La lotería estadounidense repartirá un bote récord de 1.400 millones
El sortero de la Powerball del próximo miércoles está alimentando un frenesí colectivo sin precedentes
Sandro Pozzi
Nueva York, El País
Los contadores de la Powerball están bloqueados desde el domingo en el 999. Los carteles luminosos que cuelgan las tiendas de la esquina con el bote de esta popular lotería están literalmente superados por el premio que la noche del miércoles marcará ya un récord mundial. La cifra total para el próximo sorteo tocó este lunes los 1.400 millones de dólares y eso está alimentando un frenesí colectivo sin precedentes por todo Estados Unidos, con ventas masivas de billetes.
La probabilidad de ganar es de una entre 292,2 millones. Poniéndolo de otra manera, es 300 veces más fácil que a uno le parta un rayo mientras pasea o como echar 28 veces seguidas una moneda al aire y que salga siempre la misma cara. Pero esta estadística casi imposible no impidió que durante las últimas dos semanas se multiplicaran las colas en las gasolineras de todo el país de gente comprando boletos.
En las oficinas, los colegas de trabajo hacen compras en comuna esperando que eso incremente las posibilidades de ganar, eso sí, con reglas muy claras por escrito sobre el reparto, porque con cientos de millones los detalles se vuelven enormes. Pero al final es una manera más de compartir el entusiasmo que se palpa en la calle, porque la probabilidad de llevarse el bote sigue siendo remota.
La Powerball se vende en 44 estados, además de en Washington D.C., las islas Vírgenes y Puerto Rico. La tarde del sábado, horas antes de que se echara la llave a las máquinas que reparten los boletos, se compraban combinaciones a un ritmo de 3,3 millones de dólares a la hora en Nueva York. Texas lo dobló. Cuando las bolas empezaron a rodar, el bote era de 949,8 millones de dólares.
Los gestores de la lotería se sorprendieron porque no hubiera ganador. No deberían, porque su estrategia funciona. En otoño se cambiaron las reglas para generar botes más grandes y así más ventas. Hasta entonces las probabilidades de llevarse el premio eran de una entre 175 millones. El contador de la Powerball empezó con 40 millones el 4 de noviembre y tocó la cifra de los 500 millones de dólares en dos meses. De ahí, a triplicar en dos semanas.
Sí se repartieron el pasado sábado 25 premios de un millón de dólares y tres de dos millones. Pero para ganar el bote es necesario acertar los seis números de dos dígitos. Los cinco primeros pueden ir en cualquier orden pero el sexto debe coincidir con el número de la Powerball. El agraciado debe después dar la cara en público. Otra cosa es como se las ingenie para proteger su anonimato.
El ganador del próximo sorteo, suponiendo que haya solo uno, no podrá entrar en todo caso el exclusivo club de los multimillonarios de Forbes. Para eso hay que tener más de 1.000 millones limpios de patrimonio. El Tío Sam se lleva un buen bocado del total. Y dependiendo del lugar de residencia del premiado, deberá declarar un tanto al Estado y la ciudad. Además, la cantidad se reduce si se reclama el pago de un golpe.
El impuesto de los pobres
Cada combinación de la Powerball cuesta dos dólares. El bote que está en juego es por una cantidad difícil de comprender y eso alimenta la expectación de que un golpe de suerte ayude a superar un momento de dificulta. Como señala un estudio de la Carnegie Mellon, la gente compara lotería sabiendo que va a perder. Es, dicen los asesores financieros, una especie de “impuesto para los pobres”.
Los estadounidenses gastaron 70.150 millones en loterías en 2014, según la North American Association of State and Provincial Lotteries. Visto de otra manera, se gasta más dinero en boletos en pases para ir a un evento deportivo, libros, video juegos, cines o músicas combinados. La cantidad dobla la ayuda exterior de EE UU y multiplica por cuatro el presupuesto de la Nasa, la agencia espacial estadounidense.
Soñar con llegar a ser algún día miembro del grupo del 1% le cuesta al estadounidense medio 230 dólares. Esa cantidad corresponde al gasto anual per cápita en loterías. Son, además, las rentas más bajas las que gastan una mayor parte de sus ingresos en lotería. Se calcula que destinan un 10% a la suerte, equivalente esencialmente al sueldo de un mes. También hay variaciones por estados.
No es solo que sea casi imposible ganar, y más ahora desde el último cambio. El Certified Financial Planner Board of Standards calcula que una tercera parte de los ganadores de loterías y otros juegos de apuestas legales acaba declarándose en bancarrota. Y la historia cuenta casos dramáticos como el de Billie Harrell, que ganó 31 millones en 1997 y dos años después se suicidó por el acoso que sufrió de familiares y amigos que le reclamaban dinero.
El último récord en EE UU para estas loterías estaba en 656 millones de dólares, que se repartió en marzo de 2012 a través de Mega Millions, la lotería rival. El mayor premio de la Powerball llegó un año y medio después, de 590,5 millones. El bote más reciente que superó los 500 millones se sorteó en febrero de 2015. En los últimos tres años hubo seis sorteos que superaron esa cantidad, incluido el del miércoles.
Sandro Pozzi
Nueva York, El País
Los contadores de la Powerball están bloqueados desde el domingo en el 999. Los carteles luminosos que cuelgan las tiendas de la esquina con el bote de esta popular lotería están literalmente superados por el premio que la noche del miércoles marcará ya un récord mundial. La cifra total para el próximo sorteo tocó este lunes los 1.400 millones de dólares y eso está alimentando un frenesí colectivo sin precedentes por todo Estados Unidos, con ventas masivas de billetes.
La probabilidad de ganar es de una entre 292,2 millones. Poniéndolo de otra manera, es 300 veces más fácil que a uno le parta un rayo mientras pasea o como echar 28 veces seguidas una moneda al aire y que salga siempre la misma cara. Pero esta estadística casi imposible no impidió que durante las últimas dos semanas se multiplicaran las colas en las gasolineras de todo el país de gente comprando boletos.
En las oficinas, los colegas de trabajo hacen compras en comuna esperando que eso incremente las posibilidades de ganar, eso sí, con reglas muy claras por escrito sobre el reparto, porque con cientos de millones los detalles se vuelven enormes. Pero al final es una manera más de compartir el entusiasmo que se palpa en la calle, porque la probabilidad de llevarse el bote sigue siendo remota.
La Powerball se vende en 44 estados, además de en Washington D.C., las islas Vírgenes y Puerto Rico. La tarde del sábado, horas antes de que se echara la llave a las máquinas que reparten los boletos, se compraban combinaciones a un ritmo de 3,3 millones de dólares a la hora en Nueva York. Texas lo dobló. Cuando las bolas empezaron a rodar, el bote era de 949,8 millones de dólares.
Los gestores de la lotería se sorprendieron porque no hubiera ganador. No deberían, porque su estrategia funciona. En otoño se cambiaron las reglas para generar botes más grandes y así más ventas. Hasta entonces las probabilidades de llevarse el premio eran de una entre 175 millones. El contador de la Powerball empezó con 40 millones el 4 de noviembre y tocó la cifra de los 500 millones de dólares en dos meses. De ahí, a triplicar en dos semanas.
Sí se repartieron el pasado sábado 25 premios de un millón de dólares y tres de dos millones. Pero para ganar el bote es necesario acertar los seis números de dos dígitos. Los cinco primeros pueden ir en cualquier orden pero el sexto debe coincidir con el número de la Powerball. El agraciado debe después dar la cara en público. Otra cosa es como se las ingenie para proteger su anonimato.
El ganador del próximo sorteo, suponiendo que haya solo uno, no podrá entrar en todo caso el exclusivo club de los multimillonarios de Forbes. Para eso hay que tener más de 1.000 millones limpios de patrimonio. El Tío Sam se lleva un buen bocado del total. Y dependiendo del lugar de residencia del premiado, deberá declarar un tanto al Estado y la ciudad. Además, la cantidad se reduce si se reclama el pago de un golpe.
El impuesto de los pobres
Cada combinación de la Powerball cuesta dos dólares. El bote que está en juego es por una cantidad difícil de comprender y eso alimenta la expectación de que un golpe de suerte ayude a superar un momento de dificulta. Como señala un estudio de la Carnegie Mellon, la gente compara lotería sabiendo que va a perder. Es, dicen los asesores financieros, una especie de “impuesto para los pobres”.
Los estadounidenses gastaron 70.150 millones en loterías en 2014, según la North American Association of State and Provincial Lotteries. Visto de otra manera, se gasta más dinero en boletos en pases para ir a un evento deportivo, libros, video juegos, cines o músicas combinados. La cantidad dobla la ayuda exterior de EE UU y multiplica por cuatro el presupuesto de la Nasa, la agencia espacial estadounidense.
Soñar con llegar a ser algún día miembro del grupo del 1% le cuesta al estadounidense medio 230 dólares. Esa cantidad corresponde al gasto anual per cápita en loterías. Son, además, las rentas más bajas las que gastan una mayor parte de sus ingresos en lotería. Se calcula que destinan un 10% a la suerte, equivalente esencialmente al sueldo de un mes. También hay variaciones por estados.
No es solo que sea casi imposible ganar, y más ahora desde el último cambio. El Certified Financial Planner Board of Standards calcula que una tercera parte de los ganadores de loterías y otros juegos de apuestas legales acaba declarándose en bancarrota. Y la historia cuenta casos dramáticos como el de Billie Harrell, que ganó 31 millones en 1997 y dos años después se suicidó por el acoso que sufrió de familiares y amigos que le reclamaban dinero.
El último récord en EE UU para estas loterías estaba en 656 millones de dólares, que se repartió en marzo de 2012 a través de Mega Millions, la lotería rival. El mayor premio de la Powerball llegó un año y medio después, de 590,5 millones. El bote más reciente que superó los 500 millones se sorteó en febrero de 2015. En los últimos tres años hubo seis sorteos que superaron esa cantidad, incluido el del miércoles.