Obama lanza una última ofensiva contra la violencia de las armas

El presidente se apresta a anunciar acciones ejecutivas ante la inacción del Congreso

Silvia Ayuso
Washington, El País
Barack Obama inicia su último año como presidente de Estados Unidos concentrado en uno de los problemas cuya solución le ha eludido durante todo su mandato: contener la violencia de las armas. Frustrado por la inacción de un Congreso donde demasiados legisladores se oponen a cualquier medida que, a sus ojos -o en los del poderoso lobby proarmas del país- signifique limitar el derecho a portar armas consagrado en la Constitución, Obama intentará actuar solo. Este lunes se reúne con su fiscal general, Loretta Lynch, para discutir qué medidas puede dictar sin contar con el Capitolio. El jueves, participará en un encuentro de una hora en la cadena CNN dedicado a este tema y donde responderá a preguntas del público. Los aspirantes republicanos, con el polémico Donald Trump a la cabeza, ya han anunciado que dejarán sin efecto estas medidas si llegan a la Casa Blanca.


¿Qué puede hacer Obama sin el Congreso para limitar las armas?

Solo el Congreso puede dictar leyes, pero el presidente puede hacer uso de su autoridad ejecutiva para realizar algunos cambios a regulaciones existentes. Se espera que Obama dicte medidas ejecutivas centradas en expandir los controles sobre las personas que adquieren un arma. Uno de los problemas que más ha denunciado el mandatario es la denominada “laguna legal de las ferias de armas”: las armerías requieren de una licencia para operar, lo que a su vez les obliga a verificar los antecedentes de los compradores antes de venderles un arma de fuego. Pero las transacciones realizadas en ferias de armas o por Internet no cuentan con este requisito puesto que, técnicamente, no son realizadas por vendedores profesionales, los únicos sujetos a esta normativa. Ello ha permitido que personas que en una tienda no podrían adquirir un arma -como gente con antecedentes criminales o con problemas mentales- consigan su objetivo. Obama podría endurecer la definición de qué se entiende por “estar en el negocio” de las armas, para ampliar el requisito de una licencia y por tanto la verificación de antecedentes. Se espera además que obligue tanto a vendedores como fabricantes a informar a las autoridades federales cuando una de sus armas sea robada durante su envío al comprador. A menudo, estas armas no están aún registradas y por tanto es más difícil seguirles el rastro, de ahí que sean un objetivo favorito de los que participan en la venta ilícita de armas.

¿Por qué no había actuado Obama por su cuenta hasta ahora?

Sí lo ha hecho, aunque con un alcance muy limitado. En enero de 2013, tras la matanza de Newtown, donde un joven con problemas mentales masacró a 20 niños y seis adultos, Obama anunció 23 acciones ejecutivas destinadas a mejorar entre otros el flujo de información sobre las armas vendidas o incautadas. Después de que el Senado se negara a aprobar sus propuestas de ampliar los procedimientos de verificación de antecedentes y prohibir las armas de asalto, así como los cargadores de gran capacidad, Obama dictó dos medidas ejecutivas más: una hacía obligatoria la verificación cuando las armas son adquiridas por corporaciones o consorcios y otra prohíbe ampliamente que entidades privadas vuelvan a importar los excedentes de armas militares.
Más muertos y armas que en ningún otro país del mundo

En Estados Unidos, cada día, mueren una media de 92 personas por arma de fuego, ya sea por asesinato, suicidio o por accidente. Un suceso nada inusual en un país que tiene 321 millones de habitantes y unos 270 millones de armas, es decir, casi una por ciudadano. También las matanzas son noticia recurrente: durante el segundo mandato de Barack Obama, no ha pasado una semana sin que se registrara una matanza con múltiples víctimas en algún lugar del país.

Pero la vigencia de una acción ejecutiva es también limitada, puesto que puede ser anulada por el próximo presidente. Además, puede acabar frenada en los tribunales, como ha sucedido con las que dictó Obama hace un año para detener la deportación de hasta cinco millones de indocumentados en vista de que el Congreso no aprobaba una reforma migratoria.

Por eso, Obama siempre ha defendido que los cambios más sustanciales deben ser realizados por el Congreso, que es el único que puede cambiar las leyes.

Si es tan difícil, ¿por qué ahora vuelve a actuar por su cuenta?

Porque a Obama se le acaba el tiempo. En poco más de un año entregará la presidencia a su sucesor (o sucesora). Este 2016 va a estar además marcado por la campaña electoral, que empieza en serio en febrero con las primarias republicanas y demócratas. Es prácticamente imposible que el Congreso vaya a actuar ahora sobre un tema tan controvertido y que cuenta con el férreo rechazo de un lobby tan poderoso como la Asociación Nacional del Rifle (NRA). Por tanto, Obama prácticamente solo tiene este mes de enero para captar la atención nacional sobre un problema que ha calificado de “epidemia”. Además, cuenta con el impacto de la matanza terrorista de San Bernardino en diciembre.

¿Cómo va a hacerlo?

Las únicas citas confirmadas oficialmente hasta el momento son el encuentro de Obama con la fiscal general Lynch el lunes y su comparecencia televisiva la noche del jueves en horario de máxima audiencia. Un evento que tendrá lugar además en un momento muy señalado: el viernes se cumple el quinto aniversario del intento de asesinato de la congresista demócrata por Arizona Gabrielle Giffords, quien un lustro después sigue recuperándose del disparo que recibió en la cabeza.

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