuyos fondos son teóricamente de libre acceso, pero han permanecido desde entonces lejos de los ojos del público, quizá porque la institución considerara material sensible esas cartas “secretas” e íntimas que por primera vez difundió la noche de este lunes la BBC en horario estelar nocturno. La radiotelevisión pública británica ha subrayado que su objetivo es mostrar el lado más humano y emocional de un pontífice que fue canonizado en un tiempo récord (en 2014, tan solo nueve años después de su muerte), y que de ningún modo pretende sugerir que el religioso rompiera su celibato.
Nada en el contenido del material sugiere ese extremo, pero sí en cambio el carácter poco convencional de Karol Wojtyla que, habiendo accedido ya al papado, decidió preservar una relación muy especial con esa amiga a la que conoció cuando ejercía de cardenal y arzobispo de Cracovia, en 1973. Anna-Teresa Tymieniecka, quien también vivió la dura experiencia de la ocupación nazi de Polonia y acabó emigrando a Estados Unidos, contactó con él para consultarle sobre un libro de filosofía escrito por Wojtyla (Persona y acción). Juntos colaboraron en una versión ampliada del volumen y de su traducción al inglés y, según se desprende del intercambio de cartas, acabaron trascendiendo de los encuentros meramente formales hasta convertirse en confidentes.
El resultado de aquel trabajo se publicó en 1979, un año después de que Karol Wojtyla fuera elegido, a los 58 años, el papa más joven del siglo. Siguieron reuniéndose, a solas o con la presencia de sus secretarias, cimentando una amistad que en realidad nunca fue desconocida. Algunas de las fotografías inmortalizan la visita que el todavía cardenal realizó a Estados Unidos en 1976, donde asistió a una conferencia católica y aprovechó para conocer el hogar familiar de Tymieniecka en la campiña de Nueva Inglaterra. Ya por aquel entonces, la estudiosa revela en sus misivas un conflicto emocional y sentimientos más allá de la amistad, que su interlocutor rechaza con delicadeza: “Mi querida Teresa, he recibido tres cartas. Escribes sobre estar rota por dentro, pero no puedo encontrar ninguna respuesta a esas palabras”, le responde en septiembre de ese año.
Tres meses más tarde, quien está a punto de convertirse en la principal figura de la Iglesia católica le regala a su amiga un escapulario para demostrar “la dimensión en la que acepto y te siento en todas partes y en todo tipo de situaciones, cuando estás cerca y cuando estás lejos”. Es imposible por el momento conocer la reacción de la filósofa, porque la BBC no ha podido acceder a sus cartas de respuesta, aunque sí ha trascendido que Juan Pablo II recibió a su amiga en el Vaticano en varias ocasiones, cumpliendo la promesa que le hizo una vez instalado en el trono de San Pedro: “Lo recordaré todo en esta nueva fase de mi viaje”.
Tiempo antes de la muerte de Anna-Teresa Tymieniecka, hace dos años, Carl Bernstein (famoso por destapar el caso Watergate junto a Bob Woodward) consiguió entrevistar a la académica. Esta es la reflexión del veterano periodista, ante la divulgación de la “intensa” relación de esa mujer casada con un papa reverenciado por millones de fieles: “Es una relación extraordinaria, no es ilícita y sin embargo resulta fascinante, porque nos cambia la percepción de él. Estamos hablando de san Juan Pablo…”.
Patricia Tubella
Londres, El País
La mujer de la fotografía que acompaña a un todavía energético Karol Wojtyla en una de sus excursiones campestres —él ataviado con pantalón corto y camiseta, ella con una recatada falda larga— llegó a ser descrita por el futuro papa como “un regalo de Dios”. Anna-Teresa Tymieniecka, filósofa estadounidense de origen polaco, casada y con tres hijos, mantuvo a lo largo de más de tres décadas una estrecha amistad con una de las figuras más influyentes del siglo XX, tal y como revela una colección de fotografías y sobre todo de intercambios epistolares entre ambos que acaba de salir a la luz.
Los documentos permanecen depositados desde hace ocho años en la Biblioteca Nacional de Polonia, cuyos fondos son teóricamente de libre acceso, pero han permanecido desde entonces lejos de los ojos del público, quizá porque la institución considerara material sensible esas cartas “secretas” e íntimas que por primera vez difundió la noche de este lunes la BBC en horario estelar nocturno. La radiotelevisión pública británica ha subrayado que su objetivo es mostrar el lado más humano y emocional de un pontífice que fue canonizado en un tiempo récord (en 2014, tan solo nueve años después de su muerte), y que de ningún modo pretende sugerir que el religioso rompiera su celibato.
Nada en el contenido del material sugiere ese extremo, pero sí en cambio el carácter poco convencional de Karol Wojtyla que, habiendo accedido ya al papado, decidió preservar una relación muy especial con esa amiga a la que conoció cuando ejercía de cardenal y arzobispo de Cracovia, en 1973. Anna-Teresa Tymieniecka, quien también vivió la dura experiencia de la ocupación nazi de Polonia y acabó emigrando a Estados Unidos, contactó con él para consultarle sobre un libro de filosofía escrito por Wojtyla (Persona y acción). Juntos colaboraron en una versión ampliada del volumen y de su traducción al inglés y, según se desprende del intercambio de cartas, acabaron trascendiendo de los encuentros meramente formales hasta convertirse en confidentes.
El resultado de aquel trabajo se publicó en 1979, un año después de que Karol Wojtyla fuera elegido, a los 58 años, el papa más joven del siglo. Siguieron reuniéndose, a solas o con la presencia de sus secretarias, cimentando una amistad que en realidad nunca fue desconocida. Algunas de las fotografías inmortalizan la visita que el todavía cardenal realizó a Estados Unidos en 1976, donde asistió a una conferencia católica y aprovechó para conocer el hogar familiar de Tymieniecka en la campiña de Nueva Inglaterra. Ya por aquel entonces, la estudiosa revela en sus misivas un conflicto emocional y sentimientos más allá de la amistad, que su interlocutor rechaza con delicadeza: “Mi querida Teresa, he recibido tres cartas. Escribes sobre estar rota por dentro, pero no puedo encontrar ninguna respuesta a esas palabras”, le responde en septiembre de ese año.
Tres meses más tarde, quien está a punto de convertirse en la principal figura de la Iglesia católica le regala a su amiga un escapulario para demostrar “la dimensión en la que acepto y te siento en todas partes y en todo tipo de situaciones, cuando estás cerca y cuando estás lejos”. Es imposible por el momento conocer la reacción de la filósofa, porque la BBC no ha podido acceder a sus cartas de respuesta, aunque sí ha trascendido que Juan Pablo II recibió a su amiga en el Vaticano en varias ocasiones, cumpliendo la promesa que le hizo una vez instalado en el trono de San Pedro: “Lo recordaré todo en esta nueva fase de mi viaje”.
Tiempo antes de la muerte de Anna-Teresa Tymieniecka, hace dos años, Carl Bernstein (famoso por destapar el caso Watergate junto a Bob Woodward) consiguió entrevistar a la académica. Esta es la reflexión del veterano periodista, ante la divulgación de la “intensa” relación de esa mujer casada con un papa reverenciado por millones de fieles: “Es una relación extraordinaria, no es ilícita y sin embargo resulta fascinante, porque nos cambia la percepción de él. Estamos hablando de san Juan Pablo…”.