La UE y África acuerdan medidas limitadas para frenar las migraciones
Los países europeos solo aportan 78 millones más al nuevo fondo para el desarrollo africano
Lucía Abellán
La Valeta, El País
La Unión Europea y África han puesto este jueves la primera piedra de un plan de acción para tratar de frenar el fenómeno migratorio. La principal novedad de la cumbre celebrada durante dos días en Malta es la constitución de un fondo para financiar proyectos de desarrollo en África. Los Estados apenas han hecho aportaciones sustanciales a este instrumento que la Comisión Europea había dotado con 1.800 millones de euros iniciales, que esperaba se duplicasen con la participación de los Estados. Finalmente, todos los países han desembolsado dinero, pero apenas supera los 78 millones de euros.
“El fondo no es suficiente, nunca es suficiente, pero al menos es un enorme paso adelante”, ha valorado el primer ministro maltés, Joseph Muscat, tras la clausura del encuentro. A excepción de Italia –ahora la principal puerta de entrada de la inmigración africana- y de Bélgica, que han comprometido hoy mismo una partida de 10 millones cada uno, las cifras del resto de países resultan bastante modestas. España ha aportado tres millones. Noruega y Suiza, ajenas a la UE pero también presentes en la cumbre, destinarán más que muchos países comunitarios, aunque también es cierto que figuran entre los Estados más ricos del continente.
La diferencia de apreciación del fenómeno migratorio entre Europa y África ha quedado bien reflejada en las palabras del presidente senegalés, Macky Sall, que ha comparecido junto a Muscat y al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, al término de la cumbre. “La inmigración es un fenómeno natural que hay que desdramatizar. Los europeos también emigraron a Estados Unidos cuando esta era una tierra de desarrollo”, ha argumentado. Respecto al fondo fiduciario, este representante africano se ha mostrado relativamente satisfecho: “Nos gustaría aumentarlo, pero ya es importante”.
La aproximación europea es diferente. El bloque comunitario considera que ya afronta una fuerte presión de los refugiados provenientes principalmente de Siria (aunque también del territorio africano de Eritrea) y no quiere abrir sus puertas a más migrantes provenientes de África. Y va un paso más allá: pretende que los países africanos readmitan a los que ya han llegado a Europa pero no obtienen el derecho al asilo. Esa ha sido la principal batalla de la cumbre, que se ha saldado con una referencia a que las expulsiones se intentarán siempre por la vía voluntaria (lo que en ningún caso excluye la forzosa).
“El acuerdo permite también dar a alguna gente alternativas a arriesgar su vida [para llegar a Europa]”, ha subrayado Tusk. Esas alternativas, sin embargo, son muy limitadas. Se limitan a conceder más visados a estudiantes, investigadores y emprendedores que quieran viajar de manera legal a la UE. Se trata de colectivos poco representativos en el grueso de la inmigración africana. El pacto incluye también un proyecto piloto para luchar de manera conjunta contra las redes de traficantes que explotan a los migrantes para traerlos a Europa en condiciones muy arriesgadas.
Lucía Abellán
La Valeta, El País
La Unión Europea y África han puesto este jueves la primera piedra de un plan de acción para tratar de frenar el fenómeno migratorio. La principal novedad de la cumbre celebrada durante dos días en Malta es la constitución de un fondo para financiar proyectos de desarrollo en África. Los Estados apenas han hecho aportaciones sustanciales a este instrumento que la Comisión Europea había dotado con 1.800 millones de euros iniciales, que esperaba se duplicasen con la participación de los Estados. Finalmente, todos los países han desembolsado dinero, pero apenas supera los 78 millones de euros.
“El fondo no es suficiente, nunca es suficiente, pero al menos es un enorme paso adelante”, ha valorado el primer ministro maltés, Joseph Muscat, tras la clausura del encuentro. A excepción de Italia –ahora la principal puerta de entrada de la inmigración africana- y de Bélgica, que han comprometido hoy mismo una partida de 10 millones cada uno, las cifras del resto de países resultan bastante modestas. España ha aportado tres millones. Noruega y Suiza, ajenas a la UE pero también presentes en la cumbre, destinarán más que muchos países comunitarios, aunque también es cierto que figuran entre los Estados más ricos del continente.
La diferencia de apreciación del fenómeno migratorio entre Europa y África ha quedado bien reflejada en las palabras del presidente senegalés, Macky Sall, que ha comparecido junto a Muscat y al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, al término de la cumbre. “La inmigración es un fenómeno natural que hay que desdramatizar. Los europeos también emigraron a Estados Unidos cuando esta era una tierra de desarrollo”, ha argumentado. Respecto al fondo fiduciario, este representante africano se ha mostrado relativamente satisfecho: “Nos gustaría aumentarlo, pero ya es importante”.
La aproximación europea es diferente. El bloque comunitario considera que ya afronta una fuerte presión de los refugiados provenientes principalmente de Siria (aunque también del territorio africano de Eritrea) y no quiere abrir sus puertas a más migrantes provenientes de África. Y va un paso más allá: pretende que los países africanos readmitan a los que ya han llegado a Europa pero no obtienen el derecho al asilo. Esa ha sido la principal batalla de la cumbre, que se ha saldado con una referencia a que las expulsiones se intentarán siempre por la vía voluntaria (lo que en ningún caso excluye la forzosa).
“El acuerdo permite también dar a alguna gente alternativas a arriesgar su vida [para llegar a Europa]”, ha subrayado Tusk. Esas alternativas, sin embargo, son muy limitadas. Se limitan a conceder más visados a estudiantes, investigadores y emprendedores que quieran viajar de manera legal a la UE. Se trata de colectivos poco representativos en el grueso de la inmigración africana. El pacto incluye también un proyecto piloto para luchar de manera conjunta contra las redes de traficantes que explotan a los migrantes para traerlos a Europa en condiciones muy arriesgadas.