Los líderes europeos fracasan en lograr avances en la crisis migratoria
Los Veintiocho celebrarán una cumbre con Turquía a principios de marzo para frenar los flujos de migrantes
Lucía Abellán
Belén Domínguez Cebrián; El País
El reparto de los tiempos en la primera jornada de la cumbre europea refleja a las claras cuáles son los verdaderos puntos de fricción entre los socios comunitarios. Frente a las apenas tres horas con que los Veintiocho despacharon la cuestión británica, la migración acaparó más de seis. Aunque la brevedad británica tiene que ver con el hecho de que las discusiones (en reuniones bilaterales y en el ámbito técnico) se han prolongado durante la madrugada y seguirán todo el viernes, el debate migratorio, mucho más largo de lo esperado, revela la gravedad de la crisis.
Como en otras ocasiones, la intervención más encendida correspondió al primer ministro italiano, Matteo Renzi, que amenazó a los países del Este, muy reticentes a asumir refugiados, con negarles fondos comunitarios. “La crisis migratoria es un problema común para todos los países de la UE. Si no mostráis solidaridad, los países que más contribuyen al presupuesto europeo pueden mostrar menos solidaridad con vosotros”, les espetó a los socios del Este, según desveló Reuters y confirman fuentes conocedoras de la discusión. Aunque Italia es uno de los principales contribuyentes a la caja común de la UE y Polonia es la principal receptora de fondos estructurales, legalmente ningún país tiene potestad para bloquear los fondos. Pero la advertencia quedó en el ambiente y tanto Polonia como Hungría manifestaron públicamente que se trataba de “un chantaje”.
El punto de mayor acuerdo entre los líderes fue la necesidad en insistir a Turquía para que frene los flujos migratorios. Con ese fin, los Veintiocho celebrarán un “encuentro especial” con Turquía —previsiblemente con su primer ministro, Ahmet Davutoglu-— a principios de marzo, según avanzó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, al término de la primera jornada. La canciller alemana, Angela Merkel, precisó que sería "el 5 o el 6 de marzo". La dirigente germana repitió hasta la saciedad que la clave para mitigar el problema en Europa consiste en aplicar lo acordado con Turquía.
Fuera de ese consenso, los Estados se enzarzaron por la polémica decisión —ilegal, según la Comisión Europea— anunciada por Austria para aplicar desde este viernes un límite diario a los tránsitos de migrantes por su territorio y a las demandas de asilo que se pueden presentar en ese país. Algunos líderes deploraron esta medida y quisieron condenarla de alguna manera en las conclusiones de la cumbre. No hubo censura directa, aunque sí una frase que advertía de las “consecuencias humanitarias” de aplicar medidas sin coordinación entre países.
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, insistió especialmente en la necesidad de mantener las fronteras abiertas, explican fuentes diplomáticas. Su país es, en última instancia, el más perjudicado por limitaciones de este tipo. Si Austria ralentiza la circulación por su territorio, los países anteriores de la ruta de los Balcanes se verán forzados a hacer lo mismo y todos los refugiados acabarán bloqueados en Grecia, que no tiene capacidad para albergar volúmenes tan elevados.
También Merkel se mostró molesta, en la cena con sus socios en Bruselas, con la decisión unilateral austriaca, según fuentes comunitarias. Pese a la elevada presión de refugiados que soporta —el año pasado recibió más de un millón—, Merkel defiende la necesidad de mantener las fronteras abiertas, aunque con controles, para evitar el colapso de la zona Schengen. Ante la prensa, no obstante, quiso quitar hierro a la medida austriaca. Aun así, instó —sin citar a nadie— a “reinstaurar Schengen”, ahora sometido a excepciones temporales en algunas fronteras europeas, entre ellas la de Alemania con Austria.
Más allá de confrontar sus posturas, los líderes se emplazaron a la cumbre especial con Turquía y a la próxima cumbre europea, el 17 de marzo, para tomar decisiones sobre inmigración. “Tengo la esperanza de que en la próxima reunión adoptaremos más soluciones europeas porque hoy lo han dicho unánimemente los jefes de Estado y de Gobierno”, ironizó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, muy crítico con el escaso ritmo al que los Estados aplican los acuerdos comunitarios. Juncker aludió expresamente al mecanismo de reubicación de asilados entre países, del que muchos líderes no quieren ni oír hablar.
Lucía Abellán
Belén Domínguez Cebrián; El País
El reparto de los tiempos en la primera jornada de la cumbre europea refleja a las claras cuáles son los verdaderos puntos de fricción entre los socios comunitarios. Frente a las apenas tres horas con que los Veintiocho despacharon la cuestión británica, la migración acaparó más de seis. Aunque la brevedad británica tiene que ver con el hecho de que las discusiones (en reuniones bilaterales y en el ámbito técnico) se han prolongado durante la madrugada y seguirán todo el viernes, el debate migratorio, mucho más largo de lo esperado, revela la gravedad de la crisis.
Como en otras ocasiones, la intervención más encendida correspondió al primer ministro italiano, Matteo Renzi, que amenazó a los países del Este, muy reticentes a asumir refugiados, con negarles fondos comunitarios. “La crisis migratoria es un problema común para todos los países de la UE. Si no mostráis solidaridad, los países que más contribuyen al presupuesto europeo pueden mostrar menos solidaridad con vosotros”, les espetó a los socios del Este, según desveló Reuters y confirman fuentes conocedoras de la discusión. Aunque Italia es uno de los principales contribuyentes a la caja común de la UE y Polonia es la principal receptora de fondos estructurales, legalmente ningún país tiene potestad para bloquear los fondos. Pero la advertencia quedó en el ambiente y tanto Polonia como Hungría manifestaron públicamente que se trataba de “un chantaje”.
El punto de mayor acuerdo entre los líderes fue la necesidad en insistir a Turquía para que frene los flujos migratorios. Con ese fin, los Veintiocho celebrarán un “encuentro especial” con Turquía —previsiblemente con su primer ministro, Ahmet Davutoglu-— a principios de marzo, según avanzó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, al término de la primera jornada. La canciller alemana, Angela Merkel, precisó que sería "el 5 o el 6 de marzo". La dirigente germana repitió hasta la saciedad que la clave para mitigar el problema en Europa consiste en aplicar lo acordado con Turquía.
Fuera de ese consenso, los Estados se enzarzaron por la polémica decisión —ilegal, según la Comisión Europea— anunciada por Austria para aplicar desde este viernes un límite diario a los tránsitos de migrantes por su territorio y a las demandas de asilo que se pueden presentar en ese país. Algunos líderes deploraron esta medida y quisieron condenarla de alguna manera en las conclusiones de la cumbre. No hubo censura directa, aunque sí una frase que advertía de las “consecuencias humanitarias” de aplicar medidas sin coordinación entre países.
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, insistió especialmente en la necesidad de mantener las fronteras abiertas, explican fuentes diplomáticas. Su país es, en última instancia, el más perjudicado por limitaciones de este tipo. Si Austria ralentiza la circulación por su territorio, los países anteriores de la ruta de los Balcanes se verán forzados a hacer lo mismo y todos los refugiados acabarán bloqueados en Grecia, que no tiene capacidad para albergar volúmenes tan elevados.
También Merkel se mostró molesta, en la cena con sus socios en Bruselas, con la decisión unilateral austriaca, según fuentes comunitarias. Pese a la elevada presión de refugiados que soporta —el año pasado recibió más de un millón—, Merkel defiende la necesidad de mantener las fronteras abiertas, aunque con controles, para evitar el colapso de la zona Schengen. Ante la prensa, no obstante, quiso quitar hierro a la medida austriaca. Aun así, instó —sin citar a nadie— a “reinstaurar Schengen”, ahora sometido a excepciones temporales en algunas fronteras europeas, entre ellas la de Alemania con Austria.
Más allá de confrontar sus posturas, los líderes se emplazaron a la cumbre especial con Turquía y a la próxima cumbre europea, el 17 de marzo, para tomar decisiones sobre inmigración. “Tengo la esperanza de que en la próxima reunión adoptaremos más soluciones europeas porque hoy lo han dicho unánimemente los jefes de Estado y de Gobierno”, ironizó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, muy crítico con el escaso ritmo al que los Estados aplican los acuerdos comunitarios. Juncker aludió expresamente al mecanismo de reubicación de asilados entre países, del que muchos líderes no quieren ni oír hablar.