La mala suerte de Sainz

Tras el problema de Carlos, toda una leyenda del deporte mundial, en una etapa que empezó como líder hay quienes hablan de su fortuna como causa.

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Lo merecía más que nunca, me dicen. Y es verdad. Ha luchado mucho, ha sufrido mucho, ha aprendido mucho y ha renunciado a mucho Carlos Sainz por jugarse la vida entre piedras, arena y dunas en la carrera más traicionera que existe donde nada puede dejarse al azar. Nada. Ni siquiera la suerte, la palabra con más causas que hay en el diccionario.


No existe la mala suerte. Lo siento. Estáis equivocados. Y menos en el Dakar. En 2006 tirado en medio de una alfombra que hacia las veces de mesa y mantel cenaba sin fuerzas cuando llegó Nani Roma y empezamos a hablar. El gigantón catalán era es y será siempre una referencia en esta bella carrera de mierda que traiciona a los mejores como un mantra. Hablaba de la suerte. Yo en mi ignorancia le hablaba de la mala fortuna que estaban teniendo sus sucedores Marc Coma, Isidre Esteve... cuando me dijo una frase que jamás olvidaré. La mala suerte no existe. Y lo decía un tio que merece más títulos del Dakar de los dos que tiene precisamente por roturas, averías, perdidas... Todo tiene una causa, me decía, algún mecánico colocó algo mal, el copiloto se equivocó de ruta, el piloto cometió un error. Todo es por algo. Causa y consecuencia. La suerte... Y tal. En fin.

La mala suerte solo es una anécdota para los graciosos, esos que ahora después de que Sainz haya tenido un grave problema en el Dakar en una etapa en la que iba líder hablan de su mala suerte. Y ahora las redes sociales, ese instrumento de los poderosos para que el pueblo no haga la revolución y deje ahí todos los demonios (por ejemplo) se llenarán de dimes, diretes, memes de esos... en fin. Hay que tomarse las cosas con humor, claro, Ja ja ja. Ya puede haber trabajo, sacrificio, tiempo... Da igual. Mala suerte. Mucha.

Y es cierto tiene mala suerte Carlos. La mala suerte de ser una leyenda del deporte mundial, de ser uno de los pilotos más respetados del planeta, de tener un talento sobrenatural para ir deprisa en un coche de carreras, de haber ganado suficiente dinero para varias generaciones gracias a que se ha jugado la vida por los tramos del mundo, la mala suerte de tener grandes amigos y sobre todo la mala suerte de tener una familia extraordinaria, una mujer que le ama, dos hijas que le hacen tiritar y una chaval... ¿qué os voy a decir del chaval? Pero sobre todo tiene la mala suerte de ser una persona única, especial, un amigo de verdad, uno de esos con el que sabes que siempre puedes contar, ese que siempre tiene una mano para agarrarse si hace falta. Ese es Carlos Sainz.

Tuve el privilegio de contar sus hazañas en sus primeras participaciones en el Dakar, cuando llegó para revolucionar la carrera y todos empezaron a dejar de viajar rápido para empezar a volar por el desierto, viví ese momento en el que se le rompió el cambio a pocos kilómetros del inicio en plenas dunas de Mauritania y a pesar de todo terminó la etapa de noche, como se ganó el respecto de los dakarianos de siempre y viví su victoria en el Dakar de 2010 junto al gran Lucas Cruz, al que adora, un año antes había volado al vacío en un terraplén de cuatro metros. Perdió la carrera. Salió ileso. Mala suerte.

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