El Barça remonta con bronca
El Barça se tomó la revancha del derbi del sábado y dejó prácticamente sentenciado el pase a los cuartos de final de la Copa del Rey al derrotar al Espanyol por 4-1 en un partido muy bronco, en el que abundaron los piques entre los jugadores y que el Espanyol acabó con nueve futbolistas por las expulsiones de Hernán Pérez y Pape Diop. El Espanyol, por tanto, se salvó de un castigo mucho más severo ya que el Barcelona pudo haber causado un destrozo mucho mayor a su rival, pero las actuaciones de Pau y la falta de puntería de sus delanteros, especialmente de un Suárez negado de cara a gol, evitaron un destrozo mayor.
Que habían cuentas pendientes del último partido quedó claro desde un primer momento. Las brasas del último enfrentamiento entre ambos equipos y la polémica generada a raíz del duelo liguero en el RCDE Stadium estuvieron a punto de provocar un serio incendio en el Camp Nou, donde los recados entre los protagonistas del duelo estaban a la orden del día.
Quiso el Barcelona imponer mucho ritmo al partido y el Espanyol aceptó el envite. Ambos equipos salieron descarados a jugar. Los locales con Arda Turan y los españolistas con su equipo más ofensivo. A Galca no le tembló el pulso en encarar el partido sin complejos y su desparpajo tuvo premio en el minuto nueve cuando Asensio le robó un balón a Alves, recorrió medio campo y asistió a Caicedo que adelantó a los pericos. El guión previsto de partido saltaba en pedazos.
Pero el Barça tenía arsenal suficiente para remontar la situación. Bajo el mando de un Iniesta exquisito y con Messi en modo liquidador, los barcelonistas pusieron cerco a la portería de Pau. El portero españolista fue el salvador de su equipo con sus intervenciones y demostró tanta clase bajo los palos como malas artes en un pisotón inaceptable a Messi en la segunda parte que emborrona su estupendo partido.
Entre estos dos jugadores empataron el partido a los 13 minutos, asistencia de Andrés y gol de Leo, y a partir de entonces, el encuentro tuvo una única dirección. A medida que el Barcelona imponía su juego, el Espanyol elevaba su agresividad. Los de Galca trataron de sacar del partido al Barça con pérdidas de tiempo y muchas faltas que acostumbraban a acabar en montoneras de jugadores al borde del ataque de nervios.
La lesión de Caicedo ensombreció aún más el panorama para los pericos que se fueron al descanso ya perdiendo tras un gran gol de Messi de falta directa. Tanto, que fue celebrado por Suárez en la cara de Pau en un feo gesto que hacía presagiar que en el segundo tiempo las cosas sólo podían ir a peor.
Y lo fueron. Ni el gol a los tres minutos de Piqué relajó los ánimos, al contrario. El partido entró en una guerra de guerrillas en la que cada futbolista tenía algo que decirle a un rival. Cada encontronazo, cada falta, cada balón dividido era el inicio de una discusión. El árbitro, impotente ante la sucesión de la multitud de escenarios que se sucedían, no tuvo otra que echar mano de las tarjetas para tratar, sin demasiado éxito, que el partido no se le fuera de las manos. El Espanyol se llevó la peor parte en el reparto de amonestaciones y tuvo que resistir como pudo primero con diez y luego con nueve. El escenario parecía el idóneo para que el Barça hiciera sangre con un resultado de escándalo, pero los pericos resistieron aferrados a Pau y a la inusual torpeza de Suárez. A falta de dos minutos, Neymar marcó el cuarto que deja la eliminatoria casi vista para sentencia, pero que no por eso le quitará tensión al segundo acto de estos octavos dentro de una semana en Cornellà.