Túnez decreta el toque de queda en todo el país ante las revueltas

La medida será aplicada desde este viernes desde las 20.00 hasta las 05.00

Ricard González
Túnez, El País
Después de una noche con graves disturbios en varias regiones, el Gobierno de Túnez decidió la mañana del viernes imponer el toque de queda en todo el país magrebí entre las 20.00 y las 5.00 de la madrugada a partir de esta misma noche, de acuerdo con un comunicado del ministerio del Interior. Las protestas, iniciadas por grupos de jóvenes desempleados en la provincia de Kaserine el pasado domingo, se han ido extendiendo por toda la geografía tunecina siguiendo un camino muy parecido al del inicio de la revolución de 2011. De momento, los enfrentamientos entre policía y manifestantes se ha saldado con 42 agentes heridos y uno muerto, así como más de 80 heridos entre los jóvenes contestarios, según informa la prensa local.


El detonante de esta nueva ola de protestas sociales, la más vigorosa desde la caída del dictador Ben Alí, fue la muerte el pasado sábado en Kaserine de Ridha Yahyaoui, un joven desempleado que se electrocutó al subirse un poste eléctrico en mitad de una protesta reclamando trabajo al Gobierno. Poco a poco, las manifestaciones, a menudo reprimidas por las fuerzas de seguridad con gases lacrimógenos y disparos con balas de goma, fueron expandiéndose por el resto del país, incluidas algunas de las principales ciudades del país, como Sfax, Susa, o la propia capital.

En el suburbio capitalino de Eltadamon, grupos de encapuchados saquearon varios comercios y prendieron fuego a una comisaría de policía. Por su parte, las fuerzas de seguridad arrestaron a 16 personas en el área metropolitana de Túnez. En las últimas 24 horas, tres comisarías han sido asaltadas.

El primer ministro, Habib Essid, decidió interrumpir su gira europea para retornar a Túnez. “Somos conscientes de las dificultades a las que hacen frente los desempleados y entendemos sus demandas y las de los graduados universitarios”, declaró a través de un comunicado. Con el fin de apaciguar los ánimos, el Ejecutivo ha anunciado la concesión de empleo o ayudas sociales a 6.000 jóvenes de Kaserine, junto con Sidi Buzid la región más pobre del país y que padece una tasa de desempleo de cerca del 30%, más del doble de la media nacional.
El recurso a la amenaza terrorista

En un discurso televisado dirigido a la nación, el veterano presidente Beji Caïd Essebsi se mostró comprensivo con el malestar de los jóvenes parados, pero no ofreció soluciones. "Recibimos al país en una situación económica crítica", se justificó. Además, retomando una clásica propensión de las autocracias árabes, aseguró que había una mano negra detrás de las protestas. En la misma línea, el portavoz del Ministerio del Interior, Walid Louguini, aseguró que los movimientos yihadistas planean aprovechar la inestabilidad para cometer atentados. Durante los últimos meses, Túnez ya ha sufrido tres graves atentados a manos del Daesh (acrónimo en árabe del autodenominado Estado Islámico).

El expresidente Moncef Marzuki, el primero elegido democráticamente y ahora en la oposición, ha instado al Gobierno a convocar elecciones anticipadas. A diferencia del resto de países sacudidos por la primavera árabe, Túnez fue capaz de llevar a buen puerto su proceso de transición a la democracia. Una vez aprobada la nueva Constitución, el año pasado se celebraron elecciones presidenciales y legislativas. En ambas se impusieron los candidatos de Nidá Tunis, un partido conservador y laico que en las últimas semanas ha padecido una escisión. Sin embargo, gracias a su alianza con el partido islamista Ennahda, no se ha visto amenazada la estabilidad gubernamental. Al menos, hasta el estallido de las últimas protestas.

“La transición tuvo éxito en su parte política, pero no en la económica. Tenemos un Gobierno que aplica las mismas políticas neoliberales de la era Ben Alí bajo los dictados del FMI”, explica Munir Essid, uno de los responsables de Foro Tunecino por los Derechos Económicos y Sociales. “Es necesaria una mayor inversión estatal, sobre todo en las regiones del centro del país, siempre marginadas. Hace cinco años que los Gobierno piden paciencia, que la economía mejorará, pero la gente se cansó ya de promesas”, remacha.

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