Un golazo de Aduriz da una valiosa ventaja al Athletic

Marsella, As
Una genialidad de Aritz Aduriz dio al Athletic Club de Bilbao en el Velódromo la victoria frente al Olympique de Marsella (0-1), lo que le deja en buenas condiciones para conseguir en San Mamés el pase a los octavos de final de la Liga Europa.


El veterano atacante volvió a demostrar que vive el momento más dulce de su carrera y una luna de miel con el gol, que cuando el partido le niega por la fluidez del juego se sacó de la manga en un disparo lejano, de más de 40 metros, en volea impresionante que acalló a la afición francesa.

El gol de Aduriz desatascó un duelo trabado, que los entrenadores habían programado como una partida de ajedrez en la que no recibir goles era tan importante como marcarlos.

Si ganar fuera en la competición europea es una labor complicada, no lo parece tanto en el Velódromo marsellés, donde el Olympique de Michel arrastra un problema que paulatinamente parece tornarse en patológico.

Un único triunfo ante su público en los últimos ocho duelos prueban que el equipo tiembla en su estadio.

Quizá por eso el entrenador español planteó el duelo con precauciones, mientras que Ernesto Valverde, también heredero de un proyecto del argentino Marcelo Bielsa, fue fiel a su filosofía.

La presión asfixiante en el centro del campo, la intensidad en la contención y el juego de piezas en el tablero del césped no se tradujo en un juego vertical. Al contrario, el partido se desarrolló lejos de las metas, con un Marsella que quiso y no pudo imponer su condición de local, de histórico del fútbol europeo, y un Athletic que jugó sabiendo que San Mamés tendría la última palabra.

Con esas premisas el partido apenas generó ocasiones de peligro en la primera parte, en la que la única conclusión razonable fue que el Athletic tiene más oficio ante un Marsella que sigue sin definir su identidad.

Eso hace que el público deserte las gradas del Velódromo, un impresionante estadio remozado para la Eurocopa del próximo verano pero que lució frío, con un fondo cerrado y dos tercios de sus 67.000 asientos vacantes.

En un panorama tan desalentador para el fútbol solo el genio podía redimir el encuentro. Una virtud que pocos futbolistas tienen y que Aduriz parece haber encontrado cuando otros ya comienzan a pensar en su reciclaje deportivo.

Apenas habían vuelto los equipos de las duchas y el duelo parecía algo más abierto, con una incursión de Williams ante Manquillo. Poca cosa, pero algo en un partido sin nada.

Pero a los 54 minutos llegó el golpe en la mesa de Aduriz. Herrerín sacó largo desde su área, Merino perdió el balón, que llegó suelto a 40 metros de la meta rival al pie del atacante vasco.

Sin dejarlo tocar el césped, el delantero empalmó una volea impresionante que, en ligera vaselina, sorprendió a un ligeramente adelantado Mandanda para incendiar la eliminatoria.

El máximo goleador de la competición consiguió su séptimo tanto en Europa y el vigésimo sexto en total.

El tanto desencajó a los franceses, que perdieron el sitio en el campo, guardado hasta ese momento con celo. En el desconcierto estuvieron a punto de pescar, primero Aduriz de disparo lejano y, al minuto siguiente, Merino, que estrelló el balón en el palo.

Michel introdujo al belga Batshuayi, su delantero habitual, al que el entrenador español reprocha su falta de acierto de cara al gol. Y al joven Thauvin, llegado este invierno como revulsivo y que despertó algo al equipo.

También Valverde movió el banquillo con el ingreso de Mikel Rico por Eraso para afianzar la batalla en el centro del campo.

Más con corazón que con método, el Marsella se puso en manos de Thauvin, un jugador eléctrico que parece conectar con la grada. Tras una ocasión de Aduriz, que aprovechó un mal despeje de la defensa marsellesa para lamer desde la medular del área el poste derecho de Mandanda, Thauvin dispuso de la mejor ocasión local.

Su internada en el área por la derecha fue cruzado para golpear en la parte posterior del poste de Herrerín.

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