El Roma, eliminado de la Copa por el Spezia de Serie B

Roma, As
Histórica hazaña del Spezia e increíble ridículo del Roma en el Olímpico: los giallorossi (que no ganan un partido desde el derbi con el Lazio del 8 de noviembre) cayeron 2-4 en los penaltis y fueron apeados de la Copa italiana por el equipo de Domenico Di Carlo, undécimo en la Serie B (segunda división) del Bel Paese. Los visitantes se clasificaron a los cuartos de final de la competición, donde se enfrentarán a otra sorpresa, el Alessandria, equipo de Lega Pro (tercera división italiana) que ayer eliminó al Genoa.


Garcia empezó el choque haciendo pocas rotaciones y lo acabó con casi todos sus titulares en el césped. Eso fue debido a un Spezia ordenado, que dejó al conjunto giallorosso sin ideas ofensivas (que en las últimas semanas ya fueron pocas) tapando sus líneas de pase. El resultado fue una primera mitad igualada, en la que Dzeko firmó un gol en fuera de juego anulado en el 33' y con los visitantes tuvieron que la mejor oportunidad en el 27', cuando De Sanctis rechazó un chut de Situm y una intervención de Castan salvó a los suyos ante Nené, que estaba listo para empujar entre palos.

El delantero brasileño tuvo más ocasiones en una reanudación con poco juego y el Roma no supo crear peligro a la portería rival hasta el minuto 65, cuando Salah chutó alto en plena área. Garcia, que salió de inicio con jugadores importantes como Maicon, Castan, Pjanic, Salah, Dzeko e Iturbe, a media hora del pitido final también sacó a Florenzi, De Rossi y, en el 79', al lateral Digne. No sirvió de nada: el partido continuó sin apenas ocasiones –el Roma no encontraba espacios, el Spezia no tenía fuerza para buscar el gol– y no se resolvió ni en la prorroga. Hizo falta la tanda de penaltis, cuyo comienzo dibuja perfectamente el estado mental de los romanos: el especialista Pjanic se topó con el travesaño y un asustado Dzeko (que solo marcó 5 goles en este curso) chutó alto. El Spezia no falló ninguno y a pesar de los goles de De Rossi y Digne se llevó la clasificación en un Olímpico cada vez más enfurecido con sus jugadores.

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