Rubio apela a su perfil más centrado para erigirse en la alternativa a Trump
Con una población muy diversa, Nevada es el escenario donde debe demostrar que tiene una base más amplia que Cruz como candidato
Pablo Ximénez de Sandoval
Las Vegas, El País
La campaña por la nominación presidencial republicana está virando. En seis meses, muchos votantes han perdido a sus candidatos favoritos. Ya no se trata tanto de cuál es el que más te gusta, sino de quién sería mejor candidato en la elección presidencial. Las preferencias se van volviendo más pragmáticas. Dos hombres, Ted Cruz y Marco Rubio, se enfrentan este martes en los caucus (asambleas) del estado de Nevada a la mejor oportunidad para deshacer el empate virtual y agrupar de una vez a los republicanos en torno a una candidatura que pueda frenar a Trump.
Trump quedó segundo en Iowa y ganó New Hampshire y Carolina del Sur. Pero hay otra forma de mirar sus resultados. Tiene un techo del 35% de apoyo de descontentos del partido. El cálculo del establishment republicano es que hay un 65% que a estas alturas ya ha decidido que no le gusta Trump y al que se puede convencer de votar a otro. Esa es la batalla entre Cruz y Rubio, ser el otro.
Nevada, uno de los estados con más diversidad de EE UU (solo 51% de blancos), con sindicatos poderosos y una clase media asalariada hundida por la crisis inmobiliaria como en ningún otro sitio del país, es la gran prueba para ver quién es el candidato que seduce a una mayoría más amplia. Quedar segundo en Carolina del Sur con el voto dividido entre siete candidatos se puede esgrimir como prueba de capacidad de llegar a las minorías y ampliar la base republicana. Nevada es el sitio donde Rubio puede confirmarlo.
El 17% del electorado de Nevada es latino, aunque es desproporcionadamente favorable al Partido Demócrata. En los mitines del domingo por la noche de Ted Cruz en el sur de Las Vegas, donde la población es sobre todo blanca, y de Marco Rubio en el norte, más diverso, era evidente el contraste de blancos con los eventos de Clinton y Sanders en la ciudad, abarrotados de latinos. Pero también era evidente a simple vista que en el evento de Rubio había cierta representación de latinos, negros y asiáticos, mientras en el de Cruz había menos de diez personas de color, que llamaban la atención. Si alguien en la carrera republicana puede hablar a las minorías sin asustarlas, ese parece ser Rubio.
Sus armas son muchas. La más obvia, que es latino hijo de inmigrantes y joven. Además, vivió en Las Vegas entre los 8 y los 14 años mientras sus padres trabajaban en los casinos. Estuvo con ellos en movilizaciones sindicales y habla de tú a tú a los asalariados de los casinos y a sus hijos. Profesó la fe mormona en su juventud (se calcula que una cuarta parte de los republicanos del Estado son mormones). Con estos mimbres, si Rubio no gana Nevada o se distancia claramente de Cruz perderá su aura de candidato viable.
Pero Rubio mira más allá de Nevada, y está modelado su campaña ya no tanto como el mejor pedigrí conservador, sino como alguien capaz de ampliar la base del partido. El domingo recibió los apoyos en público de altas personalidades de Nevada, mientras corteja los que serían definitivos: Jeb Bush y Mitt Romney. En su evento se hablaba de diversidad y del sueño americano de los inmigrantes, mientras en el de Cruz hablaba de Dios y de la Constitución como texto sagrado.
Valga como nota curiosa que la mejor definición del producto político que vende Marco Rubio la hizo Donnie Wahlberg, componente del grupo New Kids On The Block y que el domingo por la noche estaba en el escenario de un casino de Las Vegas con el candidato: “Nunca he votado republicano. Este año lo haré por primera vez gracias a Marco Rubio”, dijo ante un público entusiasmado. “Prefiero a un republicano que dice algunas cosas que no me gustan que a un demócrata que dice exactamente lo que quiero oír solo para ganar mi voto”. Marco Rubio, dijo el cantante, es la promesa de un Partido Republicano “diverso, inclusivo y compasivo, tres palabras que no se asocian con este partido hace mucho tiempo”. Rubio no lo dice exactamente así en sus discursos, pero esa es su baza. Nevada, el martes, es el sitio perfecto para probar si esa es la salida del Partido Republicano, primero frente a Trump, y en noviembre frente a los demócratas.
Pablo Ximénez de Sandoval
Las Vegas, El País
La campaña por la nominación presidencial republicana está virando. En seis meses, muchos votantes han perdido a sus candidatos favoritos. Ya no se trata tanto de cuál es el que más te gusta, sino de quién sería mejor candidato en la elección presidencial. Las preferencias se van volviendo más pragmáticas. Dos hombres, Ted Cruz y Marco Rubio, se enfrentan este martes en los caucus (asambleas) del estado de Nevada a la mejor oportunidad para deshacer el empate virtual y agrupar de una vez a los republicanos en torno a una candidatura que pueda frenar a Trump.
Trump quedó segundo en Iowa y ganó New Hampshire y Carolina del Sur. Pero hay otra forma de mirar sus resultados. Tiene un techo del 35% de apoyo de descontentos del partido. El cálculo del establishment republicano es que hay un 65% que a estas alturas ya ha decidido que no le gusta Trump y al que se puede convencer de votar a otro. Esa es la batalla entre Cruz y Rubio, ser el otro.
Nevada, uno de los estados con más diversidad de EE UU (solo 51% de blancos), con sindicatos poderosos y una clase media asalariada hundida por la crisis inmobiliaria como en ningún otro sitio del país, es la gran prueba para ver quién es el candidato que seduce a una mayoría más amplia. Quedar segundo en Carolina del Sur con el voto dividido entre siete candidatos se puede esgrimir como prueba de capacidad de llegar a las minorías y ampliar la base republicana. Nevada es el sitio donde Rubio puede confirmarlo.
El 17% del electorado de Nevada es latino, aunque es desproporcionadamente favorable al Partido Demócrata. En los mitines del domingo por la noche de Ted Cruz en el sur de Las Vegas, donde la población es sobre todo blanca, y de Marco Rubio en el norte, más diverso, era evidente el contraste de blancos con los eventos de Clinton y Sanders en la ciudad, abarrotados de latinos. Pero también era evidente a simple vista que en el evento de Rubio había cierta representación de latinos, negros y asiáticos, mientras en el de Cruz había menos de diez personas de color, que llamaban la atención. Si alguien en la carrera republicana puede hablar a las minorías sin asustarlas, ese parece ser Rubio.
Sus armas son muchas. La más obvia, que es latino hijo de inmigrantes y joven. Además, vivió en Las Vegas entre los 8 y los 14 años mientras sus padres trabajaban en los casinos. Estuvo con ellos en movilizaciones sindicales y habla de tú a tú a los asalariados de los casinos y a sus hijos. Profesó la fe mormona en su juventud (se calcula que una cuarta parte de los republicanos del Estado son mormones). Con estos mimbres, si Rubio no gana Nevada o se distancia claramente de Cruz perderá su aura de candidato viable.
Pero Rubio mira más allá de Nevada, y está modelado su campaña ya no tanto como el mejor pedigrí conservador, sino como alguien capaz de ampliar la base del partido. El domingo recibió los apoyos en público de altas personalidades de Nevada, mientras corteja los que serían definitivos: Jeb Bush y Mitt Romney. En su evento se hablaba de diversidad y del sueño americano de los inmigrantes, mientras en el de Cruz hablaba de Dios y de la Constitución como texto sagrado.
Valga como nota curiosa que la mejor definición del producto político que vende Marco Rubio la hizo Donnie Wahlberg, componente del grupo New Kids On The Block y que el domingo por la noche estaba en el escenario de un casino de Las Vegas con el candidato: “Nunca he votado republicano. Este año lo haré por primera vez gracias a Marco Rubio”, dijo ante un público entusiasmado. “Prefiero a un republicano que dice algunas cosas que no me gustan que a un demócrata que dice exactamente lo que quiero oír solo para ganar mi voto”. Marco Rubio, dijo el cantante, es la promesa de un Partido Republicano “diverso, inclusivo y compasivo, tres palabras que no se asocian con este partido hace mucho tiempo”. Rubio no lo dice exactamente así en sus discursos, pero esa es su baza. Nevada, el martes, es el sitio perfecto para probar si esa es la salida del Partido Republicano, primero frente a Trump, y en noviembre frente a los demócratas.