Kirchner rompe las negociaciones con Macri sobre la sucesión

Los negociadores kirchneristas hablan de "golpe de Estado" y aseguran que la presidenta no irá al Congreso a escuchar al sucesor y entregarle la banda y el bastón presidencial

Carlos E. Cué / Alejandro Rebossio
Buenos Aires, El País
La foto más esperada por muchos argentinos, la de Cristina Fernández de Kirchner entregando mañana la banda presidencial a su sucesor, Mauricio Macri, está cada vez más lejos. Enviados de los dos sectores negociaron para evitar la ruptura antes del acto de este jueves, pero a media tarde los representantes kirchneristas comparecieron con gran dramatismo para anunciar que las negociaciones están rotas y que en estas condiciones la presidenta no acudirá al Congreso ni entregará la banda y el bastón a su sucesor. Incluso llegaron a hablar de "golpe de Estado" por la decisión de un fiscal de tramitar la petición de Macri para que la justicia confirme su reclamo de ser considerado presidente en ejercicio desde primera hora del jueves, lo que le permitiría organizar a su manera la ceremonia. La situación es inédita y se vive cada vez con mayor dramatismo, algo habitual en la política argentina.


"Entre un golpe de Estado y esto no hay mucha diferencia" clamó el jefe de los servicios secretos argentino y hombre de confianza de los Kirchner, Óscar Parrilli. Se refería a la decisión de Macri de acudir a la justicia para adelantar ese traspaso de poderes. "Parece que a Macri no le interesa que la presidenta le entregue la banda y el bastón, son ellos los que han iniciado una acción judicial", remató Wado de Pedro, secretario general de la Presidencia y negociador kichnerista. La tensión es enorme y la foto histórica que marcaría el cambio de ciclo después de 12 años de kirchnerismo parece casi imposible, pero en Argentina nunca hay que descartar un acuerdo en el último minuto.

El principal punto de discusión entre ambas partes es dónde hay que realizar el acto de entrega, en el Congreso o en la Casa Rosada. Fernández de Kirchner quiere que el acto se celebre en el Congreso, el mismo sitio donde ella, su marido, Néstor Kirchner (2003-2007), y otro peronista, Eduardo Duhalde (2002-2003), asumieron el poder. Allí, en las tribunas del hemiciclo, estarán sus seguidores y los de Macri. El presidente electo, en cambio, pretende que la ceremonia sea en la Casa Rosada (sede del Gobierno argentino), donde solo estarán sus invitados y donde tradicionalmente se hizo esta ceremonia. Allí recibieron su banda y su bastón los radicales (centristas) Raúl Alfonsín (1983-1989) y Fernando de la Rúa (1999-2001) y el peronista Carlos Menem (1989-1999).

Macri llamó el pasado fin de semana a Kirchner para decirle que él era quien decidía y que el acto sería en la Casa de Gobierno como marcaba la tradición. Después de esa conversación telefónica, Kirchner relató por la red social Facebook que él le había gritado, lo que fue negado por los macristas y en especial la futura vicepresidenta argentina, Gabriela Michetti.

Si no se logra un acuerdo, la situación llegará al extremo de que será la justicia la que decida cómo se hace la ceremonia de sucesión. Macri presentó este lunes una medida cautelar ante la juez María Servini de Cubría, la misma que investiga los crímenes del franquismo en España, para que determine en qué momento del jueves el poder pasa a sus manos y, por tanto, también su capacidad de decidir el lugar de la ceremonia. Macri sostiene que la Constitución establece que él será jefe de Estado a partir del primer minuto del 10 de diciembre, con independencia de que después jure el cargo ante el Congreso a las 12 del mediodía. El fiscal le ha dado la razón pero aún falta la decisión clave de la juez.

En cambio, el notario general del Estado, Natalio Echegaray, dijo que el poder se transfería en el momento de la jura, y por tanto es el Gobierno actual quien controla la ceremonia. Su mensaje ha sido repetido en la cuenta del Gobierno argentino en Twitter. Echegaray, admitió, no obstante, que “lo normal” es que el acto se celebre en la Casa Rosada. “Vamos a hacer lo que diga la Constitución”, dijo Kirchner este lunes cuando la prensa la abordó en una visita a su antiguo piso del barrio de La Recoleta, uno de los más caros de Buenos Aires.

El desconcierto sobre el lugar del acto tiene mareadas a las misiones extranjeras que asistirán, como la de Don Juan Carlos de España. Además, tanto en la plaza del Congreso como en la de Mayo, frente a la Casa Rosada, se prevén manifestaciones de kirchneristas que quieren despedir a su jefa y de seguidores de Macri que quieren aplaudirle. La tensión no para de crecer.

En la reunión para negociar los detalles del acto se juntaron ayer el vicepresidente actual de Argentina, Amado Boudou, el secretario general de la Presidencia, Wado de Pedro, su futuro sucesor, Fernando de Andreis, y el próximo presidente provisional del Senado, Federico Pinedo. De Pedro propuso que Kirchner asistiera a la jura en el Congreso y dejara allí el bastón y la banda para que Macri los recibiera después en la Casa Rosada. Ayer aun discutía incluso donde se sentaría en el Congreso la presidenta, según uno de los negociadores. Ni siquiera en eso hay acuerdo.

Si se llega sin consenso, Macri prevé que en la Casa Rosada sea el presidente de la Corte Suprema de Argentina, Ricardo Lorenzetti, el que le dé el bastón y le ponga la banda. Se trata del mismo juez que el kirchnerismo impulsó en sus comienzos para renovar un tribunal antes desprestigiado y que en los últimos años se ha enfrentado con los Kirchner. Los argentinos se quedarían así sin la imagen más esperada, la de Fernández de Kirchner colocándole la banda a Macri.

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