Medio partido cuesta media Liga al Real Madrid

Al Villarreal le bastó un cuarto de hora fantástico y una heroica defensa final para abatir a los de Benítez. Benzema perdonó demasiado y Barça y Atlético se alejan a cinco puntos.


Villarreal, As
Definitivamente ha sido efímera la prosperidad del Madrid, que pagó cara su salida en falso en El Madrigal. Lo que estropeó en veinte minutos garrafales no tuvo luego arreglo. Como en Gijón o como ante el Málaga, sus torpedos, que fueron muchos, pasaron de largo. Y Barça y Atlético están a cinco puntos, casi un mundo.


Y es que el Madrid salió arrastrando los pies, inconsciente de su oportunidad y del adversario que le aguardaba, intenso e ingenioso a partes iguales, y se vio con el agua al cuello en un suspiro. Algo debió sospechar el Villarreal, que hizo fortuna en diez minutos de arrojo a partir de un buen plan. La BBC, que volvía al completo, es propensa a la desconexión con y sin la pelota. Así que Marcelino ordenó atornillar la salida de Modric, la central de inteligencia del Madrid, seguro de que le faltaría apoyo delante en la descongestión. Resultó. Casi de inicio se oyeron detonaciones cerca de Keylor Navas. Jonathan estrelló en el palo su remate, tras progresión diagonal del diabólico Bakambu. Y de inmediato Bruno tendió una emboscada a Modric cuando el croata, de espaldas, ponía en movimiento al Madrid. La jugada acabó con un pase sencillo de Bakambu a Soldado y un remate inteligente de este entre las piernas de Keylor. Dos minutos después estuvo a punto de caer Danilo en el mismo safari.

La reanimación le costó un mundo al Madrid, que había prescindido de inicio de Kroos, que hace tiempo que se bate en retirada, desbordado en partidos de máxima exigencia. Modric se recompuso de la abolladura pero hubo poco acompañamiento, más allá de la percusión constante de Marcelo por la izquierda, en cuyas acometidas hubo más cantidad que calidad. Casemiro fue simplemente un factor de corrección (decisivo para enmendar el patinazo de Danilo) y James, un cero a la izquierda. Benítez quiere hacer de él ese tercer centrocampista que un día fue Di María, pero no son jugadores comparables. Tiene mejor pie y menos energía y no le parece fácil cambiar de género.

A partir de ahí el Madrid fue un equipo adocenado que apenas encontró a sus tres tenores arriba. Antes del descanso, Bale transitó por la derecha sin resultar inquietante, Cristiano suspendió en la mayoría de sus desbordes y Benzema anduvo distante del juego. A los remates desviados de Ramos y del francés respondió por dos veces Bakambu en mejor posición y con más intención. También en pegada el Villarreal andaba por encima.

Del descanso, quizá por mala conciencia, regresó otro equipo, un torbellino que enclaustró en su área al Villarreal y le cosió a oportunidades. El Madrid le cambió la velocidad al choque y el Villarreal se vio con la lengua fuera. El equipo ocurrente de la primera mitad quedó abocado al cerrojo en la segunda. Ahí si apareció Bale, que le sirvió hasta tres goles a Benzema, despilfarrados, y lo probó él mismo con la derecha. El Madrid era mejor jugando al asedio y al espacio, aunque el paso del tiempo le nubló la vista.

Por momentos, ante aquel bunker, Marcelo se dio un atracón de centros improductivos a un puré de rematadores sin espacio. Danilo, que en esa suerte mostró un pie de madera, le copió. Sólo Bale, que acabaría de lateral izquierdo, adivinaba dónde estaba la salida. Cristiano topó con su falta de puntería y con el palo. James estuvo al borde del gol. Benítez tardó en hacer los cambios para darle un nuevo impulso al equipo y al Madrid se le fue el partido de la esperanza. Una esperanza que quizá no vuelva.

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