Brasil prepara el Carnaval de la recesión

Varias ciudades suspenden sus desfiles por falta de recursos. La crisis económica y política inspira las letras de las ‘marchinhas’

María Martín
Río de Janeiro, El País
No hay disfraz por muy ingenioso que sea que consiga levantar las ventas (y el ánimo) este año en las tiendas de disfraces brasileñas para el Carnaval, que comienza el próximo sábado. En la tradicional fábrica de máscaras Condal, en Río de Janeiro, moldearon en látex hasta el rostro del policía de origen japonés que se hizo popular por todo el país al aparecer con aire chulesco y gafas de sol en todos los telediarios junto a todos los detenidos por el escandalo de corrupción de Petrobras. Diseñaron también la del juez del caso y las de los políticos encarcelados, pero la euforia no cuaja. “Hemos vendido 3.000 máscaras del japonés, pero el resto, junto, no llega a otras 3.000. Solo de la de Joaquim Barbosa [ministro del Supremo que fue protagonista en el Carnaval de 2013] vendimos 15.000! Este año está siendo muy difícil, he vendido un 30% menos”, calcula Olga Gibert, la catalana al mando de la fábrica que distribuye máscaras desde hace más de 40 años desde Río a todo el país.


La crisis económica que atraviesa Brasil, el aumento del paro y la inflación, está desinflando la euforia y los bolsillos de los brasileños. Han cerrado tiendas de disfraces – “de los 40 negocios que atendemos en Belem, han quebrado siete”, cuenta Valles – y ha anestesiado la pasión por la fiesta más importante del año. Varias ciudades han cancelado sus desfiles para invertir la pequeña fortuna que dedicaban al Carnaval en necesidades básicas.

Por ejemplo, la ciudad de Porto Ferreira, en el interior de Sao Paulo, necesitaba una ambulancia, así que la alcaldesa decidió dedicar los 150.000 reales (33.600 euros) que gastaban en el Carnaval a la secretaría de salud. En Irati, en Paraná, los 100.000 reales del desfile se invertirán en obras para evitar las inundaciones en el centro del municipio. El Ayuntamiento de Rolim de Moura, en Rondonia, construirá aulas con los 120.000 reales presupuestados para el Carnaval y Júlio de Castilhos, en Rio Grande do Sul, dedicará los 24.000 reales presupuestados para fiestas en reformar sus carreteras. La prensa local calcula que en más de un centenar de ciudades el carnaval será cancelado o reducido a su mínima expresión.

En Río de Janeiro, capital internacional del Carnaval, es probable que el millón de turistas que viajará a la ciudad para disfrutarlo no vea ni rastro de la recesión económica. El alcalde la ciudad, Eduardo Paes, decidió doblar la subvención pública a las escuelas de samba (de 12 a 24 millones de reales) pero en los bastidores, la crisis también aprieta. A dos semanas de los desfiles, el Sambódromo aún no ha alquilado cerca de las 20 zonas VIP para contemplar el espectáculo, algo inédito desde el año 2000. Los tradicionales desfiles de calle, que dependen de patrocinadores, también han tenido que apretarse el cinturón. Sus organizadores reducirán músicos y gastos en disfraces, pero prometen salir a la calle aunque tengan que pasar el cepillo.

Por otro lado, el interminable culebrón en que se ha convertido la crisis política que vive Brasil, con su presidenta amenazada por um proceso de destitución, las contínuas revelaciones de corrupción y las dificultades económicas son temas centrales en las letras que recorrerán las calles brasileñas durante el Carnaval. En el concurso de marchinhas (composiciones musicales cantadas en las comparsas callejeras) del centro cultural Fundiçao Progresso, en Río, el 60% de los candidatos ha apostado por esta temática.

El abogado Thiago de Souza, que presentó una letra sobre el agente japonés de la Policía Federal que toca la puerta de todos los detenidos durante la investigación de la corrupción en Petrobras, tiene un enorme repertorio de canciones que demuestra que también es posible tomarse a cachondeo la complicada situación del país. En ellas ironiza sobre la conflictiva relación de la presidenta Dilma Rousseff con su vicepresidente Michel Temer, sobre las pruebas encontradas durante las investigaciones en la casa del presidente de la Cámara de los Diputados, Eduardo Cunha, o sobre las dificultades para pagar intereses con el aumento de la inflación.

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