Regreso a lo grande en Da Luz: el Atlético, primero de grupo

Lisboa, As
Lisboa es pasado para el Atlético. Y la derrota ante el Benfica en el Calderón. Y la catarsis de Astana. El futuro se llama San Siro. Y hacia allá va el Atlético como un tiro. Y tenía que ser Da Luz, el estadio del último recuerdo más triste de la historia del Atlético, donde Simeone y sus jugadores dieran un golpe que retumbara en toda Europa. Estará primero en el bombo del sorteo de la Champions. Y cada vez mejor. Más alto, más guapo, jugando mejor a fútbol y con jugadores como Vietto, al fin, siendo aquellos que se fichó.


Los primeros minutos fueron como una partida de ajedrez. Mandaba la pizarra,la táctica. El Atlético presionaba muy arriba. No había huecos. Ni grietas. La tenía un equipo. Podía tenerla el otro. Pero el balón nunca salía del centro del campo. Benfica y Atlético eran como dos púgiles en un tanteo. Se miran, se estudian, se buscan, pero aún no han comenzado los golpes. Simeone, que sigue buscando sustituito a Tiago, apostó esta vez por Gabi y Koke en el centro. Y también lo hizo por Savic, que no tardaría en demostrar por qué. Sobre el 5, tras la prueba de Granada, colocó a Saúl en una banda, donde éste se siente más cómodo: allí es más peligrosa su llegada, ahí se notan menos sus pérdidas. Así en los primeros minutos, así, el Atlético dominó sin balón al Benfica.

A partir del 17’ comenzó a hacerlo también con el balón. Simeone no dejó de mover a sus jugadores. Ahora 4-4-2. Cinco minutos después 4-1-4-1. Un poco más tarde, 4-3-3. Buscando así las grietas, romper la pizarra lisboeta. El campo se volcó hacia la portería de Julio César. Primero fue Godín, que marcó de cabeza (en fuera de juego) tras un buen centro de Carrasco en el minuto 18’. Primer aviso. Los tres siguientes llegaron dos minutos después. El segundo lo hizo Saúl en el 21’, con un fuerte disparo con la izquierda desde el borde del área. En el 22’ lo intentaba Gabi, también desde fuera del área, también con la izquierda. Y en el 23’, Lisandro le barrió de los pies a Vietto el balón cuando sólo tenía que empujar un centro de Juanfran.

Precisamente Vietto fue protagonista del gol, diez minutos después. Fue una jugada a tres, con Griezmann-Vietto-Saúl, moviéndose como a alta velocidad. Sólo una delicia podía romper la pizarra de Rui Vitoria. Y ésta la inicio el francés, pase atrás del argentino y para que Saúl marcara, raso, con la izquierda. El gol representó lo que es el Atlético. Un grupo, un equipo, un todo sobre el uno.

Savic, dos minutos antes, había evitado que Pizzi culminara un contragolpe del Benfica (tras pérdida de Saúl). Simeone sorprendió en la alineación por él y aquí se vio por qué, es un central descomunal: le quitó el balón de los pies, facilísimo, sin falta en el área, sin miedo. Qué centrales tiene el Atlético. Esa fuera la primera vez que el Benfica en la primera parte se acercó a Oblak, a quien, por cierto, el Da Luz no dejó de silbar (no le perdonan que se fuera). La segunda fue una jugada de Guedes, en el 38’, y atrapó el portero rojiblanco sin problema. De Gaitán sólo había chispazos. El peligro del Benfica, en realidad, era cero.

Rui Vitoria salió de la caseta con otro plan enla cabeza. Quitó a Guedes y metió a Mitroglou que, en el primer balón que tocó, buscó la portería de Oblak, con una galopada que dejó sentada a la defensa del Atlético y atajó el esloveno. La contestación del Atlético llegó 9 minutos después silenciando al Da Luz: la cogió Carrasco (de nuevo tremendo) y le dio un pase de la muerte a Vietto, tras un carrerón por la izquierda. El argentino metió la punta de la bota para desviar el balón y colársela al primer palo a Julio César. Lo hizo casi cayéndose. Fue un golazo. Para que luego digamos que los 9 del Atlético no marcan. Su gol parecía la sentencia. Pero no. El Benfica comenzó a crecer en torno a Renato. Y a Raúl Jiménez, que entró en el 61’y le dio claridad al Benfica. Entre los dos fabricaron el gol luso. Centró el ex del Atlético al griego Mitroglou, que giró sobre sí mismo ante Savic y Godín y batió a Oblak. Casi lo evita Filipe. Lo tocó Oblak. Pero el balón entró en la portería.

Comenzaba el recital de Oblak. Y los nervios del Atlético. Los minutos del sufrir, de las dudas y de los nervios. El Atlético se replegó, rodeó al esloveno y Raúl Jiménez intentó que se le cumpliera la teoría de los ex, en el 84’, con un disparo desde fuera del área que atajó el portero rojiblanco. Se acercaba el descuento. El árbitro levantó el cartelón: tres minutos. El Atlético viviría otro minuto 92:48, en Lisboa y, de nuevo, en el alambre: si marcaba el Benfica y empataba, le quitaba el liderazgo, si el Atlético resistía, no. Pero en el 92:48 no hubo ningún gol. El árbitro pitó en el 93:33. El Atlético acababa de vengar su recuerdo más triste con una victoria que, lo dicho, mira de frente a San Siro.

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