Roma: poco ambiente y miedo al Real Madrid de Zinedine Zidane
Roma, AS
Spalletti dirigió su último partido con el Roma en Champions en febrero de 2009. Fue ante el Arsenal. Su equipo cayó en octavos, pero al día siguiente 3.000 personas se concentraron a las puertas de la Ciudad Deportiva de Trigoria para reconocer el esfuerzo de sus futbolistas. La comunión entre la entidad y los aficionados siempre fue total en contraste con lo que se palpa estos días, donde no más de una veintena de tifosi van a Trigoria para animar a los suyos cuando hay un partido tan importante a la vista. Además, existe un miedo real a que el nuevo Madrid de Zidane, mucho más exultante, no deje opciones para lo que aquí ya se considera un milagro: “Nos pueden dar un buen repaso”, es el argumento más recurrente en la capital. Ni siquiera hay un mito como el de Totti al que agarrarse en el campo. Que De Rossi se entrenara ayer con el grupo por primera vez en 13 días es sólo un consuelo.
Todo lo que ha sucedido desde la compra del club con dinero americano en 2011 ha enfriado la situación con respecto a épocas anteriores. Para la visita del Madrid sólo se han vendido 50.000 entradas. Y no tanto por culpa de la huelga de los ultras que llenaban sistemáticamente la Curva Sud. Tampoco de los precios, populares para los dos fondos (40 euros) que ya se han vendido. Es el resto de la grada (entre 60 y 110 euros) la que falta por vender en su totalidad. Algo extraño a un día del partido cuando hay un rival de por medio como el Madrid. El Barça, por el que en la zona hay una gran admiración tras su último triplete, protagonizó una especie de hazaña al llenar el Olímpico el pasado mes de septiembre (1-1).
El consorcio americano liderado por Di Benedetto compró primero el 67% de la Roma en 2011, con una inversión total estimada de 140 millones de euros. Era la parte que pertenecía a la familia Sensi. El otro 33% siguió en manos del banco Unicredit, cuyo accionista de referencia era entonces (el Roma siempre fue pintoresca en realidad) el Banco Central de la Libia de Muamar el Gadafi. Fue James Pallotta, que estaba ya en el consorcio americano que invirtió inicialmente en el Roma, quien compró por 33 millones más ese 33% restante hasta convertirse en la cabeza visible de la entidad, que dirige desde Miami.
Cambios. Con Pallotta comenzaron a llegar las decisiones controvertidas. Impuso un preparador físico canadiense para el primer equipo, Darcy Norman. Cambió el escudo de la entidad, como hizo antes la familia qatarí con el PSG al quitar las siglas para poner en grande “París”. Pallotta eliminó el histórico A.S.R (Associazione Sportiva Roma) para poner el nombre de la ciudad. Rescindió también anticipadamente el contrato con Kappa (marca italiana) denunciando deficiencias en el material y firmó con la americana Nike… Un mito como Bruno Conti podría dejar de ser director de la cantera tras más de 20 años… La afición habría perdonado todo con el equipo ganando, pero la promesa americana de conseguir títulos después de sus primeros cinco años ha quedado en nada. Ni el regreso de Spalletti, con el que los futbolistas sí han recuperado la sonrisa, ha terminado con el escepticismo de los tifosi.
Habrá huelga de ultras en el estadio romanista
Si el ambiente del Olímpico está muy frío no es sólo por los malos resultados que vivió el Roma en este curso. Los ultras del conjunto giallorosso y los del Lazio se juntaron en una verdadera huelga, debida a la decisión del Prefecto de la capital italiana de dividir en dos partes las curvas del estadio por razones de seguridad. Una medida que no aceptaron: su lema es: “El que entre es cómplice”. Suelen conseguir su objetivo y es que los fondos del estadio queden vacíos todos los partidos de la Serie A, de hecho, el derbi de noviembre fue el primero sin los espectaculares tifos que lo caracterizan.
Sin embargo, ante el Madrid las ‘Curvas’ volverán a estar llenas: los ultras también acudirán a la cita, pero a título personal, no se presentarán como grupos. Spalletti nos confesó cuánto los está echando de menos: “Su ausencia supone un problema, pero con el Real Madrid volverán, saben que los necesitamos: el Roma no se acaba en el fondo del campo, llega hasta la punta de la Curva”.
Spalletti dirigió su último partido con el Roma en Champions en febrero de 2009. Fue ante el Arsenal. Su equipo cayó en octavos, pero al día siguiente 3.000 personas se concentraron a las puertas de la Ciudad Deportiva de Trigoria para reconocer el esfuerzo de sus futbolistas. La comunión entre la entidad y los aficionados siempre fue total en contraste con lo que se palpa estos días, donde no más de una veintena de tifosi van a Trigoria para animar a los suyos cuando hay un partido tan importante a la vista. Además, existe un miedo real a que el nuevo Madrid de Zidane, mucho más exultante, no deje opciones para lo que aquí ya se considera un milagro: “Nos pueden dar un buen repaso”, es el argumento más recurrente en la capital. Ni siquiera hay un mito como el de Totti al que agarrarse en el campo. Que De Rossi se entrenara ayer con el grupo por primera vez en 13 días es sólo un consuelo.
Todo lo que ha sucedido desde la compra del club con dinero americano en 2011 ha enfriado la situación con respecto a épocas anteriores. Para la visita del Madrid sólo se han vendido 50.000 entradas. Y no tanto por culpa de la huelga de los ultras que llenaban sistemáticamente la Curva Sud. Tampoco de los precios, populares para los dos fondos (40 euros) que ya se han vendido. Es el resto de la grada (entre 60 y 110 euros) la que falta por vender en su totalidad. Algo extraño a un día del partido cuando hay un rival de por medio como el Madrid. El Barça, por el que en la zona hay una gran admiración tras su último triplete, protagonizó una especie de hazaña al llenar el Olímpico el pasado mes de septiembre (1-1).
El consorcio americano liderado por Di Benedetto compró primero el 67% de la Roma en 2011, con una inversión total estimada de 140 millones de euros. Era la parte que pertenecía a la familia Sensi. El otro 33% siguió en manos del banco Unicredit, cuyo accionista de referencia era entonces (el Roma siempre fue pintoresca en realidad) el Banco Central de la Libia de Muamar el Gadafi. Fue James Pallotta, que estaba ya en el consorcio americano que invirtió inicialmente en el Roma, quien compró por 33 millones más ese 33% restante hasta convertirse en la cabeza visible de la entidad, que dirige desde Miami.
Cambios. Con Pallotta comenzaron a llegar las decisiones controvertidas. Impuso un preparador físico canadiense para el primer equipo, Darcy Norman. Cambió el escudo de la entidad, como hizo antes la familia qatarí con el PSG al quitar las siglas para poner en grande “París”. Pallotta eliminó el histórico A.S.R (Associazione Sportiva Roma) para poner el nombre de la ciudad. Rescindió también anticipadamente el contrato con Kappa (marca italiana) denunciando deficiencias en el material y firmó con la americana Nike… Un mito como Bruno Conti podría dejar de ser director de la cantera tras más de 20 años… La afición habría perdonado todo con el equipo ganando, pero la promesa americana de conseguir títulos después de sus primeros cinco años ha quedado en nada. Ni el regreso de Spalletti, con el que los futbolistas sí han recuperado la sonrisa, ha terminado con el escepticismo de los tifosi.
Habrá huelga de ultras en el estadio romanista
Si el ambiente del Olímpico está muy frío no es sólo por los malos resultados que vivió el Roma en este curso. Los ultras del conjunto giallorosso y los del Lazio se juntaron en una verdadera huelga, debida a la decisión del Prefecto de la capital italiana de dividir en dos partes las curvas del estadio por razones de seguridad. Una medida que no aceptaron: su lema es: “El que entre es cómplice”. Suelen conseguir su objetivo y es que los fondos del estadio queden vacíos todos los partidos de la Serie A, de hecho, el derbi de noviembre fue el primero sin los espectaculares tifos que lo caracterizan.
Sin embargo, ante el Madrid las ‘Curvas’ volverán a estar llenas: los ultras también acudirán a la cita, pero a título personal, no se presentarán como grupos. Spalletti nos confesó cuánto los está echando de menos: “Su ausencia supone un problema, pero con el Real Madrid volverán, saben que los necesitamos: el Roma no se acaba en el fondo del campo, llega hasta la punta de la Curva”.