Macri aboga en su visita a Rousseff por revitalizar Mercosur

El presidente electo escogió Brasil para su primer viaje internacional por la parálisis económica que viven ambos países

Carla Jiménez
São Paulo, El País
Por sí sola, la visita del presidente electo de Argentina, Mauricio Macri, a Brasil ya sería relevante. Ambos países son socios y fundadores de Mercosur y el mercado argentino es el tercer destino de los productos brasileños, después de China y EE UU. Pero su llegada este viernes en medio del huracán político que sacude al gigante sudamericano tras la apertura el miércoles de un proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff, gana una dimensión extra. Macri escogió Brasilia para su primer viaje internacional, tras ganar las elecciones el 25 de noviembre, por su peso estratégico y porque ambos países viven una parálisis económica. Además de estrechar lazos económicos, ambos mandatarios hablaron sobre la situación en Venezuela.


El próximo mandatario argentino llegó a las 10 de la mañana a la capital brasileña, donde mantuvo un encuentro de una hora con Rousseff en el que marcó diferencias con el estilo de su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner. “Argentina tendrá reglas claras y previsibilidad en la economía”, aseguró Macri.

Además del complicado contexto de sus países, ambos líderes tienen otro problema común: Venezuela. Macri —acompañado de la que será su ministra de Relaciones Exteriores, Susana Malcorra, y de su jefe de Gabinete, Marcos Peña— acordó que tratará con Rousseff la situación del país caribeño, aprovechando su toma de posesión el próximo 10 de diciembre, a la que asistirá la mandataria brasileña. Para entonces, ya se conocerán los resultados de las elecciones legislativas venezolanas, que se celebran este domingo, y por tanto habrá un panorama más claro. Sin embargo, ninguno se pronunció sobre la aplicación de la llamada “cláusula democrática” de Mercosur (que integran, además de Argentina y Brasil, Uruguay, Venezuela y Paraguay) contra Caracas, esgrimida por Macri en los últimos días. “Hay una enorme tensión en Venezuela”, dijo Macri, que aseguró que Buenos Aires y Brasilia están de acuerdo. Rousseff ha evitado hasta ahora sancionar al Gobierno de Maduro.

El presidente electo argentino anunció también su intención de “desideologizar” las relaciones dentro de Mercosur y centrarse en aspectos prácticos para fomentar el comercio. “No tenemos un minuto más que perder para arreglar lo que falta y conectarnos con la Unión Europea, con el grupo Transpacífico, y asumir de una vez por todas este desafío”, dijo Macri. El acuerdo con Europa fue el tema principal de la conversación con Rousseff. “Ambos creemos que los dos bloques tienen que poner sus propuestas en la mesa simultáneamente sin excluir el tema agrícola”, dijo Macri. A pesar de la buena disposición, ambos mandatarios están en campos diferentes y no solo en el tema venezolano. Macri, por ejemplo, no era el preferido de Rousseff, que apoyaba al candidato de Kirchner, Daniel Scioli. La diferencia quedó clara también con el segundo compromiso de Macri en Brasil. El presidente electo se desplazó hasta São Paulo, donde almorzó con más de 100 empresarios de la Federación de las Industrias de São Paulo, la mayor del país y de América Latina. El líder de la patronal, Paulo Skaf, es miembro del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mismo del vicepresidente de Rousseff, Michel Temer, que asumiría el Gobierno si es destituida.

Skaf y Temer están muy próximos y han tenido muchos encuentros este año. “La victoria de Macri marca un nuevo ciclo para nuestro continente, con una economía más liberal y con menos Gobierno”, dijo Skaf, repitiendo el mantra empresarial en Brasil, quejoso del Gobierno intervencionista y estatista de Rousseff.

Macri apoyó el relato de Skaf al decir que los dos países necesitan emprender un camino de desarrollo y de crecimiento. “En ese camino es necesario que funcionen los dos grandes brazos de una nación: el sector público y el sector privado, al mismo tiempo. Si uno de los dos no está, no se puede crecer”, dijo.

La frase es una síntesis del cuadro vivido este 2015 por la presidenta brasileña, dependiente de un Congreso hostil para aprobar medidas de austeridad que permitieran un mejor control mejor del gasto público. Con su base aliada deshecha, incluyendo a parte del PMDB, que gobierna con el PT desde 2003, Rousseff ha sufrido una derrota tras otra. El caso Petrobras, las denuncias de corrupción de dirigentes e integrantes del PT y el desempleo empeoran la situación de la presidenta, con una popularidad de un 11%.

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