HISTORIAS DEL ALL STAR | 2003 / El último All Star de Jordan se quedó sin final de película
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Noche del 9 de febrero de 2003. Philips Arena de Atlanta. Michael Jordan salta a la cancha para disputar un All-Star Game por decimocuarta y última vez en su carrera. El '23' había anunciado que a finales de esa temporada (2002/2003) se produciría su tercera y definitiva retirada. El considerado mejor jugador de todos los tiempos eclipsó el justo y merecido MVP del partido logrado por Kevin Garnett (37 puntos, nueve rebotes y cinco robos), quien guió la victoria de la Conferencia Oeste sobre el Este por 155-145 en un duelo que no se decidió tras una doble prórroga.
Sin embargo, en el imaginario colectivo ha queado una jugada para el recuerdo. No fue un tiro ganador, dos tiros libres de Kobe Bryant (algunos lo entendieron como una especie de relevo en el trono de la NBA) mandaron el encuentro al segundo tiempo extra, pero sí fue una acción que puso los pelos de punta (una vez más) a todos aquellos que seguimos el partido: Kidd le entregó la bola a Jordan, quien intentó encarar el aro sin éxito. Al consumirse la posesión, se tuvo que elevar con una de sus características suspensiones hacia atrás (fade away) para esquivar la excelsa defensa de Shawn Marion. No importó cuan buena fuera, el mítico escolta acabó introduciendo el balón, limpio, en la red (136-138). Vellos de punta.
Pero aún faltaban 3 segundos para el cierre. Tras el tiempo muerto, el Oeste puso el balón en juego desde el lateral de su propio campo. Kobe recibió en un lateral y cuando se disponía a lanzar de tres para buscar el buzzer beater, Jermaine 'El Otro' O'neal le arrolló. Falta. Tres tiros libres (anotó el primero y el tercero, erró el segundo): 138-138. Con apenas un segundo, el nuevo intento ganador de Jordan fue punteado y ni siquiera tocó el aro. No habría final de película...
La segunda prórroga no tuvo mayor historia. Todo había quedado reducido a ese mágico lanzamiento. Jordan, titular gracias a Vince Carter (quien le cedió con muy buen criterio su puesto de inicio), firmó 20 puntos (9/27 en tiros de campo) cinco rebotes y dos asistencias. La otra escena para el recuerdo, además de contar con un asiático jugando por vez primera el partido de las estrellas (Yao Ming), fue ver a Mariah Carey (con un ceñidísimo vestido de los Wizards con el número 23) interpretar Hero. Acto seguido la atronadora ovación emocionó, micrófono en mano, al héroe de carne y hueso. El resto de estrellas observándole con admiración. "Ahora puedo irme a casa y sentirme en paz con el baloncesto. Lo dejo en buenas manos. Muchas gracias". Se producía el relevo. La leyenda de Jordan continúa inalterable. Como sucederá con la de Kobe Bryant. Su, hasta el momento más digno sucesor, acudirá por última vez en esta semana a la cita con las estrellas. La NBA se prepara despedir a otro de los más grandes. La vida sigue. Lo que no impide que sus recuerdos se eternicen en el tiempo.
Noche del 9 de febrero de 2003. Philips Arena de Atlanta. Michael Jordan salta a la cancha para disputar un All-Star Game por decimocuarta y última vez en su carrera. El '23' había anunciado que a finales de esa temporada (2002/2003) se produciría su tercera y definitiva retirada. El considerado mejor jugador de todos los tiempos eclipsó el justo y merecido MVP del partido logrado por Kevin Garnett (37 puntos, nueve rebotes y cinco robos), quien guió la victoria de la Conferencia Oeste sobre el Este por 155-145 en un duelo que no se decidió tras una doble prórroga.
Sin embargo, en el imaginario colectivo ha queado una jugada para el recuerdo. No fue un tiro ganador, dos tiros libres de Kobe Bryant (algunos lo entendieron como una especie de relevo en el trono de la NBA) mandaron el encuentro al segundo tiempo extra, pero sí fue una acción que puso los pelos de punta (una vez más) a todos aquellos que seguimos el partido: Kidd le entregó la bola a Jordan, quien intentó encarar el aro sin éxito. Al consumirse la posesión, se tuvo que elevar con una de sus características suspensiones hacia atrás (fade away) para esquivar la excelsa defensa de Shawn Marion. No importó cuan buena fuera, el mítico escolta acabó introduciendo el balón, limpio, en la red (136-138). Vellos de punta.
Pero aún faltaban 3 segundos para el cierre. Tras el tiempo muerto, el Oeste puso el balón en juego desde el lateral de su propio campo. Kobe recibió en un lateral y cuando se disponía a lanzar de tres para buscar el buzzer beater, Jermaine 'El Otro' O'neal le arrolló. Falta. Tres tiros libres (anotó el primero y el tercero, erró el segundo): 138-138. Con apenas un segundo, el nuevo intento ganador de Jordan fue punteado y ni siquiera tocó el aro. No habría final de película...
La segunda prórroga no tuvo mayor historia. Todo había quedado reducido a ese mágico lanzamiento. Jordan, titular gracias a Vince Carter (quien le cedió con muy buen criterio su puesto de inicio), firmó 20 puntos (9/27 en tiros de campo) cinco rebotes y dos asistencias. La otra escena para el recuerdo, además de contar con un asiático jugando por vez primera el partido de las estrellas (Yao Ming), fue ver a Mariah Carey (con un ceñidísimo vestido de los Wizards con el número 23) interpretar Hero. Acto seguido la atronadora ovación emocionó, micrófono en mano, al héroe de carne y hueso. El resto de estrellas observándole con admiración. "Ahora puedo irme a casa y sentirme en paz con el baloncesto. Lo dejo en buenas manos. Muchas gracias". Se producía el relevo. La leyenda de Jordan continúa inalterable. Como sucederá con la de Kobe Bryant. Su, hasta el momento más digno sucesor, acudirá por última vez en esta semana a la cita con las estrellas. La NBA se prepara despedir a otro de los más grandes. La vida sigue. Lo que no impide que sus recuerdos se eternicen en el tiempo.