Evo busca iniciar el camino hacia la eternidad
Bolivia vota este domingo si reforma la Constitución para que Morales pueda reelegirse, en una prueba electoral con valor regional para la declinante izquierda bolivariana
Javier Lafuente
Tiwanaku, El País
El maestro amauta Lucas Choque, Poma Villca, ha entregado dos veces el bastón de mando a Evo Morales, en 2010 y 2015. Ambas ante la Puerta del Sol de las ancestrales ruinas de Tiwanaku, la ciudad arqueológica del altiplano boliviano. Siempre repitiéndole en aimara cuatro preceptos que debía seguir para que todo fuese bien: “Ama sua, ama quella, ama llulla, ama llunku’u”. No seas un ladrón, no seas vago, no seas mentiroso y no seas servil.
En vísperas del referéndum que determinará si Morales puede volver a presentarse a unas elecciones, Choque sonríe con cierta picardía cuando se le pregunta si el presidente ha cumplido con las máximas en sus años de mandato. “Al final, la continuidad no depende de la voluntad de una persona, depende del pueblo”, admite el fundador del Consejo de Amautas de Tiwanaku.
Eso harán este domingo los bolivianos cuando respondan con un sí o un no a esta pregunta: “¿Usted está de acuerdo con la reforma del artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la presidenta o presidente y la vicepresidenta o vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua?”. Del resultado dependerá que Morales pueda presentarse por cuarta vez a la presidencia en 2019, cuando termine su mandato actual, y, de ganar, continuar en el poder hasta 2025.
Morales es la última esperanza de una parte de la izquierda latinoamericana, la del socialismo del siglo XXI. Si vence el referéndum y después las elecciones, gobernaría durante 20 años, superando los 14 de Hugo Chávez en Venezuela. Solo su admirado Fidel Castro habría permanecido más tiempo en el poder, más de medio siglo al mando de Cuba.
El primer síntoma de cambio llegó con la victoria de Mauricio Macri en las presidenciales argentinas. Morales apoyó al candidato oficialista, Daniel Scioli, pero luego acudió a la toma de posesión de Macri. Le siguió la derrota del chavismo en las parlamentarias de diciembre, en las que la oposición logró una contundente victoria. En Ecuador su presidente, Rafael Correa, ha desistido de presentarse a los comicios de 2017.
Sin embargo, pese a su carisma, Morales nunca ha optado por ser un líder regional. Ni siquiera tras la muerte de Chávez o el relevo en la Cuba castrista, el presidente boliviano dio un paso al frente para tratar de erigirse en el nuevo baluarte del siglo XXI. Siempre prefirió centrarse en “el pueblo boliviano”, pero manteniendo un discurso antiimperialista y antineoliberal que, al menos hasta la fecha, no le ha restado apoyos en Bolivia. Si bien, su política económica ha sido redistribucionista, pero prudente a diferencia de Venezuela.
Morales ya cambió la Constitución en 2009, casi por completo. Las autoridades judiciales, próximas al poder, consideraron que el triunfo de ese año no fue una reelección sino la primera victoria bajo la nueva Constitución. Como cinco años antes y cinco después, siempre ganó con solvencia. La década de Morales en el poder ha sido la más próspera económica y socialmente de la historia reciente de Bolivia, gracias a los altos precios de los hidrocarburos y las materias primas. 2,6 millones de personas se incorporaron a la clase media y la pobreza extrema disminuyó del 39 al 17%.
Todo parece indicar que la votación de hoy será la más ajustada que se recuerda. Los sondeos auguran un empate técnico con un alto porcentaje de indecisos, aunque varias encuestas vaticinaron la última semana una victoria del "no". Sin embargo, la popularidad de Morales sigue siendo muy alta: siete de cada 10 bolivianos lo aprueban. Incluso en las encuestas más desfavorables, los bolivianos asumen que una victoria del no les traería incertidumbre política y un frenazo económico.
El final de campaña
“Quien vote por el sí lo hará porque confía en mantener la estabilidad económica y por la dimensión de los cambios logrados, de ahí que la fuerza de Evo siga estando en las zonas rurales”, explica el analista político Armando Ortuño, para quien la campaña a favor del sí ha fallado al no saber explicar los logros obtenidos.
Aunque en un principio la sombra del caudillo que se perpetúa en el poder y la corrupción polarizaron la campaña del no, esas críticas han quedado de lado por dos hechos al final de la campaña. En las últimas semanas se supo que Morales había tenido un hijo con la gerente comercial de la empresa china CAMC Engineering, la principal proveedora del Estado, con contratos por unos 500 millones de dólares. Además, la muerte de seis personas tras un ataque a la alcaldía de El Alto, ahora en manos opositoras, ha hecho temblar los cimientos del feudo tradicional de Morales.
Javier Lafuente
Tiwanaku, El País
El maestro amauta Lucas Choque, Poma Villca, ha entregado dos veces el bastón de mando a Evo Morales, en 2010 y 2015. Ambas ante la Puerta del Sol de las ancestrales ruinas de Tiwanaku, la ciudad arqueológica del altiplano boliviano. Siempre repitiéndole en aimara cuatro preceptos que debía seguir para que todo fuese bien: “Ama sua, ama quella, ama llulla, ama llunku’u”. No seas un ladrón, no seas vago, no seas mentiroso y no seas servil.
En vísperas del referéndum que determinará si Morales puede volver a presentarse a unas elecciones, Choque sonríe con cierta picardía cuando se le pregunta si el presidente ha cumplido con las máximas en sus años de mandato. “Al final, la continuidad no depende de la voluntad de una persona, depende del pueblo”, admite el fundador del Consejo de Amautas de Tiwanaku.
Eso harán este domingo los bolivianos cuando respondan con un sí o un no a esta pregunta: “¿Usted está de acuerdo con la reforma del artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la presidenta o presidente y la vicepresidenta o vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua?”. Del resultado dependerá que Morales pueda presentarse por cuarta vez a la presidencia en 2019, cuando termine su mandato actual, y, de ganar, continuar en el poder hasta 2025.
Morales es la última esperanza de una parte de la izquierda latinoamericana, la del socialismo del siglo XXI. Si vence el referéndum y después las elecciones, gobernaría durante 20 años, superando los 14 de Hugo Chávez en Venezuela. Solo su admirado Fidel Castro habría permanecido más tiempo en el poder, más de medio siglo al mando de Cuba.
El primer síntoma de cambio llegó con la victoria de Mauricio Macri en las presidenciales argentinas. Morales apoyó al candidato oficialista, Daniel Scioli, pero luego acudió a la toma de posesión de Macri. Le siguió la derrota del chavismo en las parlamentarias de diciembre, en las que la oposición logró una contundente victoria. En Ecuador su presidente, Rafael Correa, ha desistido de presentarse a los comicios de 2017.
Sin embargo, pese a su carisma, Morales nunca ha optado por ser un líder regional. Ni siquiera tras la muerte de Chávez o el relevo en la Cuba castrista, el presidente boliviano dio un paso al frente para tratar de erigirse en el nuevo baluarte del siglo XXI. Siempre prefirió centrarse en “el pueblo boliviano”, pero manteniendo un discurso antiimperialista y antineoliberal que, al menos hasta la fecha, no le ha restado apoyos en Bolivia. Si bien, su política económica ha sido redistribucionista, pero prudente a diferencia de Venezuela.
Morales ya cambió la Constitución en 2009, casi por completo. Las autoridades judiciales, próximas al poder, consideraron que el triunfo de ese año no fue una reelección sino la primera victoria bajo la nueva Constitución. Como cinco años antes y cinco después, siempre ganó con solvencia. La década de Morales en el poder ha sido la más próspera económica y socialmente de la historia reciente de Bolivia, gracias a los altos precios de los hidrocarburos y las materias primas. 2,6 millones de personas se incorporaron a la clase media y la pobreza extrema disminuyó del 39 al 17%.
Todo parece indicar que la votación de hoy será la más ajustada que se recuerda. Los sondeos auguran un empate técnico con un alto porcentaje de indecisos, aunque varias encuestas vaticinaron la última semana una victoria del "no". Sin embargo, la popularidad de Morales sigue siendo muy alta: siete de cada 10 bolivianos lo aprueban. Incluso en las encuestas más desfavorables, los bolivianos asumen que una victoria del no les traería incertidumbre política y un frenazo económico.
El final de campaña
“Quien vote por el sí lo hará porque confía en mantener la estabilidad económica y por la dimensión de los cambios logrados, de ahí que la fuerza de Evo siga estando en las zonas rurales”, explica el analista político Armando Ortuño, para quien la campaña a favor del sí ha fallado al no saber explicar los logros obtenidos.
Aunque en un principio la sombra del caudillo que se perpetúa en el poder y la corrupción polarizaron la campaña del no, esas críticas han quedado de lado por dos hechos al final de la campaña. En las últimas semanas se supo que Morales había tenido un hijo con la gerente comercial de la empresa china CAMC Engineering, la principal proveedora del Estado, con contratos por unos 500 millones de dólares. Además, la muerte de seis personas tras un ataque a la alcaldía de El Alto, ahora en manos opositoras, ha hecho temblar los cimientos del feudo tradicional de Morales.