James e Isco pusieron seriedad en una noche de Carnaval
La Palmas, As
En un partido que ya era cadáver antes de su inicio por la alineación indebida de Cheryshev, James Rodríguez dejó mal a Benítez. Con su juego y con su despedida. Se recreó en su fútbol en largo y en el dominio de la escena y acogió con desagrado su cambio final, aunque el técnico forzó un gesto de reconciliación.
En medio de la conmoción, el partido se le quedó pequeño al colombiano, un futbolista superior y el embajador de un país que se ha sentido ofendido con su postración. Comenzó arrumbado en la izquierda y desde ahí le regaló un gol al ‘convicto’ Cheryshev después de hacer sobrevolar un pase entre cinco futbolistas del Cádiz. Quedó fuera del alcance de todos. Aquello sucedió en el minuto 2 y luego el Madrid se manejó con solvencia aferrado al colombiano y a Isco, que se adaptaron al barrio obrero que presentó Benítez.
Durante 20 minutos el Madrid cayó sobre el Cádiz, en cuyo estadio siempre es carnaval, y a partir de ahí el asunto Cheryshev tuvo un efecto anestésico. Inconscientemente el Madrid dejó de prestarle atención al juego. También Emilio Butragueño, que antes de la conclusión de la primera mitad abandonó precipitadamente el palco, esperando noticias esperanzadoras del teléfono. No llegaron.
A vuelta del descanso Benítez retiró a Cheryshev, decisión con la vista puesta en el Comité de Competición en busca de una buena fe que difícilmente colará. Pasaron aburridamente los minutos, con el público pidiéndole a Benítez que consultara el Twitter y gritándole a los suyos ‘Campeones, campeones’. Ya no quedaba un gramo de seriedad en el partido aunque Isco acabara haciendo dos goles, el primero a pase fantástico de Casemiro y el segundo ayudado por la defensa amarilla. La grada era ya el Teatro Falla. “Benítez, saca a De Gea”, recomendaba al técnico, con la guasa propia de la tierra. Y con la afición convertida en comparsa, el Cádiz buscó un gol honorable que no necesitará. Lo hizo Kike Márquez. El Madrid, para entonces, no andaba en el partido, sino en el recurso.
En un partido que ya era cadáver antes de su inicio por la alineación indebida de Cheryshev, James Rodríguez dejó mal a Benítez. Con su juego y con su despedida. Se recreó en su fútbol en largo y en el dominio de la escena y acogió con desagrado su cambio final, aunque el técnico forzó un gesto de reconciliación.
En medio de la conmoción, el partido se le quedó pequeño al colombiano, un futbolista superior y el embajador de un país que se ha sentido ofendido con su postración. Comenzó arrumbado en la izquierda y desde ahí le regaló un gol al ‘convicto’ Cheryshev después de hacer sobrevolar un pase entre cinco futbolistas del Cádiz. Quedó fuera del alcance de todos. Aquello sucedió en el minuto 2 y luego el Madrid se manejó con solvencia aferrado al colombiano y a Isco, que se adaptaron al barrio obrero que presentó Benítez.
Durante 20 minutos el Madrid cayó sobre el Cádiz, en cuyo estadio siempre es carnaval, y a partir de ahí el asunto Cheryshev tuvo un efecto anestésico. Inconscientemente el Madrid dejó de prestarle atención al juego. También Emilio Butragueño, que antes de la conclusión de la primera mitad abandonó precipitadamente el palco, esperando noticias esperanzadoras del teléfono. No llegaron.
A vuelta del descanso Benítez retiró a Cheryshev, decisión con la vista puesta en el Comité de Competición en busca de una buena fe que difícilmente colará. Pasaron aburridamente los minutos, con el público pidiéndole a Benítez que consultara el Twitter y gritándole a los suyos ‘Campeones, campeones’. Ya no quedaba un gramo de seriedad en el partido aunque Isco acabara haciendo dos goles, el primero a pase fantástico de Casemiro y el segundo ayudado por la defensa amarilla. La grada era ya el Teatro Falla. “Benítez, saca a De Gea”, recomendaba al técnico, con la guasa propia de la tierra. Y con la afición convertida en comparsa, el Cádiz buscó un gol honorable que no necesitará. Lo hizo Kike Márquez. El Madrid, para entonces, no andaba en el partido, sino en el recurso.