Ter Stegen salva al Barcelona
Barcelona, As
El Barcelona consumó su pase a octavos de final de la Champions League en un partido infame en el que la indolencia barcelonista estuvo a la misma altura de la impotencia alemana y que acabó con un empate a uno que tuvo gusto a sopa de sobre. Un fogonazo de Messi, un remate de Chicharito y unas cuantas paradas de Ter Stegen resumen el último acto de este grupo en el que quedó encuadrado el Barça, que si bien al inicio parecía como mínimo emocionante dado el ínfimo nivel de los tres rivales de los catalanes, al final ha resultado ser soporífero.
La épica de la Champions quedó aparcada para mejor ocasión en el Bay Arena, donde el Bayer Leverkusen aceptó con una resignación impropia de un equipo alemán quedarse a un gol de la siguiente fase. Únicamente Chicharito Hernández parecía ser consciente de lo que se jugaban los alemanes ante un Barcelona que fue de convivencias a Alemania para que los chavales del filial se rodaran y, de paso, Ter Stegen demostrara que sigue siendo un portero como la catedral de la vecina Colonia.
El Barcelona ha vivido esta fase de grupos de la Champions con el susto en el cuerpo. No por el nivel de los rivales, que era escandalosamente bajo, sino porque en cada colada perdía una sábana. No ha habido jornada de Champions en la que no se le haya lesionado un jugador a Luis Enrique. El último, Neymar el martes en el entrenamiento previo en el Bay Arena. Así que, con la primera plaza adjudicada pasara lo que pasara y con el Mundial FIFA de clubes en el horizonte, el técnico asturiano optó por arriesgar lo mínimo. Era el conjunto local el que se jugaba el pase a la siguiente fase... y fracasó rotundamente. Hubo un tiempo en el que ir a un campo alemán suponía sufrir hasta el último minuto. Ejemplos hay a miles. Cualquier equipo español, italiano, inglés o francés puede dar fe de que ir a Munich, Hamburgo, Colonia, Leverkusen o Kaiserslautern era un suplicio bajo cualquier circunstancia. Lo de este encuentro, con el Bayer jugándose el pase a octavos ante un Barcelona de meritorios fue un escupitajo al fútbol alemán.
Al Barça le bastó un Ter Stegen asentado bajo los tres palos, un Rakitic aseado en el centro del campo y un Messi de mínimos para sumar un punto que queda bien en el curriculum y que sirve para que la Roma pase a la siguiente fase después de ser incapaz de derrotar al BATE en su estadio.
Luis Enrique volvió a dar carrete a los inexpertos y podría entenderse que los consolidados como Vermaelen, Bartra o Adriano se limitaran a cumplir, pero resulta especialmente grave ver cómo Sandro y Munir siguen dejando pasar por delante las oportunidades que se les ponen por delante. En la historia reciente del Barcelona no hay dos jugadores que hayan gozado de tanta paciencia por parte de un entrenador como la de estos dos con Luis Enrique, que obligado o a la fuerza, les sigue dando minutos que ellos tiran alegremente a la trituradora. No es de extrañar que el entrenador barcelonista siga exigiendo un refuerzo de la delantera para cuanto antes mejor.
Sin querer, el Barcelona se adelantó gracias a Messi y al Leverkusen le mantuvo en el partido únicamente la vergüenza de Chicharito, mientras que Hakan y Bellarabi fallaban una y otra vez ante Ter Stegen. El empate a uno le sirve al Barça para sacar conclusiones respecto a su cantera y dar descanso a sus piezas fundamentales. Trámite superado y proa al Mundial de clubs, verdadero objetivo de este equipo.
El Barcelona consumó su pase a octavos de final de la Champions League en un partido infame en el que la indolencia barcelonista estuvo a la misma altura de la impotencia alemana y que acabó con un empate a uno que tuvo gusto a sopa de sobre. Un fogonazo de Messi, un remate de Chicharito y unas cuantas paradas de Ter Stegen resumen el último acto de este grupo en el que quedó encuadrado el Barça, que si bien al inicio parecía como mínimo emocionante dado el ínfimo nivel de los tres rivales de los catalanes, al final ha resultado ser soporífero.
La épica de la Champions quedó aparcada para mejor ocasión en el Bay Arena, donde el Bayer Leverkusen aceptó con una resignación impropia de un equipo alemán quedarse a un gol de la siguiente fase. Únicamente Chicharito Hernández parecía ser consciente de lo que se jugaban los alemanes ante un Barcelona que fue de convivencias a Alemania para que los chavales del filial se rodaran y, de paso, Ter Stegen demostrara que sigue siendo un portero como la catedral de la vecina Colonia.
El Barcelona ha vivido esta fase de grupos de la Champions con el susto en el cuerpo. No por el nivel de los rivales, que era escandalosamente bajo, sino porque en cada colada perdía una sábana. No ha habido jornada de Champions en la que no se le haya lesionado un jugador a Luis Enrique. El último, Neymar el martes en el entrenamiento previo en el Bay Arena. Así que, con la primera plaza adjudicada pasara lo que pasara y con el Mundial FIFA de clubes en el horizonte, el técnico asturiano optó por arriesgar lo mínimo. Era el conjunto local el que se jugaba el pase a la siguiente fase... y fracasó rotundamente. Hubo un tiempo en el que ir a un campo alemán suponía sufrir hasta el último minuto. Ejemplos hay a miles. Cualquier equipo español, italiano, inglés o francés puede dar fe de que ir a Munich, Hamburgo, Colonia, Leverkusen o Kaiserslautern era un suplicio bajo cualquier circunstancia. Lo de este encuentro, con el Bayer jugándose el pase a octavos ante un Barcelona de meritorios fue un escupitajo al fútbol alemán.
Al Barça le bastó un Ter Stegen asentado bajo los tres palos, un Rakitic aseado en el centro del campo y un Messi de mínimos para sumar un punto que queda bien en el curriculum y que sirve para que la Roma pase a la siguiente fase después de ser incapaz de derrotar al BATE en su estadio.
Luis Enrique volvió a dar carrete a los inexpertos y podría entenderse que los consolidados como Vermaelen, Bartra o Adriano se limitaran a cumplir, pero resulta especialmente grave ver cómo Sandro y Munir siguen dejando pasar por delante las oportunidades que se les ponen por delante. En la historia reciente del Barcelona no hay dos jugadores que hayan gozado de tanta paciencia por parte de un entrenador como la de estos dos con Luis Enrique, que obligado o a la fuerza, les sigue dando minutos que ellos tiran alegremente a la trituradora. No es de extrañar que el entrenador barcelonista siga exigiendo un refuerzo de la delantera para cuanto antes mejor.
Sin querer, el Barcelona se adelantó gracias a Messi y al Leverkusen le mantuvo en el partido únicamente la vergüenza de Chicharito, mientras que Hakan y Bellarabi fallaban una y otra vez ante Ter Stegen. El empate a uno le sirve al Barça para sacar conclusiones respecto a su cantera y dar descanso a sus piezas fundamentales. Trámite superado y proa al Mundial de clubs, verdadero objetivo de este equipo.