Otra victoria sin conciliación

El Madrid, con dos goles de Cristiano y otro de Lucas Vázquez y un arbitraje amable, salvó a Benítez de la soga. El público se enfadó hasta el 2-1. Canales volvió a romperse la rodilla y también se lesionó Agirretxe.


Madrid, As
Sin conciliación con el público, con muchos pitos y pocas flautas y sin oxigenar el ambiente ganó el Madrid y ganó tiempo Rafa Benítez. Ganar crédito, que es donde pretende llegar, le queda aún más lejos que ayer, que ya es decir. El Madrid construyó su triunfo merced a algunos buenos repentes, a la pertinaz desgracia de una dignísima Real y a un arbitraje familiarísimo de González González, que cambió la ley cuando cambió de área. Fue otro triunfo precario que no desmiente la regresión del equipo, con Cristiano empequeñecido como nunca ante la portería rival aunque tan decisivo como antaño, con Kroos en época sombría y con James en el más allá.


Hace tiempo que el debate en el Madrid no va más lejos de si está declarado el estado de excepción o de sitio. El público le ha cogido gusto a pitarle a Benítez y la onda expansiva alcanza ya a Danilo, un gasto de difícil justificación, y a Cristiano Ronaldo, que ha dejado una tonelada de goles en la historia del club que ahora resultan invisibles. Así empezó el partido. Así empiezan casi todos en el Bernabéu. Y el equipo se mueve entre acelerones y frenazos, sin echarse de verdad sobre el adversario, sin encariñarse con el público, sin ofrecer esa continuidad que le serviría de verdad para hacer las paces. Aprieta y afloja sin poner a la afición de su parte.

Ante la Real tuvo salida de reactor. Un cabezazo de Pepe, otro de Benzema, un mano a mano echado a perder por Cristiano y una volea de Benzema que adivinó Rulli. Todo en siete minutos. Y de repente, una desaceleración que devolvió a la Real al partido. El equipo de Eusebio fue recomponiéndose en torno a Canales y Bergara y se alargó por la banda de Yuri antes de verse azotado por un huracán de desdichas: Jonathas pidió un penalti de Pepe, se lesionó Agirretxe y con él se marcharon sus doce goles, se inventó dos penas máximas González González (la primera por empujón inapreciable de Yuri a Benzema y la segunda por mano involuntaria del propio lateral), aprovechadas al 50% por Cristiano, y perdió para mucho tiempo a Canales, otra vez martirizado por su rodilla. El 1-0 adverso debió parecerle un buen balance de daños.

El gol no fue tapadera sin difusor de cuantos vicios desarreglan el Madrid: empató Bruma (se quejó el Madrid de falta previa a Pepe) y pudo ir más allá (Pepe pudo hacerle penalti a Yuri, al que le aplicaron por triplicado la Ley de Murphy), la Real se quedó con la pelota y el equipo de Benítez se conformó alarmantemente, dejándose ir, sin ganas ni nervio ante la irritación general. Benítez retiró a un James invisible, que se marchó al paso, como si aquello fuera una comedia ligera. Y súbitamente, en medio de aquel temporal, llegó un gol del Cristiano de otros tiempos. Una volea de izquierda, alejado del marco, en posición incómoda, sin portería a la vista. Un córner mal sacado convertido en obra de culto. A partir de ahí Benítez fue dejando mensajes. Kovacic y Lucas Vázquez, premiados como jornaleros, e Isco alargando su condena. Ni en los peores momentos asomó como solución. Sólo Bale, que regaló el tercer gol a Lucas Vázquez, está en expansión. Con eso le bastó al Madrid. Con eso le basta al club hasta el domingo. Sólo hasta ahí se adivina el horizonte de Benítez.

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