La pelota es de Florentino

El presidente, cuestionado como nunca, se ha quedado sin el escudo de técnicos y jugadores desde que se hizo responsable del área deportiva

José Sámano
Madrid, El País
Con una sobrecarga de hastío, desazón e impotencia, el madridismo explotó el sábado en Chamartín. No fue un estallido volcánico, pero sí la primera gran muestra de hartura hacia Florentino Pérez. Llegada la bronca, el presidente se ha visto solo ante el gentío, más desnudo que nunca. Él mismo se quitó los escudos cuando prescindió de los directores deportivos, mandó por el desagüe a nueve entrenadores en diez cursos y decidió mantener al club incomunicado, sin hilo umbilical con sus devotos. Ya no hay un Valdano que en tiempos de tormenta reflexione con sensatez; ni siquiera un Mourinho que haga de pirómano ante perpetuas e imaginarias conspiraciones. Tampoco un Cristiano Ronaldo al que se vea en condiciones de liderar una corriente de optimismo. A sus 30 años, el portugués echa cuentas sobre títulos mayores: en plena evolución, tres Premier, una Copa y una Champions en seis temporadas con el United; en plena madurez, y en el mismo tiempo, dos Copas, una Liga y una Champions con el Madrid.


El club se ha quedado sin más mensajes que la purpurina de las listas de Forbes sobre los clubes más ricos del mundo, los Balones de Oro, la evangelización madridista con puentes en Indonesia o Australia y ese deslumbrante palco de la casa blanca por el que desfilan políticos y empresarios de todos los ibex de este mundo. El club huele a dinero, pero no las huele en el campo como cabría esperar. La gestión financiera ya no camufla la deportiva. Al revés que en el Barça, donde la pelota blinda el embrollo institucional.

El cabreo del Bernabéu no fue un mero berrinche. La hinchada ha concedido al presidente un crédito de 12 temporadas y pico, algo sobresaliente en el fútbol, en el que pasado mañana es anteayer. Máxime en este Madrid, bien que lo saben Del Bosque, Raúl, Casillas… Los de ayer se tuvieron que ir por la gatera, los de hoy quizá están gripados y solo queda proclamar otro verano saludable con la chequera rebosante. No basta para maquillar la etapa de la cúpula actual. Tras más de 1.200 millones invertidos, en solo siete de las 36 ocasiones mayúsculas, si se toman por tal la Champions, la Liga y la Copa, hubo motivos para brindar. En porcentaje, el 19,4%, por debajo del 20% de Ramón Calderón, el 22% de Lorenzo Sanz, el 30% de Ramón Mendoza, el 23,8% de Luis de Carlos y el 30,7% de Santiago Bernabéu.

Tomado durante años como un mesías, el presidente ya no cuela del todo desde que traspasó, sin tapujos, la línea que separa el vestuario de la planta noble. El Florentino Pérez presidente-gestor se ganó el respeto y la admiración de una gran mayoría, y es posible que lo conserve. El Florentino Pérez que decidió colgarse la pizarra y ejercer de manager-entrenador corre el riesgo de pagar un alto peaje. Lo que no funciona es lo del césped y él ya no puede disimular que sea ajeno a ese trajín. Por si faltaban evidencias, Rafa Benítez le concedió la alineación ante el Barça. Casemiro fue aquel Makelele obligado al cuarto de los ratones para dar foco a Beckham.

Fuera una concesión intencionada o una debilidad, Benítez se sabe cuestionado. Lo sentía antes incluso del clásico. Tiene carrera suficiente como para saber cómo va el tinglado en clubes como este Madrid, que devora entrenadores como pipas. Ante la crisis, técnico a la calle y a otra cosa. Pero ahora, por primera vez, la grada-protesta del sábado no puso al del banquillo al frente de la diana, sino al del sillón presidencial.

El miércoles, juicio

Si se multiplican los detractores del dirigente, el club se verá ante una encrucijada. A algunos les resultará temeraria otra espantada como la de 2006 tras años de difundir el propio Florentino Pérez que solo con él la entidad está a salvo. Solo él garantiza, dice y dicen por él, que el Real Madrid no caiga en las garras impías de un conglomerado chino, ruso o árabe. Ocurre que todavía es más improbable que pueda quedar a tiro de manos nacionales, dadas las exigencias para suceder a Florentino Pérez impuestas por Florentino Pérez en 2012: 20 años de socio madridista, y no 10, y el aval del 15% del presupuesto (unos 90 millones) con el “patrimonio personal”, y no de cualquier otra forma, como libera la Ley del Deporte. El cambio estatutario fue recurrido por un grupo de socios y este miércoles, juicio a la vista.

En medio de la crisis, la cita judicial no es una cuestión menor. Si la bronca hacia el palco se amplifica y no hay rectificación estatutaria, el previsible vacío opositor dejará a la institución a la intemperie. Antes de llegar al precipicio, como aún tiene el visado de los socios como gestor financiero, nada mejor para el Real Madrid que Florentino Pérez devuelva el balón. El fútbol no es ingeniería y la pelota, por apetitosa que sea para el poder, no cuadra los números. Esa contabilidad corresponde a otros. Para bien o para mal, a los de la caseta, se llamen Del Bosque, Queiroz, Camacho, García Remón, Luxemburgo, López Caro, Pellegrini, Mourinho, Benítez, Valdano, Sacchi, Floro... Y, por supuesto, Makelele o Casemiro.

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