Israel convive con una Intifada palestina de ‘lobos solitarios’
La ola de violencia se ha cobrado 200 muertes en ambas comunidades en cuatro meses
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Los informes sobre muertos y heridos en ataques palestinos contra israelíes y en las consiguientes represalias de las fuerzas de seguridad se suceden con monotonía en Israel desde el pasado mes de octubre. Solo de vez en cuando, un grave atentado o una oleada de asaltos atraen la atención de la sociedad israelí, que parece haberse habituado a convivir con una Intifada protagonizada en su mayoría por lobos solitarios, jóvenes aislados que actúan sin coordinación, y que ya ha superado el listón de los 200 muertos. En Jerusalén es ahora corriente cruzarse en la calle con civiles que llevan pistola al cinto o a un colono con fusil en bandolera en pleno mercado.
Como destacaba ayer el corresponsal de Defensa y Seguridad del diario Haaretz, Amos Harel, el pasado domingo se registraron en apenas 12 horas ocho ataques —tres intentos de apuñalamiento, tres acciones con armas de fuego y otras tres con explosivos— en Jerusalén y Cisjordania, que desembocaron en la muerte de cinco asaltantes palestinos. “Esto es una Intifada en toda regla, aunque las autoridades se nieguen a admitirlo”, concluía
Cifras de la ola de violencia en Israel y Cisjordania
Tras la sangrienta jornada, el Ejército y el Shin Bet (seguridad interior) se apresuraron el lunes a hacer públicos datos sobre atentados recopilados desde octubre que muestran una intensidad de violencia sin precedentes desde el final de la Segunda Intifada (2000-2005).
Desde el 1 de octubre se ha registrado la muerte de 26 israelíes, la mayoría de los casos por apuñalamiento, al ser embestidos deliberadamente por un coche o por disparos de atacantes palestinos. Además, han fallecido tres residentes extranjeros. También han perdido la vida 172 palestinos, dos terceras partes abatidos por las fuerzas de seguridad israelíes al ser considerados atacantes, y el resto en enfrentamientos con militares en Cisjordania o el límite de Gaza.
Los atacantes son jóvenes (un 90%, menores de 30 años). Una décima parte de ellos tienen menos de 18 años, y un 11% de los casos han sido protagonizados por mujeres. Tres cuartas partes de los atentados se han localizado en Cisjordania. El Shin Bet destaca que el 40% de los agresores procedían de la zona de Hebrón, que se ha convertido en uno de los principales focos de violencia en esta Intifada aún sin nombre.
Precisamente en Hebrón, imágenes captadas con teléfonos móviles y difundidas a través de las redes sociales han resaltado la gravedad de la situación. Una grabación muestra uno de los ataques del domingo, en el que una palestina de 18 años fue abatida a tiros por un guarda de fronteras israelí al que aparentemente se disponía a atacar con un cuchillo. En el vídeo se observa cómo la joven agoniza rápidamente mientras se desangra y expira custodiada por los agentes. Varios palestinos intentan acercarse hasta el cuerpo, pero los policías se lo impiden. En otra imagen que quedará para los anales del conflicto, un minusválido en una silla de ruedas forcejea con un policía de fronteras, que lo tira al suelo.
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Los informes sobre muertos y heridos en ataques palestinos contra israelíes y en las consiguientes represalias de las fuerzas de seguridad se suceden con monotonía en Israel desde el pasado mes de octubre. Solo de vez en cuando, un grave atentado o una oleada de asaltos atraen la atención de la sociedad israelí, que parece haberse habituado a convivir con una Intifada protagonizada en su mayoría por lobos solitarios, jóvenes aislados que actúan sin coordinación, y que ya ha superado el listón de los 200 muertos. En Jerusalén es ahora corriente cruzarse en la calle con civiles que llevan pistola al cinto o a un colono con fusil en bandolera en pleno mercado.
Como destacaba ayer el corresponsal de Defensa y Seguridad del diario Haaretz, Amos Harel, el pasado domingo se registraron en apenas 12 horas ocho ataques —tres intentos de apuñalamiento, tres acciones con armas de fuego y otras tres con explosivos— en Jerusalén y Cisjordania, que desembocaron en la muerte de cinco asaltantes palestinos. “Esto es una Intifada en toda regla, aunque las autoridades se nieguen a admitirlo”, concluía
Cifras de la ola de violencia en Israel y Cisjordania
Tras la sangrienta jornada, el Ejército y el Shin Bet (seguridad interior) se apresuraron el lunes a hacer públicos datos sobre atentados recopilados desde octubre que muestran una intensidad de violencia sin precedentes desde el final de la Segunda Intifada (2000-2005).
Desde el 1 de octubre se ha registrado la muerte de 26 israelíes, la mayoría de los casos por apuñalamiento, al ser embestidos deliberadamente por un coche o por disparos de atacantes palestinos. Además, han fallecido tres residentes extranjeros. También han perdido la vida 172 palestinos, dos terceras partes abatidos por las fuerzas de seguridad israelíes al ser considerados atacantes, y el resto en enfrentamientos con militares en Cisjordania o el límite de Gaza.
Los atacantes son jóvenes (un 90%, menores de 30 años). Una décima parte de ellos tienen menos de 18 años, y un 11% de los casos han sido protagonizados por mujeres. Tres cuartas partes de los atentados se han localizado en Cisjordania. El Shin Bet destaca que el 40% de los agresores procedían de la zona de Hebrón, que se ha convertido en uno de los principales focos de violencia en esta Intifada aún sin nombre.
Precisamente en Hebrón, imágenes captadas con teléfonos móviles y difundidas a través de las redes sociales han resaltado la gravedad de la situación. Una grabación muestra uno de los ataques del domingo, en el que una palestina de 18 años fue abatida a tiros por un guarda de fronteras israelí al que aparentemente se disponía a atacar con un cuchillo. En el vídeo se observa cómo la joven agoniza rápidamente mientras se desangra y expira custodiada por los agentes. Varios palestinos intentan acercarse hasta el cuerpo, pero los policías se lo impiden. En otra imagen que quedará para los anales del conflicto, un minusválido en una silla de ruedas forcejea con un policía de fronteras, que lo tira al suelo.