Los iraníes respaldan la apuesta de Rohaní por el deshielo con Occidente
Los aliados del presidente logran buenos resultados en la Cámara y la Asamblea de Expertos
Ángeles Espinosa
Teherán, El País
Los iraníes han dado un giro al centro. Tras una década dominada por los ultraconservadores, los resultados de la doble elección del pasado viernes apuntan hacia un Parlamento y una Asamblea de Expertos menos radicales. El éxito de la alianza de moderados y reformistas, clara en Teherán aunque menos evidente en el resto del país, supone un endoso tácito de la apuesta del presidente Hasan Rohaní por el deshielo con Occidente y la firma del acuerdo nuclear, lo que le permitirá contar con una legislatura más favorable.
“Una vez más la gente ha mostrado su poder y dado más credibilidad y fuerza a su Gobierno elegido”, ha declarado Rohaní visiblemente satisfecho. El avance de sus aliados políticos en el Parlamento va a ayudarle a sacar adelante las reformas que Irán necesita para poder beneficiarse del levantamiento de las sanciones internacionales.
No se trata de un vuelco político. En el controlado sistema iraní, donde sólo los candidatos leales al régimen islámico son autorizados a presentarse, la elección se hace entre dos corrientes muy próximas. No había apenas candidatos reformistas en estos comicios, ya que el Consejo de Guardianes (órgano no electo que supervisa las elecciones) descalificó a todos aquellos sospechosos de simpatizar con ellos. Pero a diferencia de 2012, cuando los reformistas boicotearon las urnas, en esta ocasión repitieron la táctica de las presidenciales de 2013 y apoyaron a los conservadores moderados que representa Rohaní.
“Los iraníes hemos optado por el cambio gradual”, confía un hombre de negocios que simpatiza con los reformistas. “La mayoría hemos votado contra los ultras; sólo podemos elegir entre lo malo y lo peor”, resume tras confesar que ha tenido que tragarse un sapo para votar a Ali Akbar Hachemí Rafsanyaní.
El regreso de los reformistas
La revuelta popular de 2009, ante la convicción de que se había amañado la reelección del entonces presidente Mahmud Ahmadineyad, supuso el descabezamiento y marginación de la corriente reformista, cuyo enorme respaldo popular alarmó a los guardianes de las esencias revolucionarias. Hoy los reformistas que sobrevivieron a la criba (sus líderes, Mir-Hosein Musaví y Mehdi Karrubí, siguen bajo arresto domiciliario, aunque se ha difundido que en esta ocasión votaron en sendos colegios electorales móviles) intentan volver a ser relevantes. Para ello han tenido que reducir sus ambiciones de cambio social y aceptar las estrechas reglas del juego que ofrece el sistema.
Ese veterano político, que encabezaba la lista a la Asamblea de Expertos de la alianza entre moderados y reformistas, lo ha sido todo en la política de la República Islámica que ayudó a fundar junto al ayatolá Jomeiní. Astuto y pragmático, su influencia le ganó enemigos y quedó desplazado con el ascenso de los principalistas a partir de 2005. Que hoy se le sitúe en el campo moderado-reformista es solo el resultado de la escora ultra que ha sufrido Irán en la última década y, en particular, tras las protestas electorales de 2009.
“Nadie puede resistirse ante la voluntad de la mayoría y quien no haya sido elegido, debe retirarse”, ha escrito Rafsanyaní en su cuenta de Instagram.
La prueba más clara del respaldo popular a la apertura son los resultados al Parlamento en Teherán, donde la Lista de la Esperanza, que agrupa a moderados y reformistas, ha obtenido los 30 escaños en liza, dejando fuera de la Cámara al cabeza de lista de la coalición principalista, Gholam-Ali Hadad-Adel, ex presidente del Parlamento y consuegro del líder supremo. Además, el reformista Mohammad Reza Aref ha sido el diputado más apoyado con 1,3 millones de votos (del total de 2,3 emitidos en la capital). Aref, que fue vicepresidente con Mohamed Jatamí, se retiró de las presidenciales de 2013 en favor de Rohaní y ahora ha encabezado la lista conjunta.
"Es llamativo ver que figuras claves del sistema islámico como los ayatolás Yazdi y Mesbah no hayan resultado elegidos a la Asamblea de Expertos, y que un histórico como Hadad-Adel quede fuera del Parlamento", analiza Luciano Zaccara, profesor de la Universidad de Qatar y experto en procesos electorales que viene observando los comicios iraníes desde 2004.
En el resto del país, la televisión estatal asegura que los principalistas van en cabeza. Pero el tándem moderado-reformista y los conservadores se reparten los votos con un amplio número de independientes cuya afiliación resulta difícil de determinar. Según los últimos datos publicados, de los 165 escaños atribuidos, 60 irían a la alianza progubernamental. Eso supone duplicar, como mínimo, el número de diputados con los que Rohaní contaba hasta ahora. Al menos 31 circunscripciones van a requerir una segunda vuelta, prevista para dentro de dos meses.
Ángeles Espinosa
Teherán, El País
Los iraníes han dado un giro al centro. Tras una década dominada por los ultraconservadores, los resultados de la doble elección del pasado viernes apuntan hacia un Parlamento y una Asamblea de Expertos menos radicales. El éxito de la alianza de moderados y reformistas, clara en Teherán aunque menos evidente en el resto del país, supone un endoso tácito de la apuesta del presidente Hasan Rohaní por el deshielo con Occidente y la firma del acuerdo nuclear, lo que le permitirá contar con una legislatura más favorable.
“Una vez más la gente ha mostrado su poder y dado más credibilidad y fuerza a su Gobierno elegido”, ha declarado Rohaní visiblemente satisfecho. El avance de sus aliados políticos en el Parlamento va a ayudarle a sacar adelante las reformas que Irán necesita para poder beneficiarse del levantamiento de las sanciones internacionales.
No se trata de un vuelco político. En el controlado sistema iraní, donde sólo los candidatos leales al régimen islámico son autorizados a presentarse, la elección se hace entre dos corrientes muy próximas. No había apenas candidatos reformistas en estos comicios, ya que el Consejo de Guardianes (órgano no electo que supervisa las elecciones) descalificó a todos aquellos sospechosos de simpatizar con ellos. Pero a diferencia de 2012, cuando los reformistas boicotearon las urnas, en esta ocasión repitieron la táctica de las presidenciales de 2013 y apoyaron a los conservadores moderados que representa Rohaní.
“Los iraníes hemos optado por el cambio gradual”, confía un hombre de negocios que simpatiza con los reformistas. “La mayoría hemos votado contra los ultras; sólo podemos elegir entre lo malo y lo peor”, resume tras confesar que ha tenido que tragarse un sapo para votar a Ali Akbar Hachemí Rafsanyaní.
El regreso de los reformistas
La revuelta popular de 2009, ante la convicción de que se había amañado la reelección del entonces presidente Mahmud Ahmadineyad, supuso el descabezamiento y marginación de la corriente reformista, cuyo enorme respaldo popular alarmó a los guardianes de las esencias revolucionarias. Hoy los reformistas que sobrevivieron a la criba (sus líderes, Mir-Hosein Musaví y Mehdi Karrubí, siguen bajo arresto domiciliario, aunque se ha difundido que en esta ocasión votaron en sendos colegios electorales móviles) intentan volver a ser relevantes. Para ello han tenido que reducir sus ambiciones de cambio social y aceptar las estrechas reglas del juego que ofrece el sistema.
Ese veterano político, que encabezaba la lista a la Asamblea de Expertos de la alianza entre moderados y reformistas, lo ha sido todo en la política de la República Islámica que ayudó a fundar junto al ayatolá Jomeiní. Astuto y pragmático, su influencia le ganó enemigos y quedó desplazado con el ascenso de los principalistas a partir de 2005. Que hoy se le sitúe en el campo moderado-reformista es solo el resultado de la escora ultra que ha sufrido Irán en la última década y, en particular, tras las protestas electorales de 2009.
“Nadie puede resistirse ante la voluntad de la mayoría y quien no haya sido elegido, debe retirarse”, ha escrito Rafsanyaní en su cuenta de Instagram.
La prueba más clara del respaldo popular a la apertura son los resultados al Parlamento en Teherán, donde la Lista de la Esperanza, que agrupa a moderados y reformistas, ha obtenido los 30 escaños en liza, dejando fuera de la Cámara al cabeza de lista de la coalición principalista, Gholam-Ali Hadad-Adel, ex presidente del Parlamento y consuegro del líder supremo. Además, el reformista Mohammad Reza Aref ha sido el diputado más apoyado con 1,3 millones de votos (del total de 2,3 emitidos en la capital). Aref, que fue vicepresidente con Mohamed Jatamí, se retiró de las presidenciales de 2013 en favor de Rohaní y ahora ha encabezado la lista conjunta.
"Es llamativo ver que figuras claves del sistema islámico como los ayatolás Yazdi y Mesbah no hayan resultado elegidos a la Asamblea de Expertos, y que un histórico como Hadad-Adel quede fuera del Parlamento", analiza Luciano Zaccara, profesor de la Universidad de Qatar y experto en procesos electorales que viene observando los comicios iraníes desde 2004.
En el resto del país, la televisión estatal asegura que los principalistas van en cabeza. Pero el tándem moderado-reformista y los conservadores se reparten los votos con un amplio número de independientes cuya afiliación resulta difícil de determinar. Según los últimos datos publicados, de los 165 escaños atribuidos, 60 irían a la alianza progubernamental. Eso supone duplicar, como mínimo, el número de diputados con los que Rohaní contaba hasta ahora. Al menos 31 circunscripciones van a requerir una segunda vuelta, prevista para dentro de dos meses.