'O Santo' Casillas
Hasta cuatro intervenciones decisivas realizó en el triunfo del Oporto en Da Luz
Lisboa, AS
En el momento que muchos lo daban por acabado, cuando las voces de sus detractores se multiplicaban, apareció Casillas. Y lo hizo como suelen hacerlo los grandes. En una cita de altura, en el momento en el que su Oporto se jugaba su futuro en la liga. Volvió el mejor Casillas y resultó decisivo con cuatro paradas espectaculares en el triunfo del Oporto en Da Luz.
Los años pasan para todos. También para Casillas. El meta no cuenta con la agilidad de sus mejores años y puede que hasta haya perdido confianza en sus cualidades. Pero las grandes figuras nunca pierden la estrella que les llevó una vez a ser idolatrados. Tampoco la perdió Casillas, que recuperó su mejor versión en el mejor escenario y momento posibles.
Se jugaba el Oporto su ser o no ser en la liga portuguesa en un año difícil. Visitaba Da Luz para medirse a un Benfica que, de batirle, hubiera descartado a los 'dragones' de la pelea por el título. Pero no fue así. El Oporto remontó, ganó el partido y se metió de lleno de nuevo en la batalla. Y lo hizo con Casillas como figura estelar.
El meta detuvo primero un gran disparo cruzado de Jonas, el Bota de Oro del momento. Sacó su mano derecha en una estirada cargada de elasticidad. El siguiente en intentarlo sería Gaitán. El argentino cruzó en un disparo mordido e Iker, cayéndose, saco su guante izquierdo para desviar lo necesario.
Los grandes reflejos de 'El Santo', o más bien deberíamos decir 'O Santo', aparecieron de nuevo en un despeje de su compañero Indi que llevaba veneno. Iker sacó otra mano prodigiosa y miró hacia las gradas de Da Luz con aires de venganza. Tiempo atrás falló y permitió un gol de Godín que puso a su Madrid contra las cuerdas en la final de la Décima. Ahora, 'O Santo' convirtió la frustración en orgullo. Redondeó la noche contra parada a quemarropa en una acción de puro instinto.
Cuatro paradas, cuatro milagros de San Iker. El meta madrileño convirtió el ateísmo luso en creencia. Los fieles de Casillas ya tienen motivos para creer. 'O Santo' ha vuelto. O más bien ha recordado que sigue aquí, porque su magia nunca se fue. Sólo era cuestión de creer.
Lisboa, AS
En el momento que muchos lo daban por acabado, cuando las voces de sus detractores se multiplicaban, apareció Casillas. Y lo hizo como suelen hacerlo los grandes. En una cita de altura, en el momento en el que su Oporto se jugaba su futuro en la liga. Volvió el mejor Casillas y resultó decisivo con cuatro paradas espectaculares en el triunfo del Oporto en Da Luz.
Los años pasan para todos. También para Casillas. El meta no cuenta con la agilidad de sus mejores años y puede que hasta haya perdido confianza en sus cualidades. Pero las grandes figuras nunca pierden la estrella que les llevó una vez a ser idolatrados. Tampoco la perdió Casillas, que recuperó su mejor versión en el mejor escenario y momento posibles.
Se jugaba el Oporto su ser o no ser en la liga portuguesa en un año difícil. Visitaba Da Luz para medirse a un Benfica que, de batirle, hubiera descartado a los 'dragones' de la pelea por el título. Pero no fue así. El Oporto remontó, ganó el partido y se metió de lleno de nuevo en la batalla. Y lo hizo con Casillas como figura estelar.
El meta detuvo primero un gran disparo cruzado de Jonas, el Bota de Oro del momento. Sacó su mano derecha en una estirada cargada de elasticidad. El siguiente en intentarlo sería Gaitán. El argentino cruzó en un disparo mordido e Iker, cayéndose, saco su guante izquierdo para desviar lo necesario.
Los grandes reflejos de 'El Santo', o más bien deberíamos decir 'O Santo', aparecieron de nuevo en un despeje de su compañero Indi que llevaba veneno. Iker sacó otra mano prodigiosa y miró hacia las gradas de Da Luz con aires de venganza. Tiempo atrás falló y permitió un gol de Godín que puso a su Madrid contra las cuerdas en la final de la Décima. Ahora, 'O Santo' convirtió la frustración en orgullo. Redondeó la noche contra parada a quemarropa en una acción de puro instinto.
Cuatro paradas, cuatro milagros de San Iker. El meta madrileño convirtió el ateísmo luso en creencia. Los fieles de Casillas ya tienen motivos para creer. 'O Santo' ha vuelto. O más bien ha recordado que sigue aquí, porque su magia nunca se fue. Sólo era cuestión de creer.
