Rafa Benítez era el último escudo de los jugadores

Madrid, Goal.com
Una vez más, los jugadores del Real Madrid ganaron la batalla. Salieron indemnes de una nueva crisis. Al igual que con José Mourinho y Carlo Ancelotti, fue el entrenador el que tuvo que abandonar el barco. Rafa Benítez se marchó sin despedirse, consciente de que su sueño estalló al poco de llegar. Mientras él recogía sus cosas, los futbolistas festejaban el nuevo triunfo. Pero será el último. Ya no habrá más.
Tener a Zinedine Zidane como entrenador conlleva una inyección de moral e ilusión importante, pero también una carga de responsabilidad a la que no están acostumbrados. La figura del Zizou jugador sigue presente en el madridismo. Idolatrado por toda la hinchada, el francés nunca será pitado por el Santiago Bernabéu si las cosas se tuercen. Es inmortal para una afición que se enamoró de su fútbol y lo tiene en la memoria como una leyenda.





Ya no sonarán silbidos cuando aparezca el nombre del entrenador por megafonía. Tampoco asistiremos a una bronca al técnico tras una serie de malas jugadas. Y dudo mucho que se discutan los cambios realizados por un hombre que fue el más grande cuando se vistió de corto. El ojo del huracán queda reservado para los que nunca estuvieron cerca de él.

Toca sudar la camiseta sin reservas y defender ese escudo sabiendo que eso, y no otra cosa, es lo más importante, lo que más necesita el madridismo. Ya no hay escudos. Las campañas mediáticas tampoco valdrán de nada. Al banquillo ha llegado un hombre intocable para una afición que quiere mirar hacia delante, no hacia la dorada vitrina pensando que el pasado siempre fue mejor.

El sábado, ante el Deportivo de La Coruña, tendremos el primer tramo de un camino que debe conducir al Real Madrid a lo más alto. Si los jugadores quieren, habrá sonrisas al llegar a la meta. Si no quieren, Zidane no saldrá en la foto de los señalados.

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