La salud como inversión
El sector sanitario, que representa el 10% de la riqueza, prepara una gran transformación
Miguel Ángel García Vega
Madrid, El País
De la cuna a la tumba. El hombre atraviesa su tiempo como si fuera infinito, extensible a voluntad, maleable a conveniencia y con la falsa certeza de que nunca le alcanzará. Porque la muerte es algo que siempre le ocurre a los demás. Pero las industrias que orbitan alrededor de la salud saben que es un error fruto de la arrogancia humana y por eso preparan sus estrategias dentro de una vida finita. El sector, que representa el 10% de la riqueza del planeta, está embarcado en una transformación única. “Los sistemas de salud y los contribuyentes sufren cada vez más presión en los costes. Esta situación se agrava por los cambios demográficos, el aumento de los ingresos en los países emergentes y una inminente epidemia de enfermedades crónicas”, reflexionan en la consultora EY.
Entre esas nuevas pandemias, la obesidad y el sobrepeso dejan 3,4 millones de muertes al año, el cáncer 8,2 millones y más de 382 millones de personas sufren diabetes. Enfermedades en buena parte debidas al estilo de vida de Occidente, donde incluso la sobrealimentación se disfraza como una expresión de libertad individual. Pero tal vez porque habitamos un mundo de extremos y contradicciones, el mercado de alimentos saludables pasará de mover 932.000 millones de dólares estos días a 1,1 billones dentro de tres años, según Bank of America Merrill Lynch.
Para cuadrar las cuentas entre lo que somos y lo que querríamos ser, la tecnología relacionada con la salud vivirá su edad de oro. El universo del big data y las aplicaciones móviles revolucionarán los tratamientos médicos. El diagnóstico llegará en tiempo real y la medicina será personalizada o no será. Por ejemplo, el precio de secuenciación del genoma humano ha caído por debajo de los 1.000 dólares (918 euros), cuando ha llegado a costar 200.000 dólares hace pocos años. Esto abre la puerta al tratamiento individualizado de enfermedades graves y a un mercado que se espera que crezca a ritmo de dos dígitos hasta 2018.
Aunque si hay un mal que asusta, ese es el cáncer. Por eso la investigación oncológica resulta una interesante opción para los inversores a largo plazo que soporten bien periodos extensos de iliquidez. Acorde con la consultora especializada en capital riesgo Pitchbook, en los últimos 12 años, 751 fondos tenían al menos una inversión en el sector oncológico. Viajando al detalle, la firma de investigación financiera Prequin contabiliza 14 fondos (nueve en Estados Unidos, cuatro en Europa y uno en Asia) muy activos en esta enfermedad. Todos invierten en la fase de capital riesgo; todos miran hacia un futuro más sano.
Miguel Ángel García Vega
Madrid, El País
De la cuna a la tumba. El hombre atraviesa su tiempo como si fuera infinito, extensible a voluntad, maleable a conveniencia y con la falsa certeza de que nunca le alcanzará. Porque la muerte es algo que siempre le ocurre a los demás. Pero las industrias que orbitan alrededor de la salud saben que es un error fruto de la arrogancia humana y por eso preparan sus estrategias dentro de una vida finita. El sector, que representa el 10% de la riqueza del planeta, está embarcado en una transformación única. “Los sistemas de salud y los contribuyentes sufren cada vez más presión en los costes. Esta situación se agrava por los cambios demográficos, el aumento de los ingresos en los países emergentes y una inminente epidemia de enfermedades crónicas”, reflexionan en la consultora EY.
Entre esas nuevas pandemias, la obesidad y el sobrepeso dejan 3,4 millones de muertes al año, el cáncer 8,2 millones y más de 382 millones de personas sufren diabetes. Enfermedades en buena parte debidas al estilo de vida de Occidente, donde incluso la sobrealimentación se disfraza como una expresión de libertad individual. Pero tal vez porque habitamos un mundo de extremos y contradicciones, el mercado de alimentos saludables pasará de mover 932.000 millones de dólares estos días a 1,1 billones dentro de tres años, según Bank of America Merrill Lynch.
Para cuadrar las cuentas entre lo que somos y lo que querríamos ser, la tecnología relacionada con la salud vivirá su edad de oro. El universo del big data y las aplicaciones móviles revolucionarán los tratamientos médicos. El diagnóstico llegará en tiempo real y la medicina será personalizada o no será. Por ejemplo, el precio de secuenciación del genoma humano ha caído por debajo de los 1.000 dólares (918 euros), cuando ha llegado a costar 200.000 dólares hace pocos años. Esto abre la puerta al tratamiento individualizado de enfermedades graves y a un mercado que se espera que crezca a ritmo de dos dígitos hasta 2018.
Aunque si hay un mal que asusta, ese es el cáncer. Por eso la investigación oncológica resulta una interesante opción para los inversores a largo plazo que soporten bien periodos extensos de iliquidez. Acorde con la consultora especializada en capital riesgo Pitchbook, en los últimos 12 años, 751 fondos tenían al menos una inversión en el sector oncológico. Viajando al detalle, la firma de investigación financiera Prequin contabiliza 14 fondos (nueve en Estados Unidos, cuatro en Europa y uno en Asia) muy activos en esta enfermedad. Todos invierten en la fase de capital riesgo; todos miran hacia un futuro más sano.