La ONU alerta de la falta de servicios de salud para las mujeres refugiadas

Sólo el 5% de la ayuda humanitaria se dedica a atención al parto, anticoncepción o asistencia a quien sufre violencia sexual

María R. Sahuquillo
Madrid, El País
Más de 26 millones de mujeres y adolescentes necesitan asistencia humanitaria en todo el mundo. Ellas, que ya parten de una situación de vulnerabilidad y desigualdad, son las que más sufren por las consecuencias de los conflictos armados y los desastres naturales. Sin embargo, alerta la ONU, no se cubren sus necesidades más básicas de salud reproductiva y sexual. En los momentos de crisis, la atención obstétrica y neonatal, los suministros para partos sin riesgos, la anticoncepción –también de emergencia--, la prestación de retrovirales o la atención para quienes han sufrido violencia sexual quedan en un segundo plano. Sólo el 5% de la ayuda humanitaria se destina a la salud sexual y reproductiva, según los cálculos de Naciones Unidas.


Ejemplo de ello es la actual crisis de los refugiados que tratan de cruzar a Europa del norte por la ruta de los Balcanes. Según los datos de la ONU, uno de cada cuatro migrantes y solicitantes de asilo son mujeres, el 6% de ellas están embarazadas. Y la mayoría no tiene ningún tipo de asistencia durante el camino. “El alimento, el albergue y la atención a los traumas físicos aparecen como las necesidades más acuciantes”, ha incidido Luis Mora, responsable de género y Derechos humanos de Unfpa. Aunque existan organizaciones de asistencia o países como Macedonia hayan habilitado servicios de asistencia obstétrica, muchas no pueden esperar a las consultas y deben continuar su viaje.
Refugios hostiles para ellas

Cuando los terremotos, los ciclones, las inundaciones o la violencia arrancan a la gente de sus hogares, una gran parte de la población busca amparo en los campamentos de refugiados, albergues provisionales y asentamientos espontáneos que cada vez son más hostiles para las mujeres. Son lugares donde las situaciones de violencia de género se incrementan, apunta María Ángeles Plaza, responsable de atención psicológica de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (Cear), que advierte del incremento de matrimonios forzados y casos de trata de niñas. La crisis de Siria, dice el informe de la Unfpa, ha provocado un incremento de los matrimonios precoces entre las niñas refugiadas sirias en Jordania, el Líbano y Egipto. Matrimonios, dice Plaza, que las familias a veces ven como una solución para reducir el número de bocas que alimentar; también para proteger la honra de las menores durante el viaje o el conflicto.

Poco ayudan el hacinamiento, la falta de intimidad, la carencia de cerrojos en las puertas, las letrinas e instalaciones para dormir comunes, las instalaciones de baño y letrinas inadecuadas, la iluminación insuficiente o los cortes eléctricos de los campamentos o asentamientos. Y los datos lo reflejan: en Haití, después del terremoto del 2010, la tasa de embarazo se triplicó de un 4% en el periodo de 2005-2006 a un 12% en el 2010. Además, la tasa de fertilidad de las adolescentes que vivían en campamentos duplicó la de aquellas que vivían en las áreas rurales y triplicó a la de las áreas urbanas. Y en Colombia, en los municipios en situación de crisis, la tasa de fecundidad de las niñas de entre 10 y 14 años es el doble que en los municipios no afectados. Y la mortalidad materna es 7,6 veces más alta.

En una situación de conflicto o de emergencia humanitaria los servicios de salud reproductiva se resienten. En Siria, antes del conflicto, las parteras atendían el 96% de los nacimientos. Hoy, el acceso al cuidado prenatal o al parto seguro es extremadamente limitado y en algunos lugares no hay servicio alguno. En África occidental, donde las tasas de mortalidad materna ya estaban entre las más elevadas del mundo, la epidemia de ébola terminó de destruir unos sistemas sanitarios muy frágiles. En Liberia, los partos asistidos disminuyeron desde el 52% en 2013 al 38% en agosto de 2014; en Guinea, del 20% al 7%.

En un panorama mundial en el que más de 100 millones de personas requieren asistencia humanitaria --el mayor número desde la II Guerra Mundial--, y en el que los refugiados y desplazados por los conflictos no dejan de crecer –también los afectados por los cada vez más frecuentes desastres naturales—, las mujeres se enfrentan a abusos, a la explotación sexual, a la violencia, a embarazos no deseados, a enfermedades de transmisión sexual y a partos inseguros. Así, más de 500 mujeres mueren cada día por complicaciones derivadas del embarazo y el parto en países en conflicto o Estados frágiles, según el informe anual de la agencia de la ONU para la Población y Desarrollo (Unfpa). En el mundo, de los 10 países con mayores tasas de mortalidad materna, ocho sufren conflictos e inseguridad.

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