El Valencia no merece seguir en la Champions

Valencia, As
El Valencia se pegó un tiro en el pie. Más bien descargó el cargador entero. De entre las mil maneras que tenía de decir adiós a la Champions eligió la más patética. La que evidencia su realidad actual y el por qué del cambio de entrenador. Ayer no valía con solo defenderse como contra el Barcelona ni tampoco lo de encomendarse al efecto Mestalla. Ni tan siquiera dependieron en exclusiva de lo que hiciera el Zenit en Gante. Porque cuando los rusos empataron en Bélgica, el Valencia perdía 0-1 y cuando el Gante volvió a ponerse por delante en su partido, el Lyon ya había hecho su segundo. El Valencia no estará en los octavos de final de la Champions simple y llanamente porque no lo ha merecido. Con lo que le costó volver a estar en ella y lo mal que la ha tratado.


Gary Neville, el príncipe azul al que Peter Lim le ha entregado su casillo tras ver (tarde) las orejas al lobo, entró con el pie torcido. En verdad el suelo que pisaba tenía socabones. La eliminación, por la forma y el grupo que le tocó en suerte, es un fracaso, sí; la culpa no es de Neville, lógicamente. El inglés tiene la coartada de la herencia recibida, aunque seguro que se percató de que tiene más trabajo por delante de lo que le pudiera haber parecido el día del Barcelona. Muchísimo trabajo, la verdad.

El primer mazazo llegó en el minuto 18. Por el videomarcador anunciaron el gol de Messi y el del Bayer, pero no el de Gante. No por ello dejó de ser válido ni menos de enterarse la gente, que estaba con los ojos puestos en Mestalla y las orejas pendientes del Gerlanco Arena. Mestalla se silenció. Para darle más dramátismo al momento, Enzo Pérez se lesionó. Menos mal que Jaume Domenech (el elegido por Gary Neville para estar bajo palos) no se dejó llevar por la melancolía y estuvo en su sitio, porque en esa fase en la que la afición se veía fuera de la Champions (¡con lo que le costó volver a ella!) el Lyon le probó por tres veces. Pero hubo una cuarta y ésta vez el guardameta nada pudo hacer. Golazo de Gonalons.

Mestalla, sin Nuno al que señalar, descargó sus iras con el esloveno Matej Jug. Dicho sea de paso, el árbitro hizo méritos. Y no solo por anular un gol a Mustafi en el 8'. Pero el Valencia jugaba como si el partido de Bélgica hubiera terminado ya, como si el Zenit no existiera ni los futbolistas de Vilas-Boas no se jugaran una prima de 200.000 euros. Sin embargo fueron ellos los únicos que le dieron emoción a la noche, vida al Valencia. El gol de los rusos se celebró en Mestalla casi como el del pasado sábado de Santi Mina.

Para entonces Gary Neville había puesto en liza a Álvaro Negredo, la única alegría por decir algo que se llevó la parroquia blanquinegra. En la grada había espíritu de remontada, todo lo contrario que en el césped. Allí había un Valencia sin ideas y un Lyon bien plantado, que cada dos por tres lanzaba un contragolpe con el que se evidenciaban las carencias de Abdennour. En uno de ellos llegó el golpe definitivo: el gol de Lacazette. Ya daba igual lo que sucediera en Gante. A Gary Neville le toca empezar de cero. Quién sabe, quizás la Europa League acabe siendo su torneo. Desde luego la Champions no es lugar para este Valencia.

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