Trump desafía los poderes fácticos de la derecha de Estados Unidos

El magnate y 'showman' neoyorquino hace pedazos cada día los dogmas conservadores

Marc Bassets
Marshalltown (Iowa), El País
Donald Trump ha abierto un boquete en la derecha estadounidense. El magnate y showman neoyorquino hace pedazos cada día los dogmas del conservadurismo. La escalada dialéctica con Fox News y la decisión de boicotear el debate que la cadena de televisión organiza este jueves en Des Moines (Iowa), son el ejemplo más reciente, pero no el único. Para cualquier candidato republicano era tabú enfrentarse a Fox News, máximo órgano de la derecha mediática.


Contar chistes con tufo antisemita ante miembros del lobby proisraelí, proferir vulgaridades contra las mujeres, burlarse de discapacitados físicos... La lista de salidas de tono es larga, y siempre sale indemne. Trump hace añicos el manual del buen republicano (y del buen político). El martes, cuando declaró la guerra a Fox News en una rueda de prensa en Marshalltown, un municipio de 28.000 habitantes en Iowa, el republicano Trump dijo estar de acuerdo con la normalización de las relaciones con Cuba: otra desviación de la ortodoxia derechista.

Trump es un híbrido ideológico. Se viste de ultraconservador cuando pide la expulsión de los inmigrantes sin papeles o el cierre de fronteras a los musulmanes. Pero es progresista cuando defiende las pensiones públicas, la sanidad gratuita para los mayores de 65 años y subidas de impuestos a los ricos. Trump escribe su propio manual.

El martes, fuera del pabellón de Marshalltown donde Trump se disponía a hablar, un hombre vendía productos de merchandising. Quienes hacían cola —cielo gris, viento helado, tres grados bajo cero— miraban con recelo los carteles que exponía. Le preguntaban si eran un chiste o una provocación. El hombre respondía: “Es un secreto”. Uno de los carteles era un dibujo de Trump manejando una marioneta del propio Trump. ¿Trump una marioneta de sí mismo? ¿Lo son sus seguidores, que le han encumbrado a lo alto de los sondeos para la nominación republicana a la Casa Blanca? ¿Los periodistas, que amplifican el eco de sus astracanadas? ¿Es un genio? ¿Un bufón? ¿O ambas cosas? “Me he encontrado a muchos demócratas viendo a Trump”, dice después del mitin el sheriff local, Ted Kamatchus. “Les he preguntado: ¿qué hacéis aquí? Y me han respondido: ‘Él está a favor de mí”.

Evento paralelo

A menos que por sorpresa Fox News y Trump alcancen un acuerdo, los republicanos debatirán por primera vez sin el candidato favorito en los sondeos. Es el último debate antes de los caucus de Iowa. Estas asambleas abren el lunes cinco meses de caucus y primarias para elegir a los nominados demócrata y republicano a las presidenciales de noviembre. El máximo rival de Trump es el senador por Texas Ted Cruz, en sintonía con los fundamentalistas cristianos, un electorado clave en los caucus republicanos.

El debate, sin el protagonista absoluto de esta campaña, ya es otra cosa. Trump quiere organizar un evento paralelo para recaudar fondos para heridos de guerra. Dice que prefiere que el dinero vaya a los excombatientes que a Fox News, a la que acusa de lucrarse gracias a su presencia en los debates. Con Fox News mantiene un contencioso por las preguntas de su periodista estrella, Megyn Kelly. Le parecen sesgadas. Trump pedía que Kelly no moderase el debate de Des Moines. Fox News se negó. Y en un comunicado bromeó con la capacidad de Trump para negociar, si es presidente, con los líderes de Rusia e Irán cuando es incapaz de afrontar las preguntas de Kelly.

Es el choque del viejo poder fáctico republicano —la cadena a la que ningún republicano con dos dedos de frente se atrevía a desairar, el principal ariete contra el presidente demócrata, Barack Obama— y el hombre que ha desquiciado al establishment republicano: un nuevo poder fáctico. Hoy, para muchos partidarios de Trump, Fox News es tan establishment como Obama.

La revista National Review, órgano histórico del conservadurismo tradicionalista, publica en su último número un manifiesto anti-Trump. En las radios de Iowa se oyen mensajes cuestionando las credenciales conservadoras de Trump: un antiguo amigo de los Clinton, favorable en el pasado al derecho al aborto, partidario de la sanidad pública. Al mismo tiempo, la constatación de que, pese a los vaticinios, la burbuja Trump no pincha, lleva a algunos republicanos a hacerse a la idea: quizá sea el nominado y haya que amoldarse a él.

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