La escasez crónica en Venezuela alcanza a los anticonceptivos
El Gobierno culpa del desabastecimiento a los comerciantes
Ewald Scharfenberg
Caracas, El País
La crisis de desabastecimiento en Venezuela afecta también a las farmacias y, en concreto, a la disponibilidad de anticonceptivos. El presidente de la Federación Farmacéutica de Venezuela, Freddy Ceballos, confirmó el lunes en declaraciones recogidas por el diario El Nacional de Caracas, que en 2015 el país dispuso de solo una décima parte del volumen regular de contraceptivos que consume el mercado venezolano. “Las mujeres ya no están comprando por carga hormonal o lo recetado [por sus médicos], sino lo que consiguen”, dijo Ceballos.
El propio dirigente gremial había advertido en julio pasado de que “los pacientes andan de farmacia en farmacia buscando los anticonceptivos y no los consiguen. La situación es sumamente grave”.
Desde hace dos años Venezuela se enfrenta a una escasez crónica de insumos industriales y productos de consumo masivo. Alimentos, productos de limpieza e higiene personal y medicinas son difíciles de obtener.
El cóctel del desabastecimiento, que en las últimas semanas se ha agudizado, incorpora muchos ingredientes: entre los principales, el control por parte del Estado de la asignación de divisas para todas las actividades, la confiscación de medios de producción y su posterior asignación a la propiedad estatal o comunal, y la imposición de precios fijos. La base industrial venezolana ha quedado pulverizada y el consumo ha quedado en buena parte a cargo de las importaciones. Pero el derrumbe de los precios del petróleo mermó la capacidad de importar. A las puertas de una verdadera crisis humanitaria, la carencia de anticonceptivos es otro reflejo de las estrecheces que por estos días reducen no solo la calidad de vida de los venezolanos, sino sus propias expectativas de vida.
El ministro de Salud, Henry Ventura, asegura que se han aprobado divisas para la importación de 800.000 cajas de contraceptivos; sin embargo, estas no terminan de aparecer en el mercado. La brecha resulta propicia para citar la guerra económica que, según el régimen, libra la clase comerciante contra la revolución. “Al anticonceptivo permanente estamos haciéndole seguimiento. ¿Por qué si compramos esta cantidad, está fallando?”, denuncia el ministro.
La realidad es tozuda: no hay contraceptivos en Venezuela. El dato resulta inquietante a la luz de la vulnerabilidad de su población adolescente y la incidencia del embarazo precoz en Venezuela. En el país se registran 101 embarazos al año por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 19 años de edad. Un informe oficial de 2012 indicaba que la edad media de inicio de la actividad sexual era de 14 años. Cerca del 40% de la población menor de 19 años se confesaba sexualmente activa, pero solo cuatro de cada diez decían utilizar métodos contraceptivos.
Ewald Scharfenberg
Caracas, El País
La crisis de desabastecimiento en Venezuela afecta también a las farmacias y, en concreto, a la disponibilidad de anticonceptivos. El presidente de la Federación Farmacéutica de Venezuela, Freddy Ceballos, confirmó el lunes en declaraciones recogidas por el diario El Nacional de Caracas, que en 2015 el país dispuso de solo una décima parte del volumen regular de contraceptivos que consume el mercado venezolano. “Las mujeres ya no están comprando por carga hormonal o lo recetado [por sus médicos], sino lo que consiguen”, dijo Ceballos.
El propio dirigente gremial había advertido en julio pasado de que “los pacientes andan de farmacia en farmacia buscando los anticonceptivos y no los consiguen. La situación es sumamente grave”.
Desde hace dos años Venezuela se enfrenta a una escasez crónica de insumos industriales y productos de consumo masivo. Alimentos, productos de limpieza e higiene personal y medicinas son difíciles de obtener.
El cóctel del desabastecimiento, que en las últimas semanas se ha agudizado, incorpora muchos ingredientes: entre los principales, el control por parte del Estado de la asignación de divisas para todas las actividades, la confiscación de medios de producción y su posterior asignación a la propiedad estatal o comunal, y la imposición de precios fijos. La base industrial venezolana ha quedado pulverizada y el consumo ha quedado en buena parte a cargo de las importaciones. Pero el derrumbe de los precios del petróleo mermó la capacidad de importar. A las puertas de una verdadera crisis humanitaria, la carencia de anticonceptivos es otro reflejo de las estrecheces que por estos días reducen no solo la calidad de vida de los venezolanos, sino sus propias expectativas de vida.
El ministro de Salud, Henry Ventura, asegura que se han aprobado divisas para la importación de 800.000 cajas de contraceptivos; sin embargo, estas no terminan de aparecer en el mercado. La brecha resulta propicia para citar la guerra económica que, según el régimen, libra la clase comerciante contra la revolución. “Al anticonceptivo permanente estamos haciéndole seguimiento. ¿Por qué si compramos esta cantidad, está fallando?”, denuncia el ministro.
La realidad es tozuda: no hay contraceptivos en Venezuela. El dato resulta inquietante a la luz de la vulnerabilidad de su población adolescente y la incidencia del embarazo precoz en Venezuela. En el país se registran 101 embarazos al año por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 19 años de edad. Un informe oficial de 2012 indicaba que la edad media de inicio de la actividad sexual era de 14 años. Cerca del 40% de la población menor de 19 años se confesaba sexualmente activa, pero solo cuatro de cada diez decían utilizar métodos contraceptivos.