¿Es malo para la salud liberarse del sujetador?

Depende del tamaño de sus mamas o de la tarea que se disponga a hacer. Esto dicen los médicos sobre el uso del sostén

Cristina Bisbal Delgado, El País
Pocas prendas resultan tan provocativas como el sujetador. Pero también tan polémicas. Lleva entre nosotros más de un siglo: allá por 1907, un tal Pierre Poiret creó un armazón con alambres y suaves tejidos a lo que más tarde hemos denominado sostén, toda una liberación tras siglos de mujeres encorsetadas. A lo largo de estos más de 100 años el sujetador se ha convertido en pieza esencial en la vida de la fémina: síntoma –y casi origen– de la opresión femenina, posible causa de cáncer según algunos y protector de la misma enfermedad según otros. ¡Pura contradicción!


A la modelo Cara Delevingne le estorba el sujetador.

La última tendencia tiene más que ver con la moda que con la salud o la liberación de la mujer. Se trata del braless, es decir, lucir amplísimos escotes incompatibles con el uso de la dichosa prenda. Y no solo sobre las alfombras rojas –de eso ya saben en Hollywood hace décadas: recordemos el modelo de Halle Berry cuando recogió su Oscar, en 2002–, sino en la calle. El street style de Rita Ora, Alessandra Ambrosio, Cara Delevingne, Kate Moss, Kendall Jenner o su hermana Kim Kardashian dejan poco lugar a dudas y a la imaginación. En algunos casos responde a un interés evidente por llamar la atención. En otros, por reivindicar los pechos voluptuosos o planos. Algunas se han convertido ya en adeptas a Free the Nipple (libera el pezón), un movimiento nuevo –otra vez, pero en esta ocasión, con película incluida de idéntico título– en contra de la opresión que produce el sujetador en el cuerpo femenino.

El caso es que con tanto ir y venir de las modas, tanto a favor y tanto en contra, las damas del mundo ya no saben exactamente qué hacer con el sostén. Para empezar, no existe una relación absoluta entre la prenda y el cáncer. Lo dicen Nacho Toscas y Diana Roa, radioncólogo y oncóloga del Instituto Oncológico Teknon: “Ningún estudio ha demostrado una relación clara entre el uso del sujetador y el desarrollo de un cáncer de mama”. Pero tampoco se puede asegurar que llevar sujetador sea en sí mismo beneficioso para la salud: “La mama es una estructura que se sustenta únicamente por los ligamentos de Cooper, que con los años pierden capacidad de sujeción. El hecho de utilizar sujetador mejoraría este aspecto e indirectamente los potenciales problemas derivados. Pero no se ha demostrado una clara relación entre el uso de esta prenda y la salud de manera directa”.

Existen excepciones, tres casos en los que no conviene marcarse un Cara Delevingne por mucho que se lo pida el cuerpo. Uno de ellos tiene que ver con el tamaño y lo apunta Sergio Fernández, especialista en Medicina Estética y Nutrición y médico estético en Clínicas Dorsia: “Hay datos fiables sobre el beneficio de usar sujetador en casos de gigantomastia [crecimiento anómalo y excesivo de los senos], pues la mujer mejora así el dolor dorsal y lumbar, consecuencia del gran peso de sus mamas”. En estos caso, también se aconseja pasar por el quirófano (la seguridad social cubre reducciones a quienes padecen la gigantomastia). “Pues aunque el sujetador es aconsejable y ayudará a evitar problemas derivados del gran tamaño, también puede comprimir demasiado, sobre todo durante la práctica de una actividad deportiva intensa”, afirma Fernández. Un ejemplo: la tenista rumana Simona Halep, número dos del ránking WTA, pasó por el quirófano en 2009 para someterse a una de estas intervenciones.

Y aquí nos plantamos en el segundo supuesto en el que quemar sujetadores no parece buena idea: los entrenamientos deportivos. Javier San Miguel, especialista en Medicina Deportiva de la Clínica Mds 360, apunta: “La inmensa mayoría de los profesionales recomendamos el uso de sujetadores deportivos, especialmente en los deportes con mayor impacto, como la carrera a pie. Si no se utilizan, los tejidos que sustentan la mama en su posición natural pueden deteriorarse y a largo plazo provocar el descenso prematuro de las mamas y zonas de contusión que generen molestias a la deportista”. Queda claro, pues, que no hay espacio para la lucha contra la opresión cuando se hace ejercicio. Ante la eterna pregunta de cuál es el modelo que hay que comprar, San Miguel asevera: “Lo ideal es utilizar sujetadores deportivos de la talla adecuada y sin costuras interiores que puedan provocar rozaduras en la zona submamaria ni en los pezones”.

La cosa parece sencilla. Pero no lo debe ser tanto, porque según el médico estético de Clínicas Dorsia, las mujeres no saben qué sujetador ponerse: “Encuestas realizadas en la población femenina de entre 30 y 40 años ponen de manifiesto que la mayoría de las españolas no sabe cómo elegir el sujetador más adecuado en función de su contorno torácico y mamario. Un buen sujetador, además de estar realizado en un tejido confortable, debe abrazar la mayor parte del pecho y tener unos tirantes de aproximadamente dos centímetros de ancho para evitar al máximo la aparición de marcas en la piel”. Y continúa: “Las firmas de lencería sacan al mercado diseños que no son recomendables para usar todo el día, sino en momentos especiales”.

Toscas y Roa añaden otro momento puntual en el que usar sujetador sigue siendo conveniente: “Durante la lactancia, por comodidad”. Otro lado del debate es el que atañe a cuestiones estéticas. Ida Rosenthal, fundadora de la firma Maidenform y creadora de las primeras clasificaciones de copas de sujetadores, soltó esta perla allá por los años 20: “Cumplidos los 35 años, la figura de la mujer no puede prescindir del sostén". Que se lo digan a Halle Berry…

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