Macri inicia su mandato reuniéndose con la oposición para pedir apoyo
La situación es poco favorable a Argentina, con caída de los precios de las materias primas, crisis en China y Brasil, el principal socio, y un dólar cada vez más fuerte
Carlos E. Cué
Buenos Aires, El País
Mauricio Macri se dedica desde el primer día de su Gobierno a tratar de desactivar la enorme tensión política vivida en Argentina en los últimos años. Todos sus gestos parecen encaminados a ser la antítesis de Cristina Fernández de Kirchner. Como muestra, lo primero que hizo fue reunirse con sus dos grandes rivales electorales, los peronistas Daniel Scioli y Sergio Massa, para buscar acuerdos. Scioli habló en tono conciliador y prometió "poner el hombro". Macri no tiene mayoría absoluta y necesita apoyo para casi todo.
El flamante gobierno de Macri es el gran protagonista de las primeras horas. En él están puestas todas las expectativas para dar un giro radical a la política económica y superar una situación delicada con una coyuntura internacional muy poco favorable a Argentina, con caída de los precios de las materias primas, crisis en China, el gran comprador, en Brasil, el principal socio, y un dólar cada vez más fuerte. Pero en una Argentina donde Macri ganó las elecciones por menos de 700.000 votos y no tiene mayoría clara en ninguna de las dos cámaras hay otro gran protagonista: la oposición. De su actitud va a depender el margen que el nuevo presidente tenga para tomar las decisiones difíciles que le esperan.
Macri quiso demostrar desde el primer momento que es consciente de ese reto y sobre todo consolidó la idea central de su primer discurso, el llamamiento a la unidad nacional. Y lo hizo invitando a la Casa Rosada, como primera actividad de Gobierno, a Daniel Scioli. Ambos eran amigos, vienen del mismo mundo de la élite económica, hijos de empresarios ricos, pero se alejaron durante la campaña electoral, en la que Scioli lanzó acusaciones muy duras contra su rival. Personas cercanas a ambos señalaban que esa ruptura sería difícil de arreglar. Pero la reunión fue muy bien y Scioli compareció en la Casa Rosada con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, hombre clave del macrismo, para trasladar un mensaje muy positivo de reconciliación y apoyo. No parecía un líder de la oposición. Se colocó como la contracara de Cristina Fernández de Kirchner, que no solo no asistió a la ceremonia de jura del cargo de Macri el día anterior sino que incluso aseguró que no la vio ni por televisión porque estaba muy atareada preparando un viaje a Santa Cruz, su provincia.
Macri está negociando con diversos países y con el sector financiero un gran apoyo a Argentina para afrontar los primeros meses en lo que sufrirá por la escasez de reservas del Banco Central. Pero para lograrlo necesita trasladar la imagen de que tiene fuerza política para tomar decisiones y cuenta con posibles pactos con la oposición. Ese es el mensaje que trasladaron Frigerio y Scioli. "Hemos encontrado coincidencias muy fructíferas. Vamos a trabajar sobre lo que nos une, en la reforma política, en la del sistema fiscal federal, en la lucha contra el narcotráfico, en defender una justicia independiente. Necesitamos contar con el apoyo de políticos como Scioli", aseguró Frigerio. "Si mi presencia contribuye a dar imagen de solidez ahí estaré", le contestó el candidato del peronismo, en un mensaje completamente diferente al que trasladó durante la campaña electoral. "La campaña terminó y nos puso a cada uno en su lugar. Ahora hay que sumar con la tranquilidad de saber que podemos hablar y contribuir en la diversidad. Tenemos que defender el salario y el trabajo", remató Scioli.
Macri y Scioli eran amigos, vienen del mismo mundo de la élite económica, hijos de empresarios ricos, pero se alejaron durante la campaña electoral
El mensaje interno que traslada Scioli era muy claro: él apuesta por una oposición constructiva, lo contrario de Fernández de Kirchner, aunque fue ella la que permitió que él pudiera ser candidato. Eso sí, Scioli evitó cualquier crítica a la decisión de la expresidenta de no acudir a la ceremonia de Macri.
Kirchner y Scioli compiten ya por el liderazgo de la oposición peronista, aunque hay más candidatos para ese puesto, como el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, o el líder del peronismo disidente, Sergio Massa, al que también recibió Macri. La batalla interna está abierta y mucho de lo que va a pasar en Argentina en los próximos meses depende de cómo se resuelva. La clave está en los gobernadores peronistas, que necesitan la financiación que les dará Macri. Por eso los macristas confían en poder aprobar sus leyes con este apoyo y el de Massa en algunas cuestiones. Pero saben que no será fácil. Macri se reúne hoy con todos los gobernadores para seguir en esa línea de buscar consensos antes de empezar a tomar decisiones. "Celebro que Macri se reúna con todos los gobernadores", dijo Scioli.
Macri cerró esta política de llamadas a la unidad con una ceremonia interreligiosa en la Catedral de Buenos Aires a la que acudieron los líderes de las cuatro grandes creencias que conviven en Argentina: la católica, la judía, la ortodoxa y la musulmana. El Gobierno en pleno se trasladó a pie desde la Casa Rosada hasta la Catedral de Buenos Aires, en la misma plaza de mayo, saludando a la gente y dando una imagen de normalidad absoluta, una auténtica obsesión de las primeras horas de Macri.
Carlos E. Cué
Buenos Aires, El País
Mauricio Macri se dedica desde el primer día de su Gobierno a tratar de desactivar la enorme tensión política vivida en Argentina en los últimos años. Todos sus gestos parecen encaminados a ser la antítesis de Cristina Fernández de Kirchner. Como muestra, lo primero que hizo fue reunirse con sus dos grandes rivales electorales, los peronistas Daniel Scioli y Sergio Massa, para buscar acuerdos. Scioli habló en tono conciliador y prometió "poner el hombro". Macri no tiene mayoría absoluta y necesita apoyo para casi todo.
El flamante gobierno de Macri es el gran protagonista de las primeras horas. En él están puestas todas las expectativas para dar un giro radical a la política económica y superar una situación delicada con una coyuntura internacional muy poco favorable a Argentina, con caída de los precios de las materias primas, crisis en China, el gran comprador, en Brasil, el principal socio, y un dólar cada vez más fuerte. Pero en una Argentina donde Macri ganó las elecciones por menos de 700.000 votos y no tiene mayoría clara en ninguna de las dos cámaras hay otro gran protagonista: la oposición. De su actitud va a depender el margen que el nuevo presidente tenga para tomar las decisiones difíciles que le esperan.
Macri quiso demostrar desde el primer momento que es consciente de ese reto y sobre todo consolidó la idea central de su primer discurso, el llamamiento a la unidad nacional. Y lo hizo invitando a la Casa Rosada, como primera actividad de Gobierno, a Daniel Scioli. Ambos eran amigos, vienen del mismo mundo de la élite económica, hijos de empresarios ricos, pero se alejaron durante la campaña electoral, en la que Scioli lanzó acusaciones muy duras contra su rival. Personas cercanas a ambos señalaban que esa ruptura sería difícil de arreglar. Pero la reunión fue muy bien y Scioli compareció en la Casa Rosada con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, hombre clave del macrismo, para trasladar un mensaje muy positivo de reconciliación y apoyo. No parecía un líder de la oposición. Se colocó como la contracara de Cristina Fernández de Kirchner, que no solo no asistió a la ceremonia de jura del cargo de Macri el día anterior sino que incluso aseguró que no la vio ni por televisión porque estaba muy atareada preparando un viaje a Santa Cruz, su provincia.
Macri está negociando con diversos países y con el sector financiero un gran apoyo a Argentina para afrontar los primeros meses en lo que sufrirá por la escasez de reservas del Banco Central. Pero para lograrlo necesita trasladar la imagen de que tiene fuerza política para tomar decisiones y cuenta con posibles pactos con la oposición. Ese es el mensaje que trasladaron Frigerio y Scioli. "Hemos encontrado coincidencias muy fructíferas. Vamos a trabajar sobre lo que nos une, en la reforma política, en la del sistema fiscal federal, en la lucha contra el narcotráfico, en defender una justicia independiente. Necesitamos contar con el apoyo de políticos como Scioli", aseguró Frigerio. "Si mi presencia contribuye a dar imagen de solidez ahí estaré", le contestó el candidato del peronismo, en un mensaje completamente diferente al que trasladó durante la campaña electoral. "La campaña terminó y nos puso a cada uno en su lugar. Ahora hay que sumar con la tranquilidad de saber que podemos hablar y contribuir en la diversidad. Tenemos que defender el salario y el trabajo", remató Scioli.
Macri y Scioli eran amigos, vienen del mismo mundo de la élite económica, hijos de empresarios ricos, pero se alejaron durante la campaña electoral
El mensaje interno que traslada Scioli era muy claro: él apuesta por una oposición constructiva, lo contrario de Fernández de Kirchner, aunque fue ella la que permitió que él pudiera ser candidato. Eso sí, Scioli evitó cualquier crítica a la decisión de la expresidenta de no acudir a la ceremonia de Macri.
Kirchner y Scioli compiten ya por el liderazgo de la oposición peronista, aunque hay más candidatos para ese puesto, como el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, o el líder del peronismo disidente, Sergio Massa, al que también recibió Macri. La batalla interna está abierta y mucho de lo que va a pasar en Argentina en los próximos meses depende de cómo se resuelva. La clave está en los gobernadores peronistas, que necesitan la financiación que les dará Macri. Por eso los macristas confían en poder aprobar sus leyes con este apoyo y el de Massa en algunas cuestiones. Pero saben que no será fácil. Macri se reúne hoy con todos los gobernadores para seguir en esa línea de buscar consensos antes de empezar a tomar decisiones. "Celebro que Macri se reúna con todos los gobernadores", dijo Scioli.
Macri cerró esta política de llamadas a la unidad con una ceremonia interreligiosa en la Catedral de Buenos Aires a la que acudieron los líderes de las cuatro grandes creencias que conviven en Argentina: la católica, la judía, la ortodoxa y la musulmana. El Gobierno en pleno se trasladó a pie desde la Casa Rosada hasta la Catedral de Buenos Aires, en la misma plaza de mayo, saludando a la gente y dando una imagen de normalidad absoluta, una auténtica obsesión de las primeras horas de Macri.