La Constitución, ¿juguete del MAS?
Carlos Alarcón Mondonio constitucionalista
Lo que vamos a votar el 21F es si la Constitución va a ser o no juguete del MAS y, especialmente del Presidente y Vicepresidente del Estado; el pueblo soberano definirá si está de acuerdo o en desacuerdo con la modificación del artículo 168, una norma que la nación validó, con más del 61% de la aprobación de los ciudadanos a través del voto en las urnas y después de un largo, difícil y tormentoso proceso constituyente, con un saldo de personas muertas en la Calancha.
Me pregunto qué hubiera pensado ese 61% de ciudadanos que dieron el Sí por la CPE plurinacional si en ese momento, en una bola de cristal, hubieran adivinado que el Presidente y Vicepresidente en lugar de cumplirla y acatarla deciden violarla, disfrazando esta violación bajo el celofán de un procedimiento de reforma constitucional, pretendiendo cambiar una norma, el artículo 168, que contiene prohibiciones específicas dirigidas a ellos y que su primera aplicación recién se hubiera producido el año 2019.
Estoy seguro que el 61% de los adivinos, en esa hipótesis, hubieran pensado, unánimemente, que la Constitución y la Soberanía del Pueblo que la aprobó con tanto sacrificio, son el juguete del Presidente y Vicepresidente, que las manosean, manipulan y bastardean, a su gusto y sabor. Sentimiento de frustración y decepción seguido de uno de tristeza porque la mayoría de la gente que se jugó por ese proyecto de Estado, sociedad y país, lo hizo con la firme y sana convicción de que eso era y es lo mejor para Bolivia.
Gráficamente es como si una actriz de cine o modelo de pasarela está probándose vestidos en una tienda y antes de comprar el que le gusta y salir a la calle, los va desechando y cambiando uno por uno, porque no se ajustan a su cuerpo, no le quedan a medida, no existe una fusión perfecta entre su cuerpo y la ropa que se prueba. A esto quedarán reducidas la Constitución y la soberanía del pueblo si triunfa el Sí en el 21F y, lo peor de todo, también los derechos humanos que son normas constitucionales aprobadas por el soberano; perderán esencia, fuerza y sentido (dos personas estarán por encima de la Constitución), convirtiéndose en juguetes librados a los caprichos de modas pasajeras.
El 61% de ciudadanos desilusionados que aprobaron la Constitución, creyeron auténticamente que con ello estaban construyendo un proyecto grande de país, Estado y sociedad, más allá de todo líder, sector, grupos o personas, en beneficio de todos y para todos los bolivianos y, poco a poco, con gran decepción, frustración e impotencia, esta esperanza se fue desvaneciendo, con la prueba más clara y contundente de esta degradación histórica que es el referendo del 21F.
Este referendo demuestra que lo que comenzó siendo un proyecto y modelo de país, sociedad y Estado, se convirtió en una agencia de cúpulas de Gobierno y terminó siendo una descarnada y cruda realidad de poder por el poder de dos personas que se consideran ungidos por Dios para ser los eternos gobernantes de Bolivia.
La gran paradoja es que los que tendrían que estar haciendo campaña por el NO, de manera ferviente y apasionada, son esos auténticos masistas y los verdaderos líderes de los movimientos sociales del Pacto de la Unidad, que fueron actores claves y protagonistas del proceso constituyente del 2005 al 2009, para defender y proteger de la extinción a su santuario sagrado: la Constitución Plurinacional. O gobierno de las Leyes (Constitución del 2009) o gobierno de los hombres (Evo y Álvaro) como decían los más grandes pensadores políticos desde Platón hasta nuestros días.
Cuando la gente se pregunta quién en lugar de Evo, yo me pregunto qué modelo de gobierno alternativo necesita Bolivia al actual que ya está agotado, obsoleto y degradado y que Evo se empeña en representar y continuar a toda costa, inclusive violando la Constitución con el disfraz de modificación al artículo 168. La respuesta es muy clara: se necesita la tercera vía u opción para:
1. Profundizar la agenda de inclusión y desarrollo social e indígena, pero descontaminándola de sus elementos prebendales, clientelares, discriminatorios y de macro corrupción.
2. Recomponer desde sus cenizas, como el ave Fénix, la destruida y demolida institucionalidad del país, especialmente del sistema de justicia y de todos sus operadores.
3. Reconciliar a todas las bolivianas y todos los bolivianos haciéndolos sentir parte del nuevo proyecto de país, sociedad y Estado, independientemente de cuáles sean sus características étnico/culturales, sus opciones políticas e ideológicas y sus estilos y formas de ver la vida.
4. Garantizar la unidad del país, a diferencia de los actuales gobernantes que son los que más lo dividen, sin discriminar entre buenos y malos, capitalistas o anticapitalistas, etc., sobre la base de la igualdad dignidad de todos como personas y la igual titularidad de nuestros derechos y garantías fundamentales, y sobre esa base común e uniforme construir entre todos verdaderas políticas de Estado, en temas claves para Bolivia. Por debajo de ello, pero nunca en contra de ello, recién la política sectaria o partidista de mayorías y minorías.
Esta es la agenda que necesita a gritos Bolivia y que los actuales gobernantes, como son y por lo que hacen (prueba clara el 21F), nunca van a generar las condiciones para que el soberano la vuelva realidad.
Si se tratara de personas, aunque desde el punto de vista de la institucionalidad, es una dato secundario; considero que el líder nacional que podría encarnar con mayor lucidez y eficiencia esta agenda patriótica, reconciliatoria, institucionalista, integradora y de los DDHH es Carlos Mesa, aunque él no está en política partidaria para no perjudicar la política de Estado sobre la reinvindicación marítima. La pregunta que tendrá que hacerse Carlos Mesa en su fuero interno es: i) si la agenda de la nueva y alternativa gobernabilidad para Bolivia es de igual, menor o mayor importancia que la agenda del mar (especialmente para la unidad del país y los DDHH), y ii) si la agenda del mar puede resultar exitosa, en el plano de la política internacional, en sus principales y verdaderos resultados, aún con fallo favorable de la CIJ, sin una nueva y alternativa gobernabilidad para Bolivia.
No me queda duda que la agenda de la nueva y alternativa gobernabilidad para Bolivia es tan importante como la del mar y que Bolivia tiene una gran esperanza y futuro promisorio cualquiera sea el gobernante de turno, en la medida en la que el "pueblo soberano” siempre ejerza su soberanía y no la rife para convertirse en un juguete del poder.
Lo que vamos a votar el 21F es si la Constitución va a ser o no juguete del MAS y, especialmente del Presidente y Vicepresidente del Estado; el pueblo soberano definirá si está de acuerdo o en desacuerdo con la modificación del artículo 168, una norma que la nación validó, con más del 61% de la aprobación de los ciudadanos a través del voto en las urnas y después de un largo, difícil y tormentoso proceso constituyente, con un saldo de personas muertas en la Calancha.
Me pregunto qué hubiera pensado ese 61% de ciudadanos que dieron el Sí por la CPE plurinacional si en ese momento, en una bola de cristal, hubieran adivinado que el Presidente y Vicepresidente en lugar de cumplirla y acatarla deciden violarla, disfrazando esta violación bajo el celofán de un procedimiento de reforma constitucional, pretendiendo cambiar una norma, el artículo 168, que contiene prohibiciones específicas dirigidas a ellos y que su primera aplicación recién se hubiera producido el año 2019.
Estoy seguro que el 61% de los adivinos, en esa hipótesis, hubieran pensado, unánimemente, que la Constitución y la Soberanía del Pueblo que la aprobó con tanto sacrificio, son el juguete del Presidente y Vicepresidente, que las manosean, manipulan y bastardean, a su gusto y sabor. Sentimiento de frustración y decepción seguido de uno de tristeza porque la mayoría de la gente que se jugó por ese proyecto de Estado, sociedad y país, lo hizo con la firme y sana convicción de que eso era y es lo mejor para Bolivia.
Gráficamente es como si una actriz de cine o modelo de pasarela está probándose vestidos en una tienda y antes de comprar el que le gusta y salir a la calle, los va desechando y cambiando uno por uno, porque no se ajustan a su cuerpo, no le quedan a medida, no existe una fusión perfecta entre su cuerpo y la ropa que se prueba. A esto quedarán reducidas la Constitución y la soberanía del pueblo si triunfa el Sí en el 21F y, lo peor de todo, también los derechos humanos que son normas constitucionales aprobadas por el soberano; perderán esencia, fuerza y sentido (dos personas estarán por encima de la Constitución), convirtiéndose en juguetes librados a los caprichos de modas pasajeras.
El 61% de ciudadanos desilusionados que aprobaron la Constitución, creyeron auténticamente que con ello estaban construyendo un proyecto grande de país, Estado y sociedad, más allá de todo líder, sector, grupos o personas, en beneficio de todos y para todos los bolivianos y, poco a poco, con gran decepción, frustración e impotencia, esta esperanza se fue desvaneciendo, con la prueba más clara y contundente de esta degradación histórica que es el referendo del 21F.
Este referendo demuestra que lo que comenzó siendo un proyecto y modelo de país, sociedad y Estado, se convirtió en una agencia de cúpulas de Gobierno y terminó siendo una descarnada y cruda realidad de poder por el poder de dos personas que se consideran ungidos por Dios para ser los eternos gobernantes de Bolivia.
La gran paradoja es que los que tendrían que estar haciendo campaña por el NO, de manera ferviente y apasionada, son esos auténticos masistas y los verdaderos líderes de los movimientos sociales del Pacto de la Unidad, que fueron actores claves y protagonistas del proceso constituyente del 2005 al 2009, para defender y proteger de la extinción a su santuario sagrado: la Constitución Plurinacional. O gobierno de las Leyes (Constitución del 2009) o gobierno de los hombres (Evo y Álvaro) como decían los más grandes pensadores políticos desde Platón hasta nuestros días.
Cuando la gente se pregunta quién en lugar de Evo, yo me pregunto qué modelo de gobierno alternativo necesita Bolivia al actual que ya está agotado, obsoleto y degradado y que Evo se empeña en representar y continuar a toda costa, inclusive violando la Constitución con el disfraz de modificación al artículo 168. La respuesta es muy clara: se necesita la tercera vía u opción para:
1. Profundizar la agenda de inclusión y desarrollo social e indígena, pero descontaminándola de sus elementos prebendales, clientelares, discriminatorios y de macro corrupción.
2. Recomponer desde sus cenizas, como el ave Fénix, la destruida y demolida institucionalidad del país, especialmente del sistema de justicia y de todos sus operadores.
3. Reconciliar a todas las bolivianas y todos los bolivianos haciéndolos sentir parte del nuevo proyecto de país, sociedad y Estado, independientemente de cuáles sean sus características étnico/culturales, sus opciones políticas e ideológicas y sus estilos y formas de ver la vida.
4. Garantizar la unidad del país, a diferencia de los actuales gobernantes que son los que más lo dividen, sin discriminar entre buenos y malos, capitalistas o anticapitalistas, etc., sobre la base de la igualdad dignidad de todos como personas y la igual titularidad de nuestros derechos y garantías fundamentales, y sobre esa base común e uniforme construir entre todos verdaderas políticas de Estado, en temas claves para Bolivia. Por debajo de ello, pero nunca en contra de ello, recién la política sectaria o partidista de mayorías y minorías.
Esta es la agenda que necesita a gritos Bolivia y que los actuales gobernantes, como son y por lo que hacen (prueba clara el 21F), nunca van a generar las condiciones para que el soberano la vuelva realidad.
Si se tratara de personas, aunque desde el punto de vista de la institucionalidad, es una dato secundario; considero que el líder nacional que podría encarnar con mayor lucidez y eficiencia esta agenda patriótica, reconciliatoria, institucionalista, integradora y de los DDHH es Carlos Mesa, aunque él no está en política partidaria para no perjudicar la política de Estado sobre la reinvindicación marítima. La pregunta que tendrá que hacerse Carlos Mesa en su fuero interno es: i) si la agenda de la nueva y alternativa gobernabilidad para Bolivia es de igual, menor o mayor importancia que la agenda del mar (especialmente para la unidad del país y los DDHH), y ii) si la agenda del mar puede resultar exitosa, en el plano de la política internacional, en sus principales y verdaderos resultados, aún con fallo favorable de la CIJ, sin una nueva y alternativa gobernabilidad para Bolivia.
No me queda duda que la agenda de la nueva y alternativa gobernabilidad para Bolivia es tan importante como la del mar y que Bolivia tiene una gran esperanza y futuro promisorio cualquiera sea el gobernante de turno, en la medida en la que el "pueblo soberano” siempre ejerza su soberanía y no la rife para convertirse en un juguete del poder.