Venezuela celebra la votación más trascendental de su reciente historia

"Hoy se inicia el cambio", dice Lilian Tintori, la esposa del preso político Leopoldo López
Diosdado Cabello pide la expulsión del país de los expresidente Andrés Pastrana y Tuto Quiroga

Javier Lafuente
Caracas, El País
En Venezuela todo resulta tan complejo que hasta una jornada aparentemente sencilla, la de unas elecciones legislativas, se vuelve un rompecabezas. La oposición confiaba por la mañana en que el desencanto del votante chavista fuese lo suficientemente fuerte como para llevarse la victoria y tener el control de la Asamblea Nacional por primera vez en 17 años. El oficialismo, por su parte, intensificó la movilización de su electorado por la tarde para lograr "el remate perfecto", una estrategia que ya le dio sus frutos en las últimas elecciones que ganó Hugo Chávez, en 2012, en las presidenciales de 2013, en las que Nicolás Maduro venció a Henrique Capriles y en los comicios municipales de ese mismo años.


Los miembros de la oposición, la amalgama de formaciones políticas aglutinada en torno a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sabedores de lo trascendental de la cita, fueron los más madrugadores en acudir a las urnas. “Hoy se inicia el cambio”, proclamó sonriente Lilian Tintori, esposa del preso político Leopoldo López, encarcelado desde hace casi dos años y condenado el pasado septiembre a más de 13 años de prisión. Tintori, sonriente, levantaba el dedo meñique manchado por la tinta tras votar mientras confirmaba que la fiscal general de Venezuela le había garantizado que López podría votar en la cárcel de Ramo Verde y votaría por el cambio.

Tintori llegó a votar acompañada de los expresidentes Andrés Pastrana (Colombia) y Tuto Quiroga (Bolivia), que llegaron a Venezuela invitados por la MUD en calidad de acompañantes. La noche anterior se reunieron con el presidente, Nicolás Maduro. Sin embargo, en torno a las cinco de la tarde de la jornada electoral, después de hacer unas declaraciones en las que criticó el ventajismo con el que parte el chavismo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) les retiró la credencial. El presidente de la Asamblea Nacional y número dos del chavismo, Diosdado Cabello, los tachó de "payasos" -aunque pidió perdón después- y pidió su expulsión.

Durante toda la campaña las encuestas apuntaban a una victoria abultada de la oposición, aunque ya la brecha se redujo considerablemente los últimos días de campaña. En ese tiempo, Maduro ha ido intensificando su discurso, hasta el punto de llegar a decir que tendrían que ganar “como sea”. No obstante, el presidente se mostró especialmente conciliador la noche previa a las elecciones; aseguró que sus declaraciones se habían malinterpretado e insistió en que reconocería los resultados, fuesen los que fuesen. De alguna forma, ponía la piedra sobre el tejado de la oposición en caso de que no consiguiesen una victoria que daban por seguro. Además, trataba de paliar los temores sobre la reacción que pudiese en caso de que esto ocurriese.

Pese a que el sistema electoral, tal y como está concebido, favorece al chavismo por diversas medidas que se han tomado durante años, el oficialismo era consciente, según sus cábalas internas, de que una participación inferior al 70% le daría casi con toda seguridad la victoria a la oposición, no solo en votos, como ya ocurrió hace cinco años, también esta vez en diputados. De ahí que pusiera toda la maquinaria a funcionar en torno al mediodía, cuando sus principales líderes acudieron a votar. Maduro llamó a la “ofensiva popular” para que nadie se quedara en casa. Por televisión los mensajes propagandísticos se repetían pese a tratarse de una jornada de elecciones. Una figura, de nuevo, era omnipresente: la de Hugo Chávez. De hecho, hasta en las redes sociales, el hastag utilizado por el oficialismo era el de #LosDeChavezAVotar.

Cuando se acercaba el cierre de los colegios electorales, programado para las seis de la tarde, se insistió en que la gente acudiese a votar. La ley permite que mientras haya gente en la cola los colegios deben seguir abiertos. Pasadas las seis de la tarde, el Consejo Nacional Electoral anunció oficialmente que el cierre de los colegios se extendía una hora más o hasta que hubiese electores en la cola.

Hace tres años, en las últimas elecciones a las que se presentó el fallecido líder bolivariano, se estima que Chávez logró 800.000 votos en horas de la tarde que terminaron por ser decisivas en la victoria final. Una situación similar se produjo meses después, cuando el opositor Henrique Capriles, que partía con una amplia ventaja, terminó derrotado de nuevo, esta vez por Nicolás Maduro. Gracias la denominada Operación Remolque consiguió arañar cerca de medio millón de votos.

Pese al clima de tensión y violencia que ha rodeado la campaña, la jornada se ha ido desarrollando con normalidad y los incidentes se convirtieron en anécdotas más que en constantes. La fotografía más repetida era la de las numerosas colas que se formaban frente a los centros de votación desde muy temprano. En ellas, el comentario recurrente, entre chavistas y opositores, era el hartazgo sobre la situación que vive el país, sobre todo la escasez de alimentos y medicinas. La confusión de muchos a la hora de votar, al no entender el sistema, generó una buena dosis de votos nulos.

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